Es uno de los humoristas más populares de la Argentina. Su risa y su histrionismo suelen encender carcajadas que se multiplican en forma geométrica.

Desde hace dos años es presentador de su propio ciclo llamado Pachu Stream Master, a través de la plataforma digital Luzu TV.
-¿Cómo pensás que tu camino terminó siendo el humor?
– No sé. Cuando era chico miraba mucha televisión, me pasaba horas mirando series y programas de humor. Siempre soñaba con estar ahí. La tele era como algo central en mi vida, tenía ideas, ganas… Y se terminó dando.
-¿El famoso se dió?
-Busqué, insistí. Pablo tenía un programa, yo lo miraba, conocí a un amigo en común, me propusieron sumarme y ahí empezó todo. Todo a pulmón, diría Lerner.
-¿Cómo fueron esos primeros tiempos en el canal de tu ciudad?
-Nosotros buscábamos auspiciantes, tocábamos miles de puertas para convencerlos que nos dieran algo para pagar el estudio y a los camarógrafos. Fuimos creciendo, vinimos a Buenos Aires y se dio. Arrancamos de abajo.
-¿Cómo eras en la escuela?
-No era muy buen alumno, te soy sincero. Pero era un buen compañero y me ayudaban. Era bastante tímido, tenía bajo perfil.
-¿No eras el cómico de la clase?
-Para nada. Era más el que daba las ideas para hacer una joda o algo. El ideólogo para que otros más valientes la ejecuten. El cabecilla de la maldad (risas). Siempre me gusto reírme y ponerle buena onda.
-¿Fuiste deportista?
-De los 9 hasta los 24 jugué al rugby. Era de familia. Mi viejo jugaba, mi tío, mis hermanos y mis primos. Fútbol también, pero más para divertirse, el rugby era distinto, competimos, nos preparábamos, entrenamos duro… Jugaba de ala, de 6. Para mí uno de los mejores puestos. Muy arriba de la pelota, todo el tiempo, corría mucho, tacleaba mucho, era bueno en defensa. Tenía buen estado, era de esos que dejaba todo.
-¿Hoy te cuidás?
-Sí, trato. De moverme, de ver qué morfo. Las giras y el laburo te hace derrapar, no es fácil, más con el paso de los años. Te acostás tarde, comés lo que encontrás o te dan… Pero tratamos de mantenernos lo mejor posible.
-¿Algún plato favorito?
-Soy simple, nada gourmet. Un buen arroz con manteca y queso rallado, con un huevo frito arriba, es un manjar. Por ese plato vuelvo al rugby y le meto un tacle al que se me ponga adelante.
-¿Nunca sushi o comida macrobiótica?
-Cuando hay hambre, no vamos a mentir, lo que venga. Una vez un verano me hicieron una nota en Punta del Este, dije que mi plato preferido era arroz con manteca y me dijeron que no podían poner eso, que no era el perfil de la revista (risas). Me pusieron que mi comida favorita era salmón con alcaparras, sobre colchón de hojas verdes (más risas).
-¿Cómo recordás la década del ’90 cuando explotó tu popularidad?
-Saltar de un canal de Rosario a las pantallas nacionales fue un gran paso. Enorme, te diría. Telefe estaba lleno de figuras y se veía no solo acá, también en Perú, Chile, Uruguay, Paraguay… Nos dimos cuenta rápido que te veía todo el mundo.
-¿Fueron diez años?
-Sí, del viejo Videomatch, sí. Hicimos de todo. Fueron años maravillosos. Conocimos mucha gente, viajamos, estuvo lindo. Me quedaron lindos recuerdos, pero no añoro mi paso por Videomatch.
-¿Cuál fue el viaje que más te marcó?
-Muchos. Todos estaban buenos. De los últimos, con Sin codificar fui a la Fiesta de la Cerveza en Munich, un lugar al que siempre soñé ir y nos matamos de risa, disfrazado de Jürgen. También una final de la Champion, en Berlín, que jugaba el Barcelona de Messi contra la Juventus de Tévez. Fue inolvidable, además Lío se bajó del colectivo para darme una nota. Terrible. También me acuerdo que en ’93 ganamos el Martín Fierro, entonces Marcelo nos invitó, a todo el equipo, a Estados Unidos, al Mundial 94.
-¿Qué haces si estás de mal humor y tenés que grabar o actuar?
-Si tengo que laburar, soy muy profesional. Trato de dejarlo de lado, luego lo enfrentaré o lo solucionaré como pueda. Trato de meterme rápido en lo que me toque, ocuparme con algo que me saque de lo que me pone mal, es lo mejor, voy por ahí. Tengo claro que mi misión es divertir a la gente, que los demás la pasen bien. Esperan eso de vos y tenés que dárselo. Después, cuando terminás, te subís al auto y manejás con cara de culo, como todos. «
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