La «traición» de Ruggeri y Gareca, de Boca a River, dos pases para entender la Argentina de los 80

Por: Iván Orbuch

"Traición", el libro de Iván Orbuch publicado por Milena Caserola, retrata dos pases de altísimo impacto en 1985 desde una teoría novedosa: que ese contexto del fútbol también explica a un país en tránsito de la dictadura a la democracia.

¿Puede el traspaso de 2 jugadores de fútbol producir un impacto en la sociedad? ¿Pueden esas transferencias ser un vehículo que sirva para narrar las vicisitudes de un país en tránsito de una dictadura bestial a una vibrante democracia? ¿Es posible que el contexto en que se produjeron esos pases nos sirva para entender más y mejor sobre la Argentina promediando la década del ’80 del siglo pasado? Estos son algunos de los interrogantes que surgen e intentaremos develar a lo largo de estas páginas.

El 1 de febrero de 1985, Oscar Ruggeri y Ricardo Gareca pasaron directamente de Boca Juniors a River Plate luego de varios días de negociaciones que fueron seguidas atentamente por todo el país. Cuando finalmente estamparon sus firmas en el contrato se produjo una verdadera conmoción y sus repercusiones siguen presentes hasta la fecha, aún cuatro décadas más tarde.

Vale la pena mencionar que ambos protagonistas centrales de esta historia están vivos, y al margen de sus extraordinarias carreras futbolísticas, son reconocidos actualmente, tanto en sus oficios de director técnico de numerosas selecciones de fútbol del continente uno, como en su rol de periodista deportivo en programas de cadenas internacionales el otro. Es decir, se trata de un caso inédito que, ocurrido 40 años atrás, sigue plenamente vigente en el recuerdo colectivo. Ello se debe al cariño que profesa el público futbolero hacia los actores que protagonizan esta historia y a la centralidad indiscutida de River y Boca en el deporte más popular del país.

Al día de hoy, la mirada sigue estando dividida. Para unos fue lisa y llanamente una traición, para otros fue un paso adelante en la carrera de ambos jugadores y un hito porque era la primera vez que pasaban dos jugadores de semejante categoría directamente entre un club y otro. Los pases provocaron una conmoción tan grande que algunos violentos no pudieron tolerarlo y llegaron al extremo de quemarle la casa a Ruggeri.

Cabe aclarar que el ensañamiento también estuvo del otro lado, ya que cuando River jugó de local la final de la Copa Libertadores de 1986 contra el América de Cali, equipo en el que jugaba Gareca, corrió un rumor muy fuerte. Se decía que, para congraciarse con la gente de Boca, iba a jugar con la camiseta azul y oro debajo de la roja del equipo colombiano. Nada más lejano a la realidad, ya que Gareca siempre fue una persona sumamente respetuosa. Los rumores hicieron efecto porque el futbolista fue insultado a lo largo de todo el partido por los 80 mil espectadores presentes, y según algunas versiones, amenazado por la barra brava de River.

En este punto, no puede dejar de mencionarse la crisis provocada por la política económica del gobierno dictatorial, cuyas repercusiones se sintieron con fuerza en los primeros años en que Alfonsín llegó a la presidencia. La frustración de la vida cotidiana empezó a ser llevada al fútbol, hecho visible en que prácticamente todas las semanas había hechos de violencia en los estadios argentinos.

Si nos remitimos a la historia, existieron 102 futbolistas que jugaron en River y Boca. Los que pasaron de un club a otro de forma directa fueron muchos menos. En el profesionalismo podemos mencionar a Juan José Negri, quien jugó en River proveniente de Boca en 1950. Francisco Lombardi llegó a la institución millonaria en 1961. Casi contemporáneo a Ruggeri y Gareca, Centurión arribó a Nuñez en 1986. Rinaldi y Melgar pasaron a River en 1988, ambos seducidos por César Luis Menotti quien los había dirigido en la vereda de enfrente apenas meses antes. Sergio Berti jugó en el equipo millonario a partir de 1991 y Sebastián Rambert lo hizo en 1997, siendo el último en hacerlo hace ya largos 28 años que seguramente se incrementarán en el futuro.

Rambert contó una anécdota que es ilustrativa de la rivalidad existente entre los dos popes del fútbol nacional: cuando llegó a River por primera vez, vio una pintada que decía “vacunen a Rambert que viene de Boca”. De todos los jugadores mencionados, ninguno era ídolo en el club de la ribera y el más exitoso fue la Bruja Berti que llegó a alzar la friolera de siete títulos en su nueva casa riverplatense.

Y si el pasado se dirime en el presente, hablar de los pases de Gareca y Ruggeri de Boca a River en la actualidad cobra relevancia puesto que nos habla acerca de cómo era la sociedad en los primeros años del retorno de la democracia, del rol del Estado, del papel cumplido por los representantes gremiales, de la cobertura mediática, de las presiones de los integrantes de la barra brava y del fútbol como parte de la construcción identitaria en un país extremadamente pasional como Argentina.

Conocer los detalles de esta historia, nos servirá también para interiorizarnos en los motivos presentes en la decisión de los dos protagonistas involucrados. En este punto los caminos de los futbolistas se bifurcan: mientras que uno cree que fue perjudicial para el destino de su trayectoria, para el otro fue la mejor que pudo haber tomado en toda su exitosa carrera profesional que tuvo como broche de oro ser campeón mundial con River y con la selección en 1986, algo que muy pocos lograron en simultáneo.

Cabe señalar que, en los meses previos a la partida de Ruggeri y Gareca, el presente de Boca distaba enormemente de la actualidad que hoy conocemos. Sucesivos errores dirigenciales habían mellado la economía del club. El episodio de las camisetas pintadas con marcador en el partido contra Atlanta el 8 de julio de 1984, expresa esta aseveración de forma cristalina. En términos futbolísticos, el equipo penaba por las canchas e incluso había perdido en un recordado amistoso contra Barcelona de España por 9 a 1.

Si la novela 1984 plantea un escenario distópico en el cual el futuro está radicalmente alterado, el año 1984 parece una mezcla de ciencia ficción, western, traiciones, violencia y episodios policiales a los ojos de un hincha del equipo xeneize visto desde la actualidad. Hay algo de Mad Max en ese Boca que lo torna irreconocible y una pieza arqueológica para los hinchas sub 40. «

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