La estrella de la NBA se llegó a enfrentar hasta con Trump para denunciar racismo, pero su ímpetu se chocó con los conflictos en China.

Los tuits del hombre rico blanco que duerme en la Casa Blanca no le preocupan en su espíritu a James. Menos los dichos de la periodista Laura Ingraham. Por eso convirtió ese gancho en un documental de tres capítulos en el que distintos deportistas -principalmente basquetbolistas afrodescendientes- relatan sus historias de compromiso social para cambiar el clima cultural de distintas épocas. De eso sabe LeBron, quien lideró desde su posición de privilegio distintos reclamos por amedrentamientos racistas durante los últimos años. “Aprovechemos este momento como un llamado a la acción a todos los atletas para que nos eduquemos, exploremos estos asuntos, expresemos nuestra opinión, usemos nuestra influencia y renunciemos a toda violencia y, lo más importante, volvamos a nuestras comunidades, invirtamos nuestro tiempo y nuestros recursos para ayudar a reconstruirlos, a fortalecerlos, a cambiarlos. Tenemos que hacerlo mejor», dijo al recibir un premio en 2016.
Octubre de 2019. “No voy a hablar más”, dijo el propio James cuando franquicias, directivos y jugadores de la NBA se vieron envueltos en el conflicto China-Hong Kong. “Estamos concentrados en ganar un anillo y no puedo perjudicar a mis compañeros hablando de algo que no nos beneficia. No somos políticos y este es un asunto de enormes ramificaciones políticas. Somos líderes y a veces podemos dar un paso al frente. Pero si sientes que de algo no tienes que hablar, no deberías hacerlo. Esta es una situación delicada para la NBA, los jugadores, los ejecutivos y los propietarios”, agregó.
Daryl Morey, gerente general de Houston Rockets, había pedido, vía Twitter, el apoyo a Hong-Kong. “No quiero entrar en una disputa con Daryl Morey, pero creo que no estaba lo suficientemente informado sobre la situación, pero igualmente habló. Muchas personas pudieron haberse sentido perjudicadas, no sólo financieramente sino también física, emocional y espiritualmente. Así que hay que tener cuidado con lo que tuiteamos, lo que decimos y lo que hacemos”, respondió James antes de convertirse en blanco de críticas de todos lados hasta que, paradójicamente, decidió callarse. En el medio, la NBA -o parte de la NBA- sufrió en lo económico y en lo cultural en el país asiático de 3300 millones de habitantes-consumidores. “Tenemos libertad de expresión, pero también puede derivar en muchas cosas negativas”, llegó a decir, en una frase que puede ser interpretada como autocensura en la misma persona que unos años antes había pedido que los deportistas expresen sus opiniones, que tomen cartas en los asuntos. ¿Cayó en la trampa de sentir que de todo tenía que decir algo? ¿O, como canta Andrés Calamaro, “lo aplastó ver al gigante”?
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