Aunque crece el malestar con el gobierno, los hombres de negocios pujan para que no se les escape la oportunidad de concretar su agenda de reformas, especialmente la laboral.

El silencio llamó mucho la atención, porque los hombres de negocios venían siendo muy activos en el apoyo a los dos proyectos más controversiales del gobierno nacional: la ley Ómnibus y el decreto en cuestión.
También festejaron la decisión del presidente Javier Milei de convocar a los gobernadores provinciales para suscribir el denominado Pacto de Mayo.
La ley Ómnibus y el DNU plantean un horizonte de desregulación total de los negocios y propician todas las reformas por las que el lobby de las corporaciones viene trabajando pacientemente desde hace años.
Pero, consumado el traspié del jueves, los empresarios no emitieron comunicados oficiales sobre el tema, ni se pronunciaron en redes sociales o en los medios tradicionales.
No es que ese respaldo se haya diluido, de hecho, hay empresarios que dialogan con diputados desde antes de que se votara en el Senado.
Lo que complica la negociación, elemental para el avance de la política, es el propio gobierno, su estilo de conducción y la permanente polarización con casi todo el espectro político, incluidos sectores de su propio espacio.
Como suele pasar en estos casos, los cabilderos de las empresas presionaron a los senadores para asegurarse de que no rechacen el DNU.
Pablo Blanco, senador de la UCR por Tierra del Fuego, contó durante el debate que el miércoles recibió llamadas de empresas beneficiarias del régimen de promoción de la isla patagónica. No mencionó alguna en particular, pero la más importante es Mirgor, cuyo accionista mayoritario es el empresario Nicolás Caputo.
Blanco destacó uno de los llamados en el que le dijeron: “Fijate cómo vas a actuar porque este gobierno nos está apoyando. Pensá en las críticas que está recibiendo el régimen y tené en cuenta las consecuencias que se pueden dar si los senadores de Tierra del Fuego se oponen”.
En los pasillos del Senado circuló la versión de que los operadores eran dirigentes industriales, entre ellos el propio Caputo, que salió a evangelizar a los legisladores de Juntos por el Cambio a pedido de Milei.
La intención del presidente, según la versión, era boicotear las negociaciones de la vicepresidenta y titular del cuerpo legislativo, Victoria Villarruel, con los jefes de los bloques opositores. Ese fuego cruzado, uno de los escándalos de la semana, lo saldó el presidente al negar la interna y culpar al Grupo Clarín al que acusó de haberse convertido en la “nueva casta” y de mentir intencionalmente, despechado por el quite de la pauta oficial.
En el recinto, el senador Blanco reconoció que la presión de Caputo y amigos lo hizo dudar, pero finalmente votó en contra del DNU.
El interés de las empresas está claro desde que se supo que la normativa se redactó en estudios jurídicos asociados a las grandes empresas. Uno de los estudios lleva el apellido del titular de la Unión Industrial Argentina y dirigente alimenticio, Daniel Funes de Rioja.
Así planteado, el fracaso del DNU en la Cámara alta proyecta una sombra espesa sobre las posibilidades de una reversión en Diputados, pero las fuerzas del lobby están dando la pelea desde el minuto cero.
Campaña en Diputados
La misma noche del rechazo en el Senado, Eduardo Elsztain, hombre del círculo rojo, titular del Grupo IRSA y referente central de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), aprovechó un evento en Córdoba para acercarse al gobernador local, Martín Llaryora.
El cordobés fue uno de los gobernadores apuntados por el presidente a mediados de febrero por el fracaso de la ley Ómnibus. Esta semana tres legisladores que le responden políticamente fueron claves para que se cayera el tratamiento de la nueva movilidad jubilatoria en Diputados.
Unas pocas horas después se produjo el encuentro con Elsztain en el que, según trascendió, al gobernador directamente le pidieron que interceda por la aprobación del DNU.
Los empresarios saben que el mayor desafío es hacer que el presidente y su equipo suspendan la confrontación generalizada, para aportar a un marco de diálogo que favorezca los resultados. Ese reclamo se escuchó en el Amcham Summit 2024, de la cámara de comercio argentino-estadounidense, donde formalmente se valoró la tarea de Milei, pero informalmente hubo más dudas que otra cosa.
Entrevistado en la ocasión, el titular de la Cámara de Diputados, Martín Menem, correspondió los elogios con la confirmación de que el primer objetivo del gobierno es la reforma laboral contenida en el DNU y en la ley Ómnibus. Fue un guiño y un pedido de apoyo a una cámara privada que crece vigorosamente y que, si mueve bien sus fichas, podría sumar más de un valioso poroto.
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