Un trabajo que parece más una tesis sobre Puerto Rico que un álbum de género. El séptimo disco del astro puertorriqueño es osado, mutante y no pierde la esencia del rey de los algoritmos.
Lo que comenzó como reggaetón para divertirse viró a un canto de lucha, ritmos distintos, lenguaje soez entre variables y constantes. Es un disco de esos que necesita recorrido para que el tiempo le haga justicia.
Con esta elección de título, Benito da a entender de cierta forma que se baja del ring por el primer lugar. Si en “Mónaco” de su disco anterior (Nadie sabe lo que va a pasar mañana) canta “Hace rato me quité del trap, yo se lo dejé a Eladio”, en esta versión 2025 directamente se va de la charla por el número uno global de las plataformas de streaming de música. O, al menos, eso dice él.
Es una producción que mezcla salsa, plena, bachata, mambo y hasta guaracha, con las marcas inconfundibles de Benito: el autotune como pincel maestro, letras que oscilan entre la nostalgia y la fiesta, y una cadencia que no le debe nada a nadie.
Canciones cómo «NuevaYol» y «Lo Que Pasó en Hawái» abordan las tensiones de la diáspora y el desplazamiento, mientras que «Baile Inolvidable», una salsa electrizante y uno de los puntos altos del disco, celebra la vida con el mantra: «La vida es una fiesta que un día termina».
La narrativa del disco no es sutil, pero ¿acaso debe serlo? Benito no es Rage Against The Machine cantando contra el imperialismo ni Orishas añorando los tiempos de la Cuba que nunca existió. Es Bad Bunny. Y si logra que un par de distraídos sepan algo más de la historia y el presente de Puerto Rico entre perreo y shots de ron, suena bien, incluso mejor que el disco.
En términos estrictamente musicales, el disco es un ejercicio de dualidad. Las constantes: la cadencia inconfundible de su voz, las letras que se desplazan entre lo vulgar y lo poético, y el ADN reggaetonero siempre presente. Las variables: una paleta sonora que se abre a lo inesperado y que termina de profundizar una veta más nostálgica que el artista empezó a explorar en “Un verano sin ti”.
«Voy a Llevarte a PR» es reggaetón puro y vintage, un throwback que recuerda por qué Benito es el rey del género. «Weltita», con su sabor bachatero, brilla como una de las mejores canciones del disco siendo quizás la letra más aborrecible de todas. «Pitorro de Coco», un mambo que suena como si en un acto de gracia divina Tainy y MAG hubiesen sido poseídos por una uña del espíritu de Celia Cruz.
En Debí tirar más fotos, Bad Bunny convoca a una legión de artistas de Puerto Rico que van desde Rainao, Chuwi, Omar Courtz, Dei V y los Pleneros de la Cresta, lo que colabora en esta narración de ritmos y resistencia boricua.
Pese a los aspectos positivos desde la intención, la ejecución y el contenido del disco, del que hablaremos más adelante, a este álbum de 17 canciones le sobran unas cuantas. «Veldá» y «Ketu Cre» que no aportan mucho al menú. Por momentos, el disco parece un rompecabezas con piezas de distintos tamaños y formas, como si Benito no quisiera despegarse por completo de lo que lo hizo rey, pero tampoco pudiera resistirse a experimentar.
Respecto al contenido en sí, como algo sumamente positivo y sin desmerecer en absoluto al género y los artistas del mismo, es probablemente uno de los discos con más data e información del género urbano en reggaetón en bastante tiempo. Por la búsqueda y el concepto, más cerca deBarrio Fino de Daddy Yankee que de Colores de J. Balbin.
Desde la gentrificación hasta las referencias a la insurrección de Lares, el disco se convierte en un recorrido por las luchas y las alegrías del pueblo boricua. Los visualizers del disco, sencillos pero efectivos, van pasando como diapositivas en una exposición de la historia desde sus inicios hasta la colonia que es hoy, la cultura y la fauna de la isla. Un intento del conejo malo de dejar un legado cultural más allá del éxito que supone su empresa.
Dentro de la paleta de colores de este disco: “Voy a llevarte a PR” y “Eoo” se destacan como los reguetones vintage del disco, “Baile inolvidable” tiene todos los pergaminos de las canciones imperecederas y es una salsa realmente emocionante, “Turista” es una de esas canciones que se cantan a los gritos o se pasan directo sin escucharlos.
Debí Tirar Más Fotos es un disco mutante, como Puerto Rico, lleno de contradicciones y bellezas. Si es el último gran capítulo de Benito como rey del streaming, entonces es una despedida digna. Y si no lo es, bueno, siempre habrá más fotos por tirar.
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