El Banco Central Europeo pronosticó una desaceleración de la actividad a nivel mundial y un alza de las tasas de interés. El cuadro conspira contra el repunte exportador que espera el gobierno para salir de la recesión.

“De cara al futuro, se prevé que la actividad económica se desacelere en 2019 y se mantenga estable a partir de entonces”, señaló el documento de ese organismo. Eso significaría un viento de frente para la Argentina, que apuesta a que el mundo se interese por sus productos (abaratados por la fuerte devaluación de este año) y tenga dinero para comprarlos.
Aunque es presidido por un italiano, Mario Draghi, el BCE se encuentra bajo fuerte influencia alemana (de hecho, su sede está en Frankfurt) y no admite desvíos de su meta principal, que es contener la inflación dentro de la Unión Europea. Por eso empezó a subir sus tasas, al igual que lo está haciendo la Reserva Federal en Estados Unidos. En previsión de esas políticas, la entidad hizo una advertencia a sus países asociados que bien valdría para la Argentina, que tiene dos tercios de sus bonos y títulos nominados en dólares. “En el caso particular de los países con gran carga de deuda, mayores esfuerzos de consolidación son esenciales, ya que los altos niveles de deuda los vuelven vulnerables a cualquier futuro declive o inestabilidad de los mercados financieros”, anticipó.
A ese panorama se suman los temores de que se intensifique la guerra de tarifas entre Estados Unidos y China. La administración de Donald Trump amenaza con aumentar los aranceles a las importaciones para frenar la avalancha de mercancías originarias del Este asiático y su reciente reunión con Xi Jinping, durante la reunión del G20 en Buenos Aires, no dejó muchos resultados concretos. Un aumento indiscriminado del proteccionismo podría complicar los planes de Argentina para colocar sus productos, principalmente de origen primario, en esos mercados.
Las complicaciones en el frente externo podrían ser letales para la administración de Mauricio Macri, que ya tiene problemas en el ámbito doméstico. Tal como contó Tiempo en su edición del domingo 23 de este mes, los motores con que contaba el gobierno para sacar la economía de la recesión muestran muchos problemas, en particular por la caída de financiamiento para los proyectos de participación público-privada (PPP) y la necesidad de reducir los subsidios que reclaman las petroleras para invertir en el yacimiento Vaca Muerta. Si se confirman los presagios del Banco Central Europeo, el horizonte sería aún peor.
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