La agrupación de música y danza comandada por Yanil Abu Aiach presentará este jueves "La Paz del Fuego", su segundo disco. La cita será en Hasta Trilce.

“Coordino el proyecto desde que se inició, pero las decisiones son de todas”, arranca y deja establecido que sí, como al feminismo, las jerarquías le molestan. “Siempre toqué bombo y percusión, y candombe un tiempo. Antes tenía otros proyectos, tocaba con otros musiques y un día me decidí a impulsar un proyecto propio. También daba clases. Se me ocurrió la idea de hacer un ensamble de bombos legüeros.”
-¿Por qué?
-Era el instrumento que más me daba, más vibra me provocaba. En su raíz africana, su toque colectiva que era una de las cosas que más me gustaba del candombe, su cosa de calle. Entiendo que es un instrumento de raíz afro que quedó como amputado culturalmente por el genocidio rápido que sufrió la población negra en la Argentina. El bombo había quedado en el folklore como adjunto a una formación clásica de guitarra y violín, que eran instrumentos de características mestizas europeas.
Este jueves 12 se presentan en Buenos Aires, en Hasta Trilce (Maza 177). Allí van a mostrar La Paz del Fuego, su segundo disco. Además de bombos legüeros y tambores, ahora hay guitarra, violoncelo, vientos, ronroco y otros instrumentos melódicos, conservando y adaptando la danza a una “búsqueda más sutil de sonido, porque sutiles son las experiencias como grupa. Empezamos a cantar más, palabra hablada y lírica, porque había una necesidad musical de esos instrumentos”. Y que estará en Spotify porque “tenés que avanzar sobre otras formas virtuales y queremos que llegar a la mayor cantidad de gente posible”.
Nada de lo hecho por mujeres antes les es ajeno. Yanil recuerda a “Mercedes (Sosa) tocando el bombo, era muy buena bombista aunque no se lo destacara así”, también a Mariana Carabajal que le dio otra impronta al folclore. Pero lo conmovedor es “la cantidad de mujeres que se compraron bombos. Muchas mujeres se acercaron a hacer algo: ‘cómo hago para hacer esto’; más de una decía que su novio o su hermano tocaban bien pero ellas no podían. Y no era cierto. Hay una cultura que manda a la mujer al piano, como mucho -para que toque en las reuniones familiares-, pero le parece mal que tenga un bombo entre las piernas. Y antes de que Europa copara la parada la música era de todes: impusieron la idea de que el músico tenía que tener capacidad, ser virtuoso y estar en un escenario. Legüereale rompió un poco eso: la música no pide permiso, cualquiera puede hacer música. Legüereale fue abrir eso, contagiar esa energía y que las mujeres salgan e hicieran lo que tenían ganas. Desde ese lugar el aporte es contundente”.
Legüereale. «La Paz del Fuego». Jueves 12 de marzo a las 21 en Sala Hasta Trilce, Maza 177.
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