Sin padre, sin marido y sin Estado investiga las tensiones de mujeres organizadas dentro del liberalismo de Javier Milei.

-¿Cómo fue la construcción del objeto a estudiar teniendo en cuenta que la primera parte del libro anticipa sobre la incomodidad de la investigación?
Melina Vázquez: -La incomodidad es un hilo conductor de nuestro trabajo, y de las mujeres que entrevistamos con los mundos de los que forman parte y es algo que también les pasa a muchas mujeres feministas. Mientras investigábamos había mucha difusión tanto aquí en Argentina, como en otros países, esta idea respecto de que las mujeres votan al progresismo y los varones votan a la derecha. Nos parecía que había una simplificación y que ahí había una pregunta que era un desafío intelectual y a la vez con nuestros colegas, porque también hay objetos de estudio que son contaminantes. Estudiar a las derechas es algo que para muchos es un reto porque hay una idea de que la derecha se la combate, no se la estudia. Entre las cosas que descubrimos fue que estas mujeres estaban muy incómodas, las más grandes con sus familias, y los mandatos sobre ellas como esposas, el no poder ir a la universidad e incómodas también en relación con otros feminismos. Tomamos a las mujeres que en principio se reconocen dentro del feminismo liberal, no todas se reconocen feministas, nos interesa pensar los fenómenos políticos a contrapelo.
Carolina Spataro: –Una pregunta que nos hacemos todo el tiempo al investigar junto con Melina y con estudiantes, tesistas, en las clases, es ¿cuáles son los temas que se pueden convertir en objetos en las ciencias sociales? ¿sólo estudiamos aquello que se nos parece? ¿aquello que nos cae bien? ¿con lo que acordamos? o ¿es posible hacer preguntas, explicar, entender, mundos en los que no circulamos? Ese es un punto indispensable para el análisis de lo social, porque el mundo en donde circulamos es muy pequeño. En ese sentido el libro tiene un carácter performativo dado que las pone a todas juntas y las explica como parte de un fenómeno contemporáneo, pero existen desde antes de que pusiéramos nuestra mirada sobre ellas.
-Eligieron las historias personales, la etnografía para acercarse, ¿por qué?
CS: -Hacemos mucho énfasis en eso porque se podría estudiar la participación de las mujeres en el mileísmo leyendo las redes sociales, pero eso hubiese sido tal vez una mirada un poco lineal del fenómeno y lo que le da la profundidad es el trabajo de tipo etnográfico, participar de sus encuentros, leer sus libros, ver las redes sociales, obviamente, entrevistarlas, seguirlas, encontrarse más de una vez, preguntarle a lo largo del año y pico que hicimos trabajo de campo, qué pensaban sobre sucesos más recientes. Cosas que ellas podían decirnos a nosotras en confianza y que no podían publicar en redes. Por otro lado, lo de los puntos en común con otros feminismos para nosotras fue sorprendente, algunas leen a Simone de Beauvoir, también aparece Butler, generan encuentros de mujeres liberales, hablan del acoso sexual en los espacios políticos, de la dificultad para conciliar vida familiar y vida laboral, política, el tema de la defensa personal, tener educación financiera, manejar el dinero.
MV: -Hay como una sensibilidad feminista desde abajo que tiene que ver con esas prácticas y con lecturas consagradas del feminismo con las que ellas discuten, pero es un insumo para su conversación. Tal vez los términos que utilizan algunas son distintos, entonces hay una conversación, tal vez sin marco teórico, una sensibilidad con la que ellas también piensan un poco su práctica. Nos parecía que la idea del backlash era un poco autocentrada, que esto solo podía existir como una reacción. Esto nos permitió ver que más allá de que algunas van a picantearla a algunas manifestaciones y saben que llevar una serpiente a una movilización del 8 de marzo, genera controversia. Vimos que había ahí una profundidad mayor que el sticker o el meme del backlash que no permitía comprender, entonces quisimos ver las capas y un hilo común que había, tal vez sin saberlo, con otros debates dentro de los feminismos.
-Algunas de ellas lo toman a Milei como un puente o como una oportunidad…
CS: -Tienen una sensibilidad que es liberal y también feminista preexistente a Milei, esta no nació en el 2020 ni en el 2021, ni siquiera en el 2019. Tiene su orígen muchísimos años antes para las mujeres más grandes y también para las de mediana edad. Sin dudas Milei es la oportunidad para muchas de ellas que militan en el liberalismo hace años, sobre todo las mujeres más grandes y no habían tenido una figura que recoja tantos votos y tanto interés y una oportunidad para tener un gobierno liberal o libertario para las más jóvenes, pero el libro habla de una sensibilidad y que excede sin duda a su figura.
-¿De qué manera estas mujeres problematizan las desigualdades si piensan que el Estado no debe intervenir?
MV: -Lo problematizan, pero no hablan de las desigualdades del capitalismo. Ellas creen que el capitalismo es una oportunidad para las mujeres. Hay una crítica muy fuerte a la idea de que la mujer víctima con el Estado va a poder resolver sus problemas de desigualdades. No es solo reivindicar el mercado, sino también poner en crisis la idea de que el Estado va a resolver los problemas de las mujeres.
