Memoria y balance II: la música argentina salió a la cancha como nunca

Cinco River completos de Airbag, dos de María Becerra en formato 360° y dos de Los Piojos; cinco Vélez de Lali, cuatro de Emilia, dos de Milo J, uno de Dillom; tres Ferro de Miranda!, dos de Babasónicos y Los Fabulosos Cadillacs; tres Huracán de La Renga; ocho Tecnópolis de Tini. La lista podría seguir varios párrafos más.

Con este breve pantallazo es sencillo aventurar que el año musical transitado en este 2025 que empieza a ser historia será recordado por la proliferación de shows de estadios de artistas locales, un hecho inédito que, en principio, se perfila como el inicio de un cambio de época.

Hace apenas dos años, el balance anual había dejado cifras comparables a la de los ’90, cuando The Sacados cantaba “Paren de venir”, en alusión al aluvión de figuras internacionales que actuaban en el país. En contraposición al 2023, este año deslumbra por la gran cantidad de grandes conciertos locales de gran escala y la caída de shows y convocatoria de artistas extranjeros.

Es cierto que hubo algunos tanques internacionales que sacudieron la grilla, como el caso de Oasis, que en su gira de regreso hizo una parada en nuestro país con dos fechas en River; la bestia pop Dua Lipa, que cautivó a los argentinos también con un par de conciertos en el Monumental; y Shakira, que ya no llora y facturó tres noches en Vélez.

Kendrick Lamar también anduvo por Núñez en una noche de rap y hip-hop de alto vuelo; Katy Perry y Kylie Minogue armaron sus respectivas fiestas pop en el Movistar Arena; y Green Day y Guns N’ Roses instalaron a Huracán como escenario alternativo ante la carrera de las grandes productoras por asegurarse el monopolio de los principales estadios.

Otras visitas de lujo resultaron las de Olivia Rodrigo, aunque es difícil medir su impacto debido a que actuó en el marco del Lollapalooza Argentina; Twenty One Pilots e Imagine Dragons.

No faltaron leyendas como Sting, The Pretenders, Iggy Pop, Patti Smith, Billy Idol, Rod Stewart, Lionel Ritchie, Stewart Copeland, Nile Rodgers; ni faltaron cancelaciones de conciertos –Morrissey, un clásico- y visitas y reuniones polémicas –Sex Pistols–.

Pero lo cierto es que, aunque mencionado de corrido parezca mucho, se trata de un porcentaje decididamente menor a la cantidad de shows internacionales que recibió históricamente nuestro país. Y, a su vez, ninguno de estos conciertos reunió la cantidad de espectadores que concentraron, por ejemplo, Airbag en River, Lali en Vélez o Tini en Tecnópolis.

Es imposible brindar una explicación sencilla y monocausal de este fenómeno. Requiere de un análisis desde varias disciplinas, además de la necesidad de plantear algunas salvedades. Es fácil entender los River de Los Piojos por tratarse del regreso largamente esperado de una banda masiva, pero las preguntas se superponen cuando se piensa en otros casos.

Proyección internacional

Una de las explicaciones que aparecen claramente en determinados casos es que los propios artistas locales han logrado una proyección en otros países que les confirió un estatus de figuras internacionales y eso se refleja en las taquillas nacionales.

Duki, Bizarrap, Ca7riel & Paco Amoroso y Lali son algunos ejemplos de figuras que se han convertido en caras conocidas en las arenas y festivales extranjeros, por lo que no es alocado imaginar, a la hora de producir, que están en condiciones de llenar cualquier cancha de fútbol argentina. Sólo Lali lo hizo este año, pero el resto bastaría con programar una fecha para comprobarlo.

En el plano artístico, con el rock cada vez más cómodo en su sitial clásico y con escasos espacios de visibilidad de la escena alternativa, el pop y la mal llamada «escena urbana» continuaron con un sostenido ascenso que pareciera no encontrar nunca su techo.

Sin dudas, el cetro de gran ícono pop contemporáneo está en manos de Lali. La artista se mantuvo en el centro de la escena a partir de su disco No vayas a atender cuando el diablo llama. Su hit “Fanático” fue un golpe de nocaut en la pública escalada dialéctica con el presidente Javier Milei, al sonar en toda marcha opositora de cualquier tipo.

También mostró su intimidad en una serie documental en Netflix y reforzó su imagen como símbolo de lucha por la diversidad sexual al ser banda sonora de la Marcha del Orgullo de noviembre pasado y al invitar a Sandra Mihanovich a entonar a dúo “Soy lo que soy”, en su última fecha en Vélez. El 2026 le depara a Lali, en principio, un River.

El viral Tiny Desk de Ca7riel & Paco Amoroso, sumado al envión que les había dado el disco Baño María, proyectó al dúo a nivel internacional, aunque en la segunda mitad del año se replegó para trabajar en su demorado sucesor.

