Por Claudio Mardones, periodista
La designación de Potocar como primer jefe policial de Rodríguez Larreta fue la elección de un puente de plata para transitar la transformación institucional más trascendente y determinante que vivió la PFA desde que fue creada por Juan Domingo Perón en su primera presidencia. El último director de Comisarías de la Federal fue uno de los sobrevivientes de las purgas que condujo la exministra de Seguridad Nilda Garré en 2010, cuando Cristina Fernández resolvió crear ese ministerio luego de la toma del Parque Indoamericano en Villa Soldati.
Desde marzo de 2011 Potocar quedó al frente de la comisaría tercera y desde entonces mantuvo su carrera ascendente por la buena relación que mantenía con los mandos civiles del flamante ministerio. Antes de jurar el último cargo que detenta, su historial profesional incluye un paso por la escuela del FBI de los EE UU, y aporta muestras de un crecimiento meteórico: 35 años como numerario de la Federal, con un destacado paso «en el ámbito de las superintendencias de Seguridad Metropolitana, Drogas Peligrosas, Asuntos Internos e Interior de la PFA».
La historia de Potocar en la Federal es impecable para el gobierno porteño, que elige omitir, por supervivencia o complicidad, la serie de investigaciones que lleva el fiscal de distrito de los barrios de Núñez y Saavedra José María Campagnoli, que indaga desde hace una década la corrupción policial en la zona norte porteña, donde la Comisaría 35 juega un papel tan crucial, como el procesamiento que dictó esta semana el juez de instrucción Ricardo Farías contra dos subalternos de Potocar: la comisaria inspectora Susana Aveni y el subcomisario Marcelo Stefanetti.
Ambos, como la cantidad de funcionarios que ya deambularon en ese expediente, son parte del funcionamiento estructural de la Federal que, según demostró Campagnoli, todavía no ha cambiado con la metamorfosis que conducen Rodríguez Larreta y Ocampo. En menos de cuatro meses ya nombraron a nuevos comisarios en las 54 seccionales y ahora se prepararan para entrar al inexpugnable Departamento Central de Policía, de avenida Belgrano, la casa matriz de la vieja fuerza azul y un punto de control territorial tanto o más determinante que los comisarios, gracias al rol de las brigadas de calle, otra parte de la autonomía policial, y una asignatura todavía pendiente para una gestión que desde hoy tiene en Potocar al protagonista de la primera minicrisis para Larreta, desde que la Ciudad tiene una sola policía, como si fuera una provincia más. «
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