CS: -No hablan de patriarcado justamente porque no hacen una crítica por izquierda al sistema capitalista, hay una lucha por los significantes a la que ellas consideran apropiación. Si el colectivismo es de las zurdas, se van a decir anticolectivistas, aunque en la práctica ellas se reúnen, se juntan, arman red de mujeres con propósitos, las más grandes o encuentros de mujeres, las más jóvenes. Buscan también construir su identidad en oposición. Hay una lucha por el mérito, por llegar ahí porque lo merecen, pero a la vez saben que las leyes de cupo, de paridad garantizan la participación de mujeres en espacios políticos en donde es realmente muy difícil. Ellas dicen: “Si es difícil para el peronismo, para el radicalismo, para la izquierda, para nosotras es doblemente difícil porque está lleno de varones”. Hay tensiones entre sus argumentos y la práctica.
-¿Cómo fueron cambiando posicionamientos a través del cruce generacional entre las mayores y las más jóvenes?
MV: -Hace poco hicimos un trabajo de campo en un evento en el que habló Milei, era un espacio bastante chico, un espacio de conversación entre liberal libertarios de muchos países con una fundación internacional muy importante auspiciando, en un momento hablaban dos diputados, y una de las pibas de 23 años se levantó, pide hablar y dice: “acá estamos todos de acuerdo con que estamos en contra de los privilegios” y todo el mundo, sí, sí, sí, sí, sí, y continuó: “ entonces yo le pregunto a los diputados, cuándo ustedes van a hacer un proyecto de ley para derogar los pasajes que tienen para moverse”. Fue picante la pregunta y fue desfachatada en un contexto lleno de varones grandes, que no discutirían esa idea.
CS: Incluso las más jóvenes, que serían la tercera generación que pudimos ver en la investigación, que no están a favor del aborto. Estas mujeres consideran que son temas del pasado, lo mismo con la identidad de género, algunas de ellas, las más jóvenes dicen, «no sé si tenemos que discutir sobre el concepto de ideología de género, tal vez que saquen el género del DNI y ya”, eso lo vemos en pibas que tienen 20, 19, 20 años, como discusiones que para su tiempo de vida son discusiones viejas. De alguna manera hay unas discusiones dadas y esta generación dice: “quiero tener mi plata, quiero tener autonomía”. Para ellas eso es un problema, porque si vos no tenés el dinero para independizarte de tu marido, de tu padre o si dependés de un plan o de una política estatal, al final no sos autónoma.
-¿Qué pudieron observar entre las generaciones que investigaron?
MV: -La convergencia entre las generaciones es importante, porque las señoras liberales tienen un perfil de clase muy distinto de las de las pibas que son el sujeto del mileísmo, son más las que entraron en la pandemia, que ven su vida totalmente atravesada por la precariedad y por la dificultad de resolver su agenda económica. Entonces, no es una relación con las finanzas y la criptomoneda donde ellas van a ser grandes inversoras, sino un manejo práctico y cotidiano con la plata. El paralelismo sería los cryptobros, los que hablan, los que piensan que hay que invertir, pero no son pibes que están invirtiendo en la bolsa, comprando acciones. Son pequeñas inversiones que tienen que ver con sobrellevar la propia vida cotidiana.
-¿Cómo reaccionan ante las declaraciones conservadoras de referentes del mileísmo?
CS: -La mayoría está adentro del Movimiento Liberal Libertario con diferentes posiciones, muchas de ellas se preguntan si esto es liberalismo justamente por el avance conservador dentro del movimiento o qué hacemos acá, qué hacemos con algunas declaraciones públicas de Milei, de Laje o de Marquez, a estos dos últimos los consideran de derecha. Ellas, ninguna, en ningún caso se presentan como mujeres de derecha. Milei no, Milei es el presidente al que votaron, por el que militaron y por ahora están ahí adentro. Eso no quiere decir que no le genere incomodidad alguno de sus dichos o alguna de sus posiciones y que se hagan preguntas.
MV: -Para las señoras liberales y para los liberales en general, dicen que las formas les generan contradicción, o ¨los liberales no somos así, no hablamos así¨. Después a algunas les molestan los discursos antifeministas, esto de asociar a gays con la pedofilia, estas cosas molestan porque obviamente, por ejemplo, las dos impulsoras, tal vez más importantes de una de las fundaciones que estudiamos, son una pareja gay. O sea, toda esta gente sigue estando en el espectro ideológico, pero no se sienten representados por el mileísmo e inclusive tienen el temor de que, si Milei fracasa, qué va a pasar con el liberalismo.
En los tres meses que el libro lleva de circulación, las autoras hicieron cerca de medio centenar de intervenciones públicas, notas en medios y presentaciones, una de ellas en la universidad del Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina (UCEMA) y encuentran un interés por abrir diálogo entre feminismos.
CS: -Lo más interesante de para nosotras es la circulación del libro que está abriendo una pregunta tanto desde el feminismo liberal que nos dicen a nosotras, ¿hay una silla para nosotras en la mesa del feminismo progresista? ¿Es posible establecer una conversación? Y desde los sectores progresistas nos preguntan si ¿es posible establecer agendas comunes?
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