
Como si se pudiera volver el tiempo atrás, el gobierno impulsa una reforma de la Ley de Trabajo que pretende borrar la historia de conquistas laborales de un plumazo. Si la jornada de 8 horas fue la primera demanda que organizó a los trabajadores frente a la explotación brutal del capitalismo temprano, nos encontramos hoy con que esa conquista está bajo asedio. Son muchos los trabajadores argentinos que trabajan 9, 10, 12 horas; en un solo trabajo o combinando varios. Tiempo nadie tiene. Lo tienen todo los patrones. El pluriempleo es el síntoma de la época. Y ahora vienen por una reforma laboral que pretende avanzar y consolidar en el derecho esas jornadas de hasta 12 horas. El banco de horas es la cristalización de esa apropiación del tiempo por las patronales. Dispondrán con libertad de nuestro tiempo.
Como si pudiera volver a la configuración de fábrica de principios del capitalismo, la reforma laboral de Milei pone fin a la ultractividad. Concretamente esto significa que todos los derechos conquistados a través de la convención colectiva vuelven a foja cero una vez cumplido su plazo administrativo. Para la docencia universitaria, que tiene su convenio colectivo conquistado hace apenas diez años, esto significaría que la licencia de embarazo se reduzca a la mitad y perder todo el régimen de licencias relativo a la formación permanente que implica nuestra tarea. Significaría también perder el nomenclador salarial y la carrera docente. Nos enfrentamos a la posibilidad de que haya en cada universidad condiciones de trabajo completamente disímiles y a una fragmentación del colectivo trabajador y del sistema universitario todo.
Esta reforma laboral expone el proyecto de Javier Milei: el país que el Fondo Monetario Internacional está armando. Se vuelve palpable en esta reforma aquello que Rodolfo Walsh decía en 1969: “Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las cosas».
Este jueves lxs trabajadores tenemos una cita con la historia, esa que deja claro que siempre que fuimos de a uno a plantear algo al patrón salimos perdiendo. Invito a todxs lxs que vivimos de nuestro trabajo -a todos aquellos que no hemos heredado ni tierras ni fábricas- a leer la reforma laboral del gobierno y encontrar un artículo, tan sólo uno que sea a nuestro favor. Si no aparece, es porque esta reforma propuesta por Milei es una revancha de las patronales sobre los trabajadores. Por eso, este jueves nos encontramos quienes vivimos de nuestro trabajo a abrazarnos en las plazas públicas de nuestro país, para frenar la reforma laboral. Porque si hay algo que nos enseña la historia, es que nadie se salva solo.
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