El artista franco-español que generó un estilo único y de influencia global transita un mes de múltiples celebraciones. Cómo se gestó “Próxima estación… Esperanza” y qué lo hace único.

Así, al borde de sus 60 años (los cumplirá el próximo 21 de junio), este trovador reggae punk celebra hoy las dos décadas de su segundo disco solista, Próxima estación… Esperanza. De adolescente, el cantante y guitarrista parisino había armado un grupo junto a su hermano y su primo -Joint de Culasse- para luego formar parte de bandas underground de la capital francesa tales como Hot Pants y Los Carayos, hasta que en 1987 comenzó lo que fue su proyección internacional: Mano Negra irrumpió en los escenarios con una energía inacabable y, en los rankings, con himnos inoxidables como “Mala Vida” o “Señor Matanza”.
Tras la disolución de la banda, en 1998 lanzó su debut solista Clandestino y, tres años después, Próxima estación… Esperanza, que en poco más de 45 minutos reúne 17 temas que son clásicos de lo que podríamos llamar “cancionero popular internacionalista”, a saber: “Merry Blues”, “Bixo”, “El Dorado 1997”, “Promiscuity”, “La primavera”, “Me gustas tú”, “Denia”, “Mi vida”, “Trapped By Love”, “Le Rendez Vous”, “Mr. Bobby”, “Papito”, “La chinita”, “La marea”, “Homens”, “La Vacaloca” e “Infinita tristeza”.
Se trata de una obra conceptual basada, está claro, en la idea del viaje. Pero no de cualquiera; aquí lo que importa es el camino, no tanto la llegada. Tan es así que en las vocalizaciones escuchamos idiomas variados: se dan cita el español, gallego, francés, árabe, portugués e inglés. Su prédica combativa, que se explicita en las letras y se insinúa en la mixtura ritmos, logró lo que casi ningún otro representante de esta corriente artística pudo: alcanzar la masividad. Sin ir más lejos, el track “Me gustas tú” cuenta, al día de la fecha, con más de 188 millones de reproducciones solamente en Spotify. Canción de esas que hay cada vez menos, en la que dialogan la simpleza de una declaración amorosa celebratoria sin rodeos con la complejidad de la geopolítica. A esta altura, es imposible recordar la estética de comienzos de la década del 2000 en Latinoamérica y los suburbios europeos sin rememorar el videoclip de este hit global.
Con el paso de los años, el vínculo del músico francés y nuestro país se hizo cada vez más profundo: desde el concierto a beneficio de Radio La Colifata en el estadio de All Boys en 2005 (con todo el staff del medio de comunicación presente en el escenario) hasta la publicación de “La vida tómbola”, esa hermosa oda a Diego Maradona, a quien Manu Chao cantó mirándolo tiernamente a los ojos antes de fundirse en un abrazo fraterno. El 30 de diciembre pasado, también, publicó una imagen alzando un enorme pañuelo verde con la leyenda “¡Felicidades Argentina! ¡Gran día en Argentina!”.
Los veinte años de Próxima estación… Esperanza resultan una oportunidad no sólo de escucha y disfrute de un disco, sino también de reflexión en torno a las temáticas tratadas: ¿hemos llegado finalmente a dicha estación o todavía estamos transitando ese largo camino?
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