«La quinta», una película sobre infancia, miedos y paternidades que se derrumban

Por: Belauza

Silvina Schnicer indaga con crudeza la obsesión adulta por blindar a los niños del mundo real. Un drama inquietante en clave familiar.

Una familia comandada por Rudi y Silvia va a pasar unos días felices en una quinta lejos de la ciudad. Sus tres hijos, Martín, Federico y Silvina, vagan por ahí buscando aventuras, haciendo diabluras, conectándose con la naturaleza como quien carece de contacto con ella. Sin embargo, apenas llegan, los problemas más prosaicos obstaculizan la ilusión: la casa estuvo ocupada, hubo gente viviendo durante su ausencia. Rudi, el hombre al fin, quiere convencer a los vecinos de que el culpable es Tomás, el casero del barrio, a quien pretende echar. Ante esa situación, y como si vieran el mundo que les tocará vivir, los chicos se meten a vaguear hasta que se enfrentan a algo horrible. Pero lo que podría ser un imponderable más al que la vida enfrenta a todo humano desde pequeño, para los adultos se convierte en una razón de Estado: controlar el entorno de sus crías con la fantasía de su seguridad. El espanto no puede estar lejos.

De esto y varias cosas más habla La quinta, la nueva película de Silvina Schnicer, que se estrena el jueves 5 de junio. “Me gusta relacionar el mundo de los adultos y los niños, cómo se comunican y se forma uno a partir del otro —explica Schnicer sobre las motivaciones que la llevaron a la realización de La quinta—. Pero a partir de la edición, los niños ganaron más punto de vista que los adultos. Las identidades niños-adultos se construyen una con la otra.” Y aunque el disparador fueron imágenes propias de su infancia, cuando vacacionaba en familia, el film va mucho más allá de un recuerdo familiar y también de un tiempo y un espacio precisos. “Es la motivación primera. Pero en el transcurso queda como una huella lejana. Además, el desarrollo y búsqueda de financiación llevó más de diez años, y me parece que en ese tiempo, en que me fui reapropiando de la historia, se fue actualizando.” Así entra en juego el mundo más complejo de hoy para un sector de la sociedad: la crianza de las infancias en ambientes que se consideran tan naturales como seguros; ideas preconcebidas que, en el andar, muestran poca consonancia con la realidad.

La primera versión del guion de La quinta, Schnicer la escribió cuando todavía no había rodado Tigre, su primera película. “Filmamos Tigre, después Carajita, una película que hicimos en República Dominicana. La financiación, que costaba conseguir, y sobre todo la situación del Instituto de Cine (INCAA), llevó a que se extendiera tanto tiempo La quinta. En un momento dijimos: esta película no la podemos hacer. Y tuvimos que salir a buscar coproducción afuera para volver a levantarla.”

En ese interín, Schnicer se convirtió en madre. “Recién tuve a mi primera hija cuando empecé a buscar financiación para La quinta.” “No tengo una respuesta cerrada para eso”, dice cuando se le plantea la inquietud sobre los cambios que sufrió el proyecto al empezar a vivenciar la experiencia de la maternidad. “Nunca voy a saber qué película hubiese rodado a los dos años de haberla escrito. Seguramente sería otra película. Pero también es lindo pensar que un proyecto que tiene tantos años va juntando en su camino mi propia historia de ser mamá, por un lado, y también el hecho de haber filmado dos películas en el medio: eso me hizo llegar distinto. Eso obviamente se aprovecha. Pero creo verdaderamente que cada proyecto tiene sus tiempos.”

El que corresponde a su tiempo de ahora, por el momento, se llama Las faunas, una historia del fantástico (“la primera vez que incursiono en una película de género”) que está desarrollando en España. “Ahí voy”, ríe. Habrá que ver si sucede como La quinta o si el proyecto sale según los tiempos pensados y pautados. En cualquier caso, no tendrá los avatares de una película más de autora. “En el momento de encarar la dirección, el hecho de criar en casa me ayudó para encontrar herramientas para llevar al set. Me sirvió para tener un poco más de seguridad. Porque da como mucho respeto trabajar con niños. Y también las madres de los niños de la peli fueron importantísimas: me apoyé mucho en ellas, y que ellas confíen en mí me dio mucha tranquilidad también.”

En un mundo que parece resquebrajarse todos los días, la casi obsesión de los adultos de La quinta por llenar de certezas a sus hijos resulta molesta y, por momentos, hasta agobiante: no hay forma de controlar lo que, por definición, es incontrolable, como la naturaleza y su producto principal, la vida misma. “Siento que las crianzas, dependiendo el contexto y en qué momento de la historia te parás, son muy distintas”, dice al tiempo que aclara que no tiene un pensamiento cerrado al respecto. “Tengo 44 años y la crianza de mi generación es muy distinta a lo que se plantea hoy. Y, mismo, algunas cosas que plantea la película, que yo las escribí con cierta normalidad, hoy están mal vistas: ‘estos chicos están desamparados’, me han llegado a decir. Y no lo escribí desde ese lugar. Teníamos otra libertad, y no sé si relacionar eso con inseguridad.” De ahí que no llame tanto la atención que una de las “palabras que más surgió” entre la gente que la entrevistaba o “entre quienes opinaban después de una proyección” haya sido “violencia”. Del otro lado, de las cosas que sorprenden para bien, podría decirse, está la empatía que está logrando el tema en latitudes tan disímiles a la argentinidad como Marruecos. “Sentía que tenían una comprensión muy profunda de lo que hablaba la película. Eso se agradece.”






La quinta

Dirección y guion: Silvina Schnicer. Con: Valentín Salaverry, Milo Lis, Emma Cetrángolo, Cecilia Rainero, Sebastián Arzeno, Juliana Muras, Darío Levy, Alejandro Gigena. Estreno: jueves 5 de junio.

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