La directora argentina radicada en Alemania reflexiona en el documental "Una mujer" sobre el desarraigo, la memoria, la identidad y el avance en la igualdad de género. Entre fotos y recuerdos, reconstruye la historia de su madre como un ejercicio íntimo que interpela lo colectivo. Se proyecta en el Malba

“No sabía que iban a pasar más películas mías, pero es una buena oportunidad para mostrar el trabajo de tantos años. Pero la verdad es que yo quería mostrar Una mujer, porque creo que es algo que nos interpela a los argentinos y a las mujeres”, admite la artista de films en los que la memoria y la identidad son cuestiones recurrentes. Meerapfel nació en Buenos Aires en 1944, hija de padres alemanes que buscaron refugio en la Argentina huyendo del nazismo. A los veinte años emigró a Alemania y allí estudió cine, ejerció el periodismo, fue programadora del Festival de Berlín y comenzó una producción fílmica que incluye tanto documentales como ficciones, donde muestra su talento narrativo. Actualmente vive en Berlín, pero Argentina siempre está presente en su mirada.
Una mujer es un ensayo documental sobre la emigración, sobre el recuerdo y el olvido que trae el exilio, y también una reflexión sobre la importancia de la memoria como ejercicio consciente. El retrato de la propia madre de Meerapfel es sólo una herramienta para tratar estos temas. La película fue preseleccionada para los premios de la Academia de Cine Alemana, que se realizarán en mayo, y cuanta con dos nominaciones por el montaje y la música.
-¿Cómo se gestó la idea de hacer Una mujer?
-Ordenando mis cosas encontré material de en 8mm de la juventud de mis padres. Me dispuse a restaurarlos, digitalizando todo aquello, y al verlo se me ocurrió contar la historia de mi madre, confrontando el ayer y el hoy, mostrando los lugares en los que vivió. Fue un lustro de trabajo, pandemia de por medio. Me parece que más allá de lo personal, en la película se ven las personas que encuentro en el camino, el destino de los lugares, cómo es el paso del tiempo. Eso le da a la película actualidad y amplía el espíritu de la trama. Es una mujer, mi madre. Pero fueron muchas otras, cada una con su particularidad. Está la historia de mi hermana, de mi padre o la mía. Es una película abierta, llena de ramificaciones.
-¿Se puede pensar como una reflexión sobre los recuerdos?
-Sí, como las fotos, y en este caso algunas filmaciones, marcan la forma del recuerdo. Uno olvida el olor, o cómo se sentía su pelo. Pero estos elementos ayudan a armar recuerdos y pensar en cómo uno congela la memoria. Y cómo se van descubriendo cosas si se intenta reconstruir esas fotos. La película es un recorrido y un descubrimiento del pasado, pero desde el presente de todos los que aparecen. Eso enriquece el relato.
-¿Las locaciones son un personaje más, de alguna manera?
-Sí, yo tenía todas las direcciones, pero fueron apareciendo detalles, personas. Las plazas enrejadas por Macri, o situaciones como la de la actual dueña de uno de los departamentos, que nos deja las llaves para ir al doctor y nos permite filmar. Eso es uno de los atractivos del film.
-¿El rol de la mujer está en pugna?
-Claro, mi madre era muy dependiente de mi padre y cuando se fue con otra mujer, de alguna manera se le complicó valerse por sí misma. Eso sucedió tantas veces, pero con los años esa postura cambió. Las mujeres somos más fuertes, aprendimos. Tenemos más caminos. Mi madre se quedó con recuerdos de los buenos años y luego sólo se dedicó a sobrevivir como pudo, con lo que le pasó o le tocó. Pero su historia es una manera de hablar de lo que me interesaba. Es el recorrido de la historia, desde mi lado. No nos pasaron cosas a nosotros solamente, sino que muchos atravesaron situaciones similares; al ver la película quizá se pregunten cómo fue su recorrido, esa es mi esperanza. Es el desarraigo, son los desaparecidos de la dictadura, son las casas en el Tigre, muchas son las historias que se cuentan mirando esta cinta. La película es íntima, lo personal ayuda a entrar en los demás temas generales.
-Con 15 películas ¿siente que ha logrado un lenguaje propio?
-Siento que siempre es la misma película con distintos disfraces. Lo que uno quiere decir, pero que lo dice de diferente manera cada vez. Las ficciones son algo distintas, pero yo amo el documental. Es una libertad total, es una aventura sin saber dónde te va a llevar el camino y donde una aprende mucho en el proceso.
Jeanine Meerapfel: mujer de dos mundos
Se presenta la obra más reciente de la realizadora y una retrospectiva parcial de su obra. Jueves 16 de febrero: a las 19, El verano de Ana; a las 21, Desembarcos.Viernes 17 a las 18: Malou. Domingo 19: a la 18, Una mujer; a las 22, El verano de Ana. Av. Figueroa Alcorta 3415.
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