El gran salto de calidad del trap lo dieron Cazzu y Milo J, con sus respectivos discos Latinaje y La vida era más corta. La jujeña sorprendió al mezclar con interesantes resultados los ritmos urbanos con el folklore argentino y latinoamericano. En su producción, la salsa, el merengue, el bolero, la baguala, la chacarera y el tango se fusionan con pulsos y sonoridades modernas.

Más acotado en géneros,  pero más audaz y profundo, Milo J se sumergió en los cantos originarios y en la música ciudadana para ampliar el horizonte del rap y el hip-hop, eludiendo imposturas de marketing.

Discos determinantes

En el territorio discográfico del rock argentino, en tiempos de autoversiones con invitados especiales, los históricos Fito Páez –Novela-, Divididos –Divididos– y Babasónicos –Cuerpos Vol. 1-, entre otros, rompieron el molde al lanzar sendas producciones con composiciones originales.

Del lado del rock independiente, Winona Riders consolidó un 2025 de franco crecimiento. La banda, que viene de la escena local y mantiene un pie firme en la tradición rockera, lanzó su último disco, No hagas que me arrepienta, que combina riffs nebulosos con sensibilidad contemporánea y letras que capturan la ansiedad y el humor de esta generación. Su ascenso se inscribe en un movimiento más amplio: bandas como Las Tussi, con su apuesta de rock guitarrero y actitud riot, y otras propuestas de la escena under como Buenos Vampiros, Kill Flora y Mujer Cebra, también lograron resonancia en festivales y plataformas digitales.

A nivel internacional, existe unanimidad en señalar a Lux, de Rosalía, como el disco del año. Más aún, algunos críticos y académicos se animan a anticipar que se está frente a un evento cultural que dejará profundas huellas.

El tiempo dirá si estas afirmaciones exageran o no. La realidad es que, así cómo había virado del pop flamenco al minimalismo conceptual con Motomami, la española volvió a dar un volantazo, esta vez hacia una propuesta sacro orquestal sobre la que construyó su propia Torre de Babel. En el plano lírico, la celebración de la terrenalidad de su trabajo anterior mutó a un plano espiritual en busca de redención.

Los argentinos tendremos la posibilidad de ver el nuevo show de Rosalía cuando se presente en los primeros días de agosto de 2026 en la arena ubicada en el barrio porteño de Villa Crespo.

Debí tirar más fotos, la nueva producción de Bad Bunny en la que pone a un costado al trap para explorar los ritmos tradicionales de su Puerto Rico natal, también se destacó y sonará en vivo en nuestro país en 2026.

Quien también movió la aguja discográfica pero, lamentablemente, no llegó a estas tierras, a pesar de brindar un multitudinario show en Brasil, fue Lady Gaga, con Mayhem.

Entre las leyendas del rock mundial que siguen en la ruta, Paul McCartney se llevó el primer premio al retomar su Got Back Tour con decenas de fechas en Estados Unidos. En tanto, AC/DC está de vuelta y Iron Maiden no detiene su marcha, y ambos anunciaron escalas en Buenos Aires en 2026.

Pérdidas irreparables

Por supuesto que, como todo balance, hay un espacio dedicado al In Memoriam. Parecía inmortal porque había sobrevivido absolutamente a todo, pero en este 2025 se produjo lo impensado: murió Ozzy Osbourne.

Su despedida pública pareció planificada. Pocos días de su fallecimiento, el “Príncipe de las Tinieblas” había pisado el escenario del Villa Park de Birmingham, el lugar donde todo había empezado, para brindar el concierto final de Black Sabbath. Back to the Beginning lo mostró como un monarca absoluto, sentado en su trono y rodeado de celebridades que lo reconocen como su principal inspirador.

Otra de las grandes pérdidas del año fue la de Ace Frehley, el único e irremplazable “Hombre del Espacio” de Kiss. El humeante guitarrista había definido el estilo clásico de la banda a partir del sonido de su Gibson Les Paul. Y para los amantes de las canciones perfectas, el 2025 será recordado como el año en que hubo que decir adiós a Rick Davies, una de las mitades creativas de Supertramp.

Si algo deja claro este 2025 musical es que la escena argentina alcanzó un nivel de autonomía y proyección inéditos, aunque con matices. Entre estadios llenos, discos que cruzan fronteras y artistas que consolidan su legado, se confirma que la música local ya no depende exclusivamente de comparaciones internacionales. Al mismo tiempo, la escena under enfrenta cada vez más dificultades: la crisis económica, la falta de apoyo institucional y la precariedad estructural limitan su expansión y visibilidad. Corren tiempos de desigualdad casi extrema, donde conviven la repercusión masiva de algunas figuras con la tenacidad silenciosa de quienes siguen construyendo música sin garantías, recordándonos que la riqueza del ecosistema cultural argentino no se mide solo por la venta de tickets.«