Columna de opinión.
Con la economía haciendo agua, las sospechas de corrupción sobre ex funcionarios K son el principal activo de la campaña oficialista. ¿Esto significa que los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner estuvieron exentos de corruptos? Obvio que no. El caso de la mina de Río Turbio tiene todo el aspecto de un curro: millones girados a una cantera que casi no produce, un tren que no anda, rutas que no se concluyeron.
En un debate que nunca se dará -porque requiere de una honestidad intelectual ajena al ejercicio de la política-, el kirchnerismo podría argumentar que fue un modo de llevar ingresos donde no hay nada. En términos que los CEO pueden entender: sin la mina, Río Turbio es inviable.
Eso no justificaría, claro, que los fondos se hubiesen desviado a bolsillos particulares. Es el talón de Aquiles de la defensa K: varios proyectos iniciados con buenas intenciones -en este caso, recuperar una mina- derivaron en rapiña.
Sobre esa percepción martilla el marketing de los candidatos antiK. Sergio Massa y Margarita Stolbizer anotaron un hito en la demagogia de campaña renunciando a sus fueros, un derecho al que no se puede renunciar. Otro caso significativo de demagogia es el de Elisa Carrió: descarga su furia bíblica contra De Vido mientras protege a Macri, a quien ella misma -en otros tiempos- usó como ejemplo de corrupción. Y tenía razón: Macri no sería millonario -ni habría llegado a ser presidente- sin el favor de ex funcionarios que entregaron y protegieron los negocios de su familia.
Miembro pleno de la patria contratista que amasó su fortuna durante la dictadura, el clan Macri forma parte de un esquema de corrupción institucionalizado: el uso del Estado en beneficio propio. Un ejemplo: la crecida del dólar de esta semana favorece a los agroexportadores y, según consta en su declaración jurada, la principal actividad comercial de Macri es la explotación agropecuaria. Es evidente que el presidente se beneficia con las políticas de su gobierno. Pero no es ilegal: los dueños del poder y del dinero escriben la legislación que habilita ese tipo de rapiña.
Si en algún momento la política argentina se le animara en serio a la corrupción, funcionarios, legisladores, jueces y fiscales debieran empezar por cortar lazos con las empresas que patrocinan campañas y cursos judiciales con estadías de lujo en el extranjero. Eso, para empezar a hablar sin hipocresías de una práctica tan extendida como transversal. «
Miembros del Observatorio Lawfare, los autores comparten reflexiones sobre el rol asignado a América Latina…
En un acto en Foetra, Calamai fue reconocido como socio honorario por su acción comprometida…
Los primeros seis aviones de combate efectuaron una pasada por CABA. El festejo militar del…
Contratos del Pentágono revelan un aprovisionamiento en Puerto Rico acorde a una ofensiva prolongada en…
El Servicio Meteorológico Nacional anticipa clima inestable y todavía mucho calor este sábado. Bajan las…
Tras dos años sin respuestas, la Agencia I+D+i dio de baja los Proyectos de Investigación…
Fue durante una protesta contra malos tratos en una sucursal del Banco Patagonia en la…
Lo anunció el jefe de Gabinete, Manuel Adorni, vía redes sociales.
Dos policías de Córdoba continúan detenidos por el crimen de un joven de 34 años…
Desde el Observatorio Contra la Violencia Institucional y Prevención de la Tortura de la CTA…
En el fallo, la justicia determinó falta de documentación y ausencia de una adecuada valoración…
El anuncio del Acuerdo Comercial y de Inversiones entre Washington y Buenos Aires profundiza aún…