Columna de opinión

Ahora bien, no debemos confundir esta situación con la configuración de establecimientos donde las decisiones de las autoridades y profesores son puestas en dudas en forma constante, orientando las acciones a una gestión que se desarrolle a partir de asambleas. Esta no son las escuelas, colegios o institutos que queremos. En ese sentido, debo responder a algunas declaraciones que he leído en posteos de redes vinculados a los colegios secundarios que tengo el honor de coordinar junto a las Rectoras y Rectores de los seis establecimientos preuniversitarios de la Universidad de Buenos Aires. Específicamente me refiero a ciertos errores conceptuales graves respecto a los cursos de ingreso del CNBA y la ESCCP.
En primer lugar, el Curso de Ingreso es justamente eso, un curso como tantos otros que se instrumentan desde la Universidad, y en ese lugar, los recursos materiales, informáticos, didácticos, como del personal docente contratado, se otorgan mientras dure el curso. Y los cursos de ingreso no son una excepción.
Incluso, si tomáramos instancias educativas mucho más cercanas, como son los sextos años del CNBA y la ESCCP, observaríamos que al no ser obligatorios para la graduación, se organizan por demanda. Si hay estudiantes se abres los cursos y sino los cursos se cierran. Me extraña la sorpresa de algunos docentes.
Por último, se denuncia que la decisión de acortar el curso de ingreso está basada en argumentos pedagógicos dudosos. Sin embargo, debo recordar que las estrategias pedagógicas deben estar en sintonía con los objetivos que se quieren alcanzar. Entonces, cuando esos objetivos vienen cambiando, como fueron la reducción de historia y geografía en ciencias sociales y la priorización de contenidos esenciales en matemática y lengua, informatizándolos a través de clases con ejercitación interactiva cuyos objetivos favorecen los aprendizajes de los aspirantes, es lógico que también se modifique la estructura del curso. No obstante, dicha decisión presenta también otras aristas que es la del sentido común. Realmente consideramos que someter a niños y niñas de doce años, que en la mayoría de los casos ya vienen con la exigencia de cumplir una doble escolaridad, a que concurran todas las semanas a recibir cinco horas de clases presenciales para que después deban estudiar los fines de semana, es de una exigencia que va más allá de los lógicos y necesarios contenidos que los estudiantes que aspiran a ingresar deben tener.
Es que tenemos que comprender que los procesos pedagógicos y didácticos como así también, los diseños curriculares, deben ser revisados y actualizados en forma periódica. Aquella escuela imperturbable a través de los años ya no existe. De manera que hay que innovar con todo el esfuerzo, el mundo actual nos lo exige.
Al cumplirse 40 años del Juicio a las Juntas, la exposición dialoga con ese momento…
El hit infantil ahora suena con una cautivante fuerza orquestal. Popi Spatocco dirige esta versión…
El aumento de precios porteño sirve como anticipo al dato nacional que publicará el INDEC…
La precarización se volvió el clima de época. El trabajo juvenil aparece fragmentado, desprotegido y…
La Bienal realizará del 17 al 26 de julio próximo con 393 postulaciones de artistas…
El anuncio generó una oleada de reacciones en la escena ibérica. Su trayectoria, marcada por…
En esa zona del Parque Nacional Lago Puelo, el incendio forestal iniciado el 1° de…
Ana Corina Sosa habló desde el estrado en nombre de la lideresa opositora. Afuera había…
El esperado spin-off ya tiene fecha de estreno y tráiler. Peter Claffey y Dexter Sol…
El cantautor catalán se emocionó al ser reconocido por la Universidad de Guadalajara, en México.…
Se trata de la concesión de Costa Salguero, cuyos ingresos superan los 65 mil millones…
Furibundo ataque del mandatario en una entrevista con un medio estadounidense. Los jefes de estado…