«La Oso», un unipersonal para sobrevivir al horror

Por: Belauza

Mariela Alejandra lleva al escenario el femicidio de su hermana en una obra íntima y conmovedora, atravesada por el biodrama, la memoria y una potente búsqueda artística.

La Oso es la obra de teatro de Mariela Alejandra. También, mucho tiempo antes, la hermana de Mariela asesinada en 1995 por su ex pareja, cuando sólo tenía 18 años y era madre de una beba de año y medio. La Oso era el apodo que le puso la mamá de las dos; a Mariela le puso: la Anchorena. “Era una manera cariñosa de llamarnos -cuenta Mariela el origen de los apodos-. Mi hermana era muy cariñosa y dulce, como un osito, decía mi mamá. Y a mí me decía La Anchorena porque decía que tenía muchos humos para ser de Monte Chingolo”, ríe al recordar.

Ese podría ser el trazo grueso de la historia que dio existencia a La Oso, el unipersonal que se presenta los sábados a las 21 en Poncho Teatro. La fina, la que da cuenta de los detalles que se concatenan o mágicamente se unen en un momento para definir  el sentido de eso que se quiere decir, la fue dando el tiempo, que puede ser que no cure, pero ayuda a acomodar las esquirlas para que duelan menos.  “Crecí en Monte Chingolo con mi hermana en la época de los 80, vivía a una cuadra del arroyo Las Perdices en condiciones de mucha marginalidad -cuenta como si las puntas del mismo lazo al fin se unieran-. Algo de lo que hoy me acompaña se forjó ahí con esos pibes de pelo largo que andaban por ahí, y las drogas, y cómo se vivía en esa época que para mí fue muy fascinante: era una niña y lo miraba desde ese lugar .Todo eso forma parte del relato de la obra porque me marcó mucho. Y la referencia de la actuación era la tele, que para mí era un mundo imposible: ¿cómo una niña que vivía en la cuadra del arroyo podría aspirar a pertenecer a ese mundo?”, pregunta retóricamente, a la vez que da indicios por aquello que soñó en compañía de Sandra y que hoy, a su manera, vuelve a compartir con ella. 

“A mi hermana la matan cuando tenía 20, y yo reproduje al pie de la letra la violencia que había vivido: relaciones violentas porque eso era lo cotidiano; esos eran los términos en los que se planteaban las relaciones amorosas por lo menos en lo que a mí me tocó vivir en los 90, reproducían violencia permanentemente. El tipo que te tiene ahí te forrea, te meto un sopapo, se va, viene cuando quiere, que te demuestra todo el tiempo que eso es ser el macho, y la mujer agachando la cabeza, esperando ser amada, entendiendo que esas son demostraciones de amor. Una cantidad de confusiones espantosas en las que estaban planteados  los vínculos. Hoy los podemos detectar más.”  

La precisión descriptiva indica una reflexión importante sobre aquel tramo del recorrido. De hecho a su salida de esa década, conoce un chico que después sería pareja y actual marido (Eduardo Maggiolo, también actor y a cargo de la iluminación en la obra), que le sugirió hacer teatro nada menos que con Pompeyo Audivert. “Se me abrió un mundo. Eso que habitaba dentro mío existía, era teatro. Ahí el mundo cambió para mí. No fue haberme ido de Monte Chingolo, ni haber cambiado de barrio, de trabajo, haberme encontrado con el teatro fue lo que a mí me hizo ver que había otro mundo. Tenía 31, y ahí me empecé a organizar en lo personal.” No terminó de decidirse de dedicarse al teatro, pero con Pompeyo participó en funciones de Ezeiza, La Maldonado. “Todo lo que experimenté ahí fue increíble, pero la verdad es que no me animaba mucho a actuar; en el fondo seguía haciendo la niña de Monte chingolo que miraba desde afuera, seguía en ese lugar. Por eso atreverme hoy a actuar…” y se interrumpe sola, para apenas segundos después cerrar la oración: “La verdad es que yo escribí este trabajo pensando que otra persona lo actúe”.  

Pero antes tenía que existir el proyecto, y eso sucedió cuando se embarcó en varios seminarios de biodrama de Vivi Tellas: “Agarrá este proyecto, agarralo y no lo sueltes”, dice que le dijo Tellas. Y ella no lo soltó, lo que no siempre significa poder mostrárselo a alguien, compartirlo. “El proyecto duró ocho años. No lo hice sola, no lo podría haber hecho sola jamás. Me ayudó Vivi Tellas, Laura 

Nevole que es una dramaturga, una actriz, una directora fantástica, Paula Fanelli, y otras personas también”, entre las que recuerda a Jada Sirkin, que comparte la dirección del proyecto que “no da golpes bajos, no va a lugares comunes, no baja línea, no es victimizante”. En el medio, en su cabeza repiqueteaba: ”Pruebo, pero buscamos una actriz, buscamos una actriz. Y la verdad es que el año pasado estuve trabajando con alguien que reforzaba un poco esta idea. Me decía: actuás mal, actuás mal, no lo podemos hacer; vamos a armar una puesta en escena para que la gente no se dé cuenta de que vos actúas mal.” 

Al punto tal a Mariela todavía le cuesta creer todo lo que le sucede, que dice: “Siempre era: si no lo puedo hacer yo, llamamos a una actriz”, como si ella, pese a todo su experiencia no lo fuera. Ríe cuando se le marca la manera en la que se refiere a sí misma. “En ese momento fue una crisis muy profunda. Pero en todo ese barro me di cuenta de que no se trataba tanto de mí sino de poder contar esta historia. Mi hermana tenía 18 cuando la mataron, y con el tiempo y haciendo este trabajo me di cuenta de que ella era una piba re plantada, no era como yo, temerosa, tratando de agradar a los demás. Y en un momento me di cuenta de que mi hermana era mi inspiración y que esta también era una oportunidad para mí, para superarme y hacerme cargo de mi destino. Y desde ese lugar de sentir que no podía, que el teatro no era para mí, que la actuación no era para mí, que me faltaba coraje, lo que sea que me faltara para hacerlo, de todo eso salí -dice en una especie de testamento que no detiene pese a que se le empieza a quebrar la voz-. Y me voy dando cuenta ahora que voy haciendo las funciones de que no era cierto que no lo podía hacer. Lo podía hacer.” Y lo que parece ser un cierre, concluye luego de una breve pausa: “Siento que es un regalo hermoso de mi hermana, la que me inspira, me guía, una jovencita valiente que dijo no y le costó la vida”.




La Oso

De Mariela Alejandra. Dirección: Mariela Alejandra y Jada Sirkin. Interpretación: Mariela Alejandra. Acompañamiento artístico: Laura Nevole, Paula Fanelli.Sábados a las 21 en el Poncho Teatro, Leopoldo Marechal 1219 (CABA).

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