La analista internacional María Haro Sly reflexiona sobre lo que dejó el encuentro en Río de Janeiro. La expansión y el peso global del cada vez más influyente espacio de contrapeso a la hegemonía estadounidense. El avance en agendas de desdolarización y alianzas en medio de crecientes tensiones geopolíticas.

Para saber más sobre la influencia de los BRICS en el Cono Sur, dialogamos con María Haro Sly, analista internacional, candidata doctoral para la Universidad Johns Hopkins (EEUU) y viajante por China y Brasil.
-¿Cuáles fueron las principales impresiones de la última cumbre de los BRICS?
–El grupo de los BRICS, originariamente integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica se ha expandido a 11 miembros incluyendo a Egipto, Etiopía, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita e Indonesia. Hoy este grupo concentra el 50% de la población mundial y más del 40% del PBI global. El Nuevo Banco de Desarrollo, la institución financiera de los BRICS, hoy presidido por Dilma Rousseff además ha integrado a Bangladesh, Colombia y está confirmado el ingreso de Bolivia y Uruguay. Argentina fue el único país que comenzó el proceso de integración al grupo y se desvinculó durante la gestión de Javier Milei.
La última cumbre de los BRICS realizada en Rio de Janeiro fue importante en un contexto internacional plagado de tensiones geopolíticas. Significó un gran avance para Brasil la visita de los jefes de Estado de la India, Sudáfrica, Egipto, Etiopía, Indonesia y los Emiratos Árabes Unidos. Contó con la ausencia de Xi Jinping y Vladimir Putin, que enviaron a sus respectivos cancilleres. Sobre estas ausencias hay muchas hipótesis en Beijing, Moscú y Rio, pero todas conducen a distintas variantes de explicaciones geopolíticas.
En lo político la expansión de los BRICS y las críticas a las políticas tarifarias y belicistas de EEUU en Medio Oriente fueron los puntos más relevantes; en lo económico la inclusión de una agenda de des-dolarización de la economía mundial, con la iniciativa de avanzar en un nuevo SWIFT y promoción del comercio en monedas locales. Temas importantes pero no simples de implementar en un grupo amplio con intereses económicos y geopolíticos disímiles. De todas formas, el desarrollo de tecnologías en este sentido está avanzando.
-¿Consideras que hay un plus en Brasil como anfitrión? ¿Se juega una parada de los BRICS en el Cono Sur?
-Brasil hace décadas que se destaca en América Latina por su política exterior, altamente calificada, conducida con mucho profesionalismo desde el Itamaraty. Es una política exterior dirigida por diplomáticos de carrera que defienden los intereses del Estado brasileño, incluso a pesar de los vaivenes políticos. En Brasil hay una distinción mucho más clara y estratégica entre el gobierno y el Estado. Por supuesto que hay matices, pero en general el grueso de la política exterior está orientado por los intereses económicos y estratégicos. Por ejemplo, durante el Gobierno de Bolsonaro, Brasil no salió de los BRICS y hasta contó con un presidente brasileño en el Nuevo Banco de Desarrollo. Brasil viene promoviendo la inclusión de países Latino-americanos en el organismo, ya están confirmados Uruguay, Colombia y Bolivia.
-¿Cómo evalúas la actitud de EEUU ante esta cumbre en su «patio trasero»? ¿Cómo se interpreta esto en la disputa comercial con China?
-Estados Unidos está en un proceso de reajuste de su estrategia internacional. La cumbre de los BRICS en Brasil tuvo efectos concretos como el aumento de las tarifas de exportación de Brasil a los EEUU en un 50%. Las tarifas surgen justo después de la cumbre de los BRICS y cuenta con aristas de la política doméstica de Brasil como las articulaciones de la familia Bolsonaro. El comercio actual de Brasil está compuesto en el 30% por las exportaciones a China y 10% a EEUU, con lo cual es posible que las tarifas de EEUU generen una aproximación aún mayor con China.
-Hubieron algunas invitaciones como a Chile, luego una cumbre de «Democracia Siempre» en el país trasandino ¿Se van alineando posiciones en América Latina?
-En América Latina hay una onda rosa mucho más centrista que la que supo haber en los comienzos de los años 2000. Pienso que las tensiones geopolíticas y las asimetrías económicas de nuestra región tanto con EEUU como con China exigen mayor articulación y coordinación regional. Si no nos unimos, generamos cadenas de valor regionales e infraestructura para la integración, será muy difícil conseguir acortar la brecha y las disparidades económicas y tecnológicas de América Latina frente a las potencias tradicionales y también a las nuevas como China.
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