Las regionales andaluzas son vigiladas como un espejo del futuro español

Por: Patricio Porta

Andalucía, la comunidad autónoma del sur español, un exbastión del PSOE, donde irrumpió VOX en 2018. Se espera una victoria clara del PP.

Las elecciones regionales de este domingo en Andalucía son una prueba para el presidente Pedro Sánchez. Se trata de una comunidad autónoma del sur de España, un bastión del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) por casi cuatro décadas y el lugar donde la extrema derecha de Vox irrumpió en la política institucional en 2018. Para el Partido Popular (PP), ahora en la oposición a nivel nacional, es una victoria segura, la segunda en pocos meses después de revalidarse en Castilla y León.

Para los principales dirigentes de España, la elección en Andalucía marcará sus próximos pasos. Sánchez necesita un triunfo para disipar el pedido de adelanto de comicios generales que agita Alberto Núñez Feijóo, líder del PP, favorecido por las encuestas e impaciente por consolidar su liderazgo, luego de la renuncia de Pablo Casado en medio de una interna feroz. La izquierda de Unidas Podemos, aliada del PSOE, intenta frenar la pérdida de votos como una forma de sostener al gobierno central de coalición. En el horizonte de todos ellos aparece la amenaza de Vox.

El partido ultraderechista lleva como candidata al Ejecutivo andaluz a Macarena Olona, una diputada nacional nacida fuera de Andalucía, pero que se mantiene tercera en intención de voto, detrás del socialista Juan Espadas. El presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, del PP, espera una mayoría suficiente que le evite compartir el gobierno con Olona, un escenario probable. Ni Sánchez ni Feijóo quieren ese resultado.

“El PP no ha desbaratado las redes clientelares que los socialistas construyeron durante 37 años y las ha utilizado para sí. Moreno ha construido un liderazgo en base al modelo Feijóo: un nacionalismo regionalista que no compite con el español. Es una exploración que ha tenido éxito. Pero si pacta con Vox, Moreno rompería el discurso de renovación de Feijóo”, dice David Veloso Larraz, sociólogo y actual investigador de la Universidad de Lisboa.

Vox llevó a un acto de campaña a Giorgia Meloni, presidenta del partido neofascista Hermanos de Italia, que encabeza las preferencias para las elecciones en su país. Desde Marbella, Meloni llamó a combatir la inmigración y la “ideología de género” y defender “la universalidad de la cruz”. “El discurso de Meloni fue de agitación. Vox se ha inclinado a esta forma de entender el populismo. En Andalucía apenas ha tenido un programa y viene potenciando más la cuestión ideológica. Las encuestas no le han castigado”, destaca el analista político.

Por su parte, el gobierno de coalición que conduce Sánchez ha tenido desencuentros en los últimos meses por la invasión rusa a Ucrania, el espionaje a políticos del independentismo catalán y el giro sobre el apoyo a la región del Sáhara Occidental –y el acercamiento a Marruecos–, aunque logró administrar la crisis sanitaria y negociar los fondos de recuperación pospandemia de la Unión Europea. El PSOE, Unidas Podemos y los partidos de izquierda están obligados a mantener el pulso en cada elección si buscan preservar el gobierno central.

Según el profesor invitado de la Universidad Torcuato Di Tella, los socialistas andaluces “no han generado una corriente capaz de construir un modelo o simplemente de movilizar a su electorado”. “El PSOE ha sufrido un desgaste en Andalucía y ha tenido uno de los casos de corrupción más sonados en el panorama español. Espadas está muy afincado en la ciudad de Sevilla, donde fue alcalde, pero tiene un 30 por ciento de desconocimiento en el territorio. Y el PSOE lo pone a competir con Moreno, que tiene una valoración bastante alta”, explica.

Moreno incluso atrae a los votantes moderados. “Esa es una cuestión novedosa. El PSOE ha perdido casi 20 puntos, no ha conectado con el electorado”, sostiene Veloso Larraz, quien además señala que los socialistas perdieron en Andalucía “unos 400 mil votos en 2018, que luego sí se reflejaron en las generales”. El electorado de izquierda se desmoviliza, un hecho que preocupa a Sánchez y a Unidas Podemos.

Yolanda Díaz, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, lanzará después de las elecciones andaluzas su proyecto político que busca reunir a toda la izquierda extra PSOE, de cara a las generales de 2023. Lo que sucede en Andalucía también signará el futuro del frente amplio progresista. Por Andalucía, la alianza que nuclea a Podemos, Izquierda Unida, Más País –el partido de Íñigo Errejón– y otras fuerzas más chicas y locales, se posiciona en el cuarto lugar: un primer ensayo para el armado nacional. 

Pese a las internas dentro de UP, y las rispideces entre Díaz y Pablo Iglesias, exlíder de Podemos, el frente va tomando forma. A Sánchez le conviene que sus aliados crezcan porque así garantiza la continuidad del gobierno. “El PSOE necesita que el espacio político de Yolanda sea fuerte. El gobierno de coalición goza de buena salud, pero no está capitalizando los logros de la gestión en intención de voto”, afirma el académico, que observa una serie de complicaciones.

“El discurso del cordón sanitario contra Vox ya no interpela. Estas elecciones se leen en clave de valoración de lo que ha hecho Moreno y no de las conquistas del gobierno central: el crecimiento de la economía un 4,1, los fondos europeos, la reforma laboral, la figura de Yolanda, que es la política mejor valorada de España. Dentro de los partidos de la coalición hay pretensión de que el gobierno llegue hasta el final”, apunta Veloso Larraz. Pero también advierte: “Queda un año y medio para la elección general y Andalucía es una plaza fundamental para ganarla”.  «

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