Estaban acusados de los delitos de tortura, abandono de persona seguido de muerte, ocultamiento de medios de prueba y omisión de denunciar hechos de tortura contra Matías Carbonell, quien estaba internado en el neuropsiquiátrico de CABA.

Según la información publicada por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), querellante en la causa en representación de la familia de Carbonell, los seis ex funcionarios del Hospital Borda – Roberto Luis Capiello, psicólogo y jefe del servicio; Fabián Gustavo Pintow y Silvia Beatriz Scheweitzer, psiquiatras que prescribían la medicación; y los enfermeros Hugo Alfredo Dospital, Ismael Ricardo Portillo y Jorge Héctor Mastricola– fueron absueltos de los delitos de tortura, abandono de persona seguido de muerte, ocultamiento de medios de prueba y omisión de denunciar hechos de tortura.
“Con demoras e irregularidades el proceso judicial, que se realizó de manera virtual, dejó ver cuál es el lugar que le asigna el Estado, y en particular el poder judicial, a las personas con padecimiento de salud mental”, opinaron desde el CELS y agregaron: “La muerte de Matías, en un hospital que debía cuidarlo y que era garante de su vida, queda sin explicación como si fuera natural un repentino estado crítico de salud. Ni siquiera se consideró negligencia por parte de los médicos en relación con su cuidado”.
Muertes tapadas
El 19 de octubre de 2010 Carbonell, de 23 años, fue trasladado de urgencia al Hospital Penna inconsciente y en estado crítico. Allí, el personal médico dio aviso a la policía tras constatar las diversas lesiones físicas y las quemaduras compatibles con pasaje de corriente eléctrica. Matías murió 24 días después en cuidados intensivos, a causa del daño irreversible que había recibido su organismo.
En diciembre de 2009 el joven había sido trasladado en forma violenta desde el Servicio 25-B al 14-22 del Borda. Sobre este sector pesaba una medida cautelar de cierre urgente por las condiciones peligrosas y humillantes en las que se encontraban las personas internadas. Sin embargo, seguía funcionando. En 2010, Carbonell atravesó una internación en condiciones denigrantes. Fue víctima de malos tratos y tortura y soportó diversas formas de violencia y hostigamiento por parte de los profesionales. Había sido elegido por sus compañeros como delegado y era el impulsor de reclamos para lograr mejores condiciones de internación.
“El resultado de este juicio –concluyó el comunicado del CELS– pone en evidencia las dificultades que deben atravesar las víctimas para lograr que el poder judicial investigue las muertes en contexto de encierro. La mayoría de las veces estas muertes quedan tapadas bajo justificaciones burocráticas”.
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