El gran dramaturgo y director analiza "Baco polaco", su reciente producción. "Mis obras buscan recuperar la libertad y celebrar la experiencia humana en su complejidad", expresa.

“Me apasiona esa condición de desteñir que tienen los mitos. Es como cuando una prenda destiñe: parte del color va a parar a otra”, explica Kartun. “Cuando estudio los mitos, confirmo que circulan de civilización en civilización. Son relatos que contienen cierta sabiduría y se adoptan como tal. El mito se hereda y se transforma”.
En relación específica a Baco polaco, Kartun señala: “Es una versión del mito de Las Bacantes, que conocemos por Eurípides, ubicada en la herencia cultural de la fiesta de Carnaval. El Carnaval conserva la idea de las bacanales; coincide con el Purim hebreo o los Saturnales romanos. Y yo hice un guiso de mitos, un pastiche (risas)”.
Sobre el origen de la obra, afirma: “No hay voluntad intelectual previa: hay descubrimientos e impulsos azarosos. Hace 20 años fantaseábamos con montar tragedia griega en un festival. Aquel proyecto no se armó, pero la idea quedó y emergió después”.
Kartun reflexiona sobre la fiesta perdida: “El concepto del paraíso perdido está ligado al estado festivo y decadente de las viejas civilizaciones, donde se podía abandonar el propio estado, caer en alucinación y ver la vida desde otro punto de vista. La danza producía estados extáticos: los pueblos bailaban hasta morir. La cultura judeocristiano censuró la fiesta, la infantilizó. Hoy nos disfrazamos como niños, cuando antes los adultos buscaban ser otro, asumir un papel distinto. La represión es ajustarle la pinza a la red conceptual que nos construimos para ser ‘normales’. La fiesta permite salir de sí, mirar la propia civilización desde fuera”.
El dramaturgo investigó ampliamente sobre carnaval y posee un archivo gráfico extenso. Señala que en la Argentina se redujo a la fiesta infantil: “Hasta la adolescencia podés jugar porque no sos adulto productivo. La fiesta se reserva para quienes están regidos por el impulso hormonal. Al entrar en producción, ya no podés ser otro que el que construiste: ese es útil y dócil al modelo productivo. Es fascinante ver cómo la civilización domesticó la fiesta”.
Baco polaco se centra en una tribu misteriosa que, en los años treinta, recorría pueblos de La Pampa organizando orgías con una vitrola de manivela, ocho discos de pasta y una orquesta de jazz, logrando que los gauchos entraran en frenesí durante el Carnaval. Aunque sus obras no son lineales, Kartun capta climas sociales y refleja el presente. “En Baco polaco sobrevuela la tragedia y se personifica en el villano trágico. Vi cómo la historia se relacionaba con la atmósfera político-histórica actual. Sin metáfora, hoy el centro está en el odio y el resentimiento de los humanos, algo que se ve en ciertos personajes políticos significativos. Hay miedo a lo nuevo, a las sexualidades disidentes y a las mujeres empoderadas: el villano se aterroriza ante una fiesta escandalosa, pero desea someter a una mujer. La paradoja es el deseo y el miedo al propio deseo”.
La reflexión puede relacionarse con la no tan reciente, pero sí «inolvidable» presentación de Milei en el Movistar Arena. Kartun responde: “Fue la parodia de la fiesta. Basada en el odio, lo contrario a su esencia. Es el carnaval del carnaval, disfrazarse de fiesta movido por pasiones tristes, impulsos tanáticos. Definitivamente, allí no está la fiesta”.
Kartun también aborda la relación entre teatro y discurso político: “Mis obras buscan creatividad en los lenguajes del poder. Los discursos de Milei usan la metáfora del mandril para desacreditar críticos, aludiendo al sexo anal como forma de sometimiento. Aunque no fui consultado sobre eso, me recuerda a un verdulero de mi barrio. Hacía chistes sexuales con frutas y, en carnaval, se disfrazaba y travestía para vivir su sexualidad con libertad. La murga era un espacio liberador. Eso se pierde cuando los barrios desaparecen; aún quedan defensores que enseñan la coreografía, que usamos en la obra”.
A modo casi de conclusión, el dramaturgo y director señala: “La civilización intenta domesticar la fiesta y la expresión sexual. Mis obras buscan recuperar esa libertad simbólica y celebrar la experiencia humana en su complejidad. Baco polaco es un homenaje a la fiesta, la transgresión y la memoria cultural, recordándonos que la historia y el mito siguen vivos en nuestro presente”.
Guión y dirección: Mauricio Kartún. Elenco: Aníbal Gulluni, José Mehrez, Paloma Zaremba, Soledad Bautista, Nahuel Monasterio y Luciana Dulitzky. Jueves a domingos a las 20 en Teatro San Martín, Av. Corrientes 1530 (CABA).
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