Rocambole y El Jardín de los Fantasmas: Los Redondos, las pinturas y la vigencia de un artista incomparable

Rocambole despliega sus fantasmas junto al Cementerio de La Recoleta. El artista plástico, icónico por sus tapas de los discos de Los Redonditos de Ricota, los descifra a los 82 años: “A muchas de mis últimas obras, que están expuestas ahora en el Centro Cultural Recoleta, las hice durante la pandemia: me surgían una cantidad de fantasmas y tenían que salir a la luz”.

Alude a la muestra Rocambole y El Jardín de los Fantasmas, que se inauguró en el CC Recoleta el 17 de diciembre y reúne pinturas, acuarelas, y varias de sus obras legendarias para Los Redondos. ¿Qué lo sorprende? “A los últimos trabajos de esta muestra los estuve haciendo en este 2025. Veo que aún duran esos fantasmas”.

Y Rocambole se conmueve con ellos: “Cuando yo hago un trabajo pictórico me sumerjo en mi mundo -sonríe- y trato de expresar algunos de mis fantasmas, como dice el título de la muestra”. En el pasillo de la Sala 13 del Centro Cultural Recoleta (Junín 1930) se exhiben muchas de sus poderosas obras para la banda de rock, y en las Salas 13 y 14 hay piezas que pertenecen a distintos años. ¿Cómo es verlas juntas?

“Con el Director del Recoleta, Maximiliano Tomas, acordé que una parte tuviera que ver con el desarrollo gráfico que yo realicé con Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, y que también hubiera trabajos pictóricos que originaron ideas gráficas para la parte de diseño. Así que hay un diálogo”.

Rocambole y El Jardín de los Fantasmas se podrá visitar, sin costo para residentes y argentinos, de martes a viernes de 12 a 21 y los sábados, domingos y feriados de 11 a 21. “Hubo una tarea investigativa que hizo Natalia Famucchi, la curadora de la muestra.

Y también una búsqueda, porque muchos de esos trabajos, algunos originales y algunos resultados gráficos, ya se habían perdido”, cuenta Ricardo Cohen, alias Rocambole, también conocido como El Mono, y radicado en La Plata desde niño. “Pero algunos coleccionistas atesoraron muchas de esas piezas y tuvieron la gentileza de aportar parte de su colección”.

Por eso el texto curatorial agradece “a los coleccionistas Fernando Urbina, Jorge Rodríguez, Leandro de la Fuente, Leticia Musolino y Lucas Casal”. También allí hay una concisa biografía sobre Rocambole, que nació en Buenos Aires el 12 de mayo de 1943 y “es un artista que habita varios mundos a la vez.

Su obra escapa a las etiquetas: es a la vez popular y culta, cotidiana y profunda”. Y bajo su seudónimo, nacido de un folletín francés del siglo XIX, “creó un universo visual que mezcla rebeldía, resistencia y poesía”. Basta ver los cuerpos -solitarios o entrelazados- que dibuja y pinta: sus dolidos fantasmas interpelan a la humanidad.

Rocambole y su relación con el arte

Rocambole se graduó en la Facultad de Artes de la Universidad de La Plata con los títulos de Profesor y Licenciado en Pintura, donde fue Vicedecano desde 2005 hasta 2019, y ejerce la docencia desde 1984. Además, llegó a Prosecretario de Arte y Cultura de la UNLP. “En 2004 obtuvo el premio Rock & Pop por la mejor tapa para disco en 40 años de rock nacional.

También participó en muestras colectivas y recorrió el interior con exposiciones individuales. A su vez, dictó conferencias sobre diseño y arte, y realizó clips animados para conciertos de rock y en cine de animación”, enumera el texto curatorial del CC Recoleta.

Es clave, para entender la muestra Rocambole y El Jardín de los Fantasmas, lo que escribe la curadora Natalia Famucchi: “La saga de Rocambole comienza mucho antes del Jardín de los Fantasmas. Sin embargo, aquí se reencuentran personajes que, quizás, ni siquiera se validan entre sí”.

Y Famucchi prosigue: “Algunos maduraron, otros mutaron de forma, otros se disiparon. El dibujante ha puesto a sus criaturas a dialogar con un entorno sombrío a mediados de los ‘70. Y, mientras comenzaba a configurarse la contracultura a contrapelo de los infortunios, aquellos seres tan maravillosos como incognoscibles se apoderaban del estilo siniestro de un fenómeno magnífico”.

