El vocero Manuel Adorni argumentó que el cierre del Instituto Nacional de Semillas “significa ahorros de unos mil millones de pesos anuales”. Sin embargo, desde el sector lo contradicen: “Mintió o tergiversa la realidad a fin de ganar adeptos a su discurso de acabar con el Estado”.

Silvana Babbit fue presidenta del INASE hasta hace pocos meses y trabajó en el organismo desde su creación. En diálogo con este medio, defendió el rol del instituto como brazo ejecutor de la Ley de Semillas: “El INASE no es otra cosa que el que lleva a cabo en territorio el cumplimiento de la Ley de Semillas, que tiene tres objetivos. Uno es promover una eficiente producción y comercialización de semillas en todo territorio de la Nación. Dos, garantizar al productor agropecuario la calidad de la simiente que adquiere. Y en tercer lugar, proteger la propiedad de las creaciones fitogenéticas, es decir, que el que obtiene sea reconocida su devolución en el cobro de las regalías”.
“La ley se cumplía incluso antes de la creación del INASE, porque lo hacía la Secretaría de Agricultura. En el 91 se crea el INASE y a los 10 años lo disuelven, en 2001, y lo vuelve a recrear el Congreso en 2004. No es la primera vez que lo disuelven. Llama la atención que ciertos gobiernos quieran disolver el INASE. Es llamativo, afirmó Babbit.
Pero más allá de la cuestión institucional, Babbit puso el foco en el argumento utilizado por el vocero presidencial, Manuel Adorni, para justificar la eliminación del organismo: el supuesto ahorro de 1.000 millones de pesos. “El vocero Adorni mintió cuando dice ‘nos vamos a ahorrar mil millones de pesos’. Mintió o tergiversa la realidad a fin de ganar adeptos a su discurso de acabar con el Estado”, afirmó.
“El INASE no es como el Ministerio de Salud o el de Desarrollo Social que vive de los impuestos de los ciudadanos. El INASE es un organismo recaudador. Recauda con los aranceles anuales de los operadores, más la venta de estampillas, más las multas, más servicios que presta, por ejemplo, en sus laboratorios. Esos mil millones son los sueldos del personal, pero ¿de dónde salen? De la propia recaudación del Instituto Nacional de Semillas. No le saca un peso al bolsillo de la famosa figura de Doña Rosa, recalcó la expresidenta.
Profundizando en esta cuestión, la técnica experta en semillas afirmó: “Si sobra plata del ejercicio, esa plata va al Tesoro de la Nación. El Tesoro igual lo puede devolver al INASE, porque en realidad lo recaudó el INASE, o puede quedárselo. Entonces, es mentira eso de los mil millones. Ahora sí van a generar un bache de mil millones, porque ¿con qué van a pagar los sueldos? No va a haber tal ahorro porque no hay erogación, no hay déficit fiscal por el INASE, en tanto y en cuanto es un organismo recaudador”.
Más allá del aspecto económico, la expresidenta alertó por el impacto técnico y productivo de la desaparición del organismo. “¿Cómo se va a ejercer el control de la producción y comercio de semillas? ¿Quién va a controlar la calidad de las semillas que los productores adquieren? ¿Quién va a controlar que una planta de cítricos de vivero esté libre de enfermedades? ¿Quién va a entregar las estampillas o códigos QR? ¿Quién va a inscribir las variedades? ¿Quién va a salir a campo a detectar problemáticas de producción de semillas que hay que abordar desde el Estado?”, enumeró.
Según Babbit, el sistema que garantizaba esos controles se fue fortaleciendo especialmente desde 2004, cuando se implementó una fuerte regionalización del instituto. “Porque la Argentina es un país muy grande y vos necesitás estar en territorio con los productores, haciendo lo que nosotros llamamos una política cara a cara con el productor. No podés hacer resoluciones normativas desde un despacho a dos cuadras de Plaza de Mayo”.
“Con la regionalización se desplegó este trabajo de acercamiento a los productores y por supuesto que crecimos mucho más en eficiencia. A veces se largaban resoluciones con desconocimiento del territorio, y eso lo corregimos. Hoy no sabemos qué va a pasar con las oficinas regionales del INASE. Espero que no sean tocados nuestros agentes que están en el interior, que son los que día a día, de lunes a viernes, salen a fiscalizar y a dialogar con los productores de semillas, con los viveristas, con los laboratorios”, agregó al respecto.
Actualmente, según Babbit, el INASE contaba con solo 236 agentes. “No estamos hablando de 1.000, ni de 2.000, ni de 3.000. Estamos hablando de 236 agentes intentando cumplir la Ley de Semillas en todo el territorio del país. Con 236 es bastante complicado. Lo que pasa es que, como yo digo siempre, como todos decimos, los del INASE somos máquinas de trabajar”, afirmó para dejar en claro el rol de los laburantes del organismo ahora extinto.
*Artículo publicado originalmente en Bichos de Campo.
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