Y remata: “Ni siquiera en los garabatos de los pequeños volantes o afiches pudo el maestro librarse del encuentro con lo ominoso”. ¿Coincide Rocambole? ¿Qué temas universales atraviesan su trabajo? “Probablemente problemas típicamente humanos -responde a Tiempo Argentino-. O sea, situaciones más bien filosóficas del humanismo. El preguntarse ¿para qué estamos y hacia dónde vamos? Muchas veces me preocupan situaciones de conflicto, de lucha de la humanidad o de peligro. Por ejemplo, ahora me está dando vueltas el asunto de la minera de Uspallata, Mendoza, con su proyecto para contaminar el agua. Estaba pensando en trabajar algo alrededor de eso”.

Y allí llevará su mirada crítica sobre lo social, el poder y la cultura. No casualmente, en 2025 presentó la edición ampliada de Rocambole. Arte, diseño y contracultura, el libro que reúne su recorrido como ilustrador, diseñador y creador de universos visuales ligados a la música. ¿Cómo observa a lo contracultural en lo pictórico?

“En general -dice Rocambole-, yo veo a las artes plásticas que transcurren dentro de las galerías de arte y los museos. Por otra parte veo manifestaciones pictóricas que se realizan a lo mejor en la calle, como los grafiteros. Veo grandes ideas que se proyectan en esa zona que todavía no es de la cultura oficial aceptada”.

Y se queda pensando en las ideas que lo sobrevuelan para futuras producciones: “En general, parto casi siempre de lo más humilde: de una hoja de papel y un lápiz. Después empiezo a darle vueltas a la cosa. Quizás escaneo el pequeño dibujo que hice y lo toqueteo un poco con la computadora. O sea, lo digitalizo y lo trabajo, y a veces también imprimo eso que hice y luego lo intervengo manualmente encima: me gusta la relación que hay entre lo artesanal y lo digital. Y si me convence, trato de expresarlo pictóricamente en un formato más grande: en una tela”, detalla.

De todas maneras “yo soy bastante indeciso a la hora de hacer un trabajo -siente Rocambole-. Entonces hago incontables bocetos y pruebas: nunca me quedo conforme. Pero guardo muchas veces esos bocetos y, más tarde, los encuentro con otra mirada. Veo algunos y digo: ‘Pero éste no estaba tan mal, o este otro podría ser’. Y, de hecho, con unos amigos que se dedican a la imprenta hicimos un par de libros en los que presentamos muchas de esas ideas que no salieron a la luz en su momento, pero que se hicieron libro: el mencionado Rocambole. Arte, Diseño y Contracultura y De regreso a Octubre. Lo que quedó en el tintero”.

Los libros atestiguan un camino, como la muestra en el CC Recoleta, a la cual asistirán fanáticos de Los Redondos de distintas épocas y edades: muchísima gente joven se fascina, a la par de lo musical, con las tapas, afiches y entradas a conciertos que dibujó y pintó Rocambole. ¿A qué se debe?

“Yo todavía no desentrañé ese misterio -dice-. Me asombra porque, en general, las situaciones del espectáculo musical tienen un nacimiento, un ascenso y una cumbre. Después hay una pequeña meseta y una suave decadencia o caída. Pero me sorprende que pase tanto tiempo y que Los Redondos no sólo tengan vigencia en aquellos que lo vivieron, sino en generaciones nuevas”.

Pero aún no tiene respuestas claras. “La verdad, yo todavía no pude establecer una teoría coherente acerca de eso -reconoce Rocambole-. Lógicamente, hay muchas formas, no sólo musicales, que tienen que ver con generaciones nuevas. Pero a mí me fascina ver la vigencia que han tenido y que siguen teniendo Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota”.

Aunque Rocambole no mira hacia atrás: la muestra en el CC Recoleta lo moviliza y el futuro aguarda. A sus 82 años, él sabe muy bien lo que anhela: “Yo solamente deseo poder estar en condiciones de seguir produciendo algunas situaciones de tipo visual. Por ahora, eso es solamente mi ambición. Veremos cómo se despliega”.