El presidente de Brasil designó a Marcela Tedeschi, de 33 años, al frente de un plan social.
Temer ha puesto a jugar a la primera dama en un intento por relanzar su imagen, hacerse más conocido y con aire más familiar, al mismo tiempo que lanzó la campaña
«Brasil tiene que salir del rojo», en la cual sostiene que sus problemas de gobierno son producto de la herencia de Dilma Rousseff, de quien fue vicepresidente hasta mayo pasado, antes de desplazarla del poder. Temer no recibió ninguna herencia, sino que buscó el poder junto a la mayoría de los legisladores.
La nueva estrategia para mejorar la imagen del gobierno se ha puesto en marcha con la designación de Marcela Temer, una joven 43 años menor que su marido y nacida en el interior de San Pablo, en Paulinia, que estudió Derecho y circula por las ciudades brasileñas con seis custodios.
Se trata de Marcela Tedeschi, de 33 años y madre de «Michelzinho», el hijo de ambos, quien ofreció su primer discurso en el Palacio del Planalto como «embajadora» del programa «Niños felices» que apunta a la asistencia social en la primera infancia.
«Los cuidados en la primera infancia ayudan a inhibir actitudes violentas en la adolescencia. Este compromiso con el presente es para que el futuro sea más feliz», dijo en su discurso «Marcela», como la llamó varias Temer junto con sus ministros.
La aparición en escena de Temer había sido demorada debido a que el gobernante prefirió esperar dejar pasar la campaña electoral para las municipales del domingo.
En ámbitos gubernamentales se considera que la presencia de Marcela intentará hacer más amistosa la imagen de un gobierno que apenas tiene una mujer ministra, la abogada general de la administración.
La ofensiva en pro de una mejor imagen incluyó el pago de una página de publicidad del gobierno en los principales diarios del país para dar un paso más en el tono político utilizado luego de haber sido acusado de «golpista» por Dilma Rousseff y la izquierda en general, en las manifestaciones bajo el lema «Fuera Temer.
Así, pasó a acusar abiertamente a la herencia recibida de Dilma Rousseff, de la cual fue vicepresidente, para explicar su plan de gobierno.
El objetivo de Temer, dice la propaganda, es «sacar a Brasil del rojo» con doble sentido, por las cuentas públicas con un déficit de su gestión de unos 54.000 millones de dólares y por el color del Partido de los Trabajadores.
«Vamos a sacar a Brasil del rojo para volver a crecer», es el título de la campaña que apareció en los diarios y se expandirá en la radio y la televisión.
En el Congreso comienza tratarse la próxima semana la enmienda constitucional que limita el gasto público y es una de las banderas presentadas por Temer y su ministro de Economía, Henrique Meirelles, ante los inversores internacionales y las principales centrales industriales, que presionan para este tipo de medidas y así evitar un ‘impuestazo’.
Sin citar a Rousseff, la publicidad indica que «el gobierno federal encontró una situación muy grave en las cuentas públicas» y pone en la lista 14 puntos negativos de la gestión de la ex mandataria, que terminó el 12 de mayo cuando fue suspendida del cargo y luego destituida el 31 de agosto por el Congreso en juicio político.
«Cuando un gobierno gasta más de lo que recauda el que paga la cuenta es usted», dice el texto, que cuestiona proyectos de infraestructura sin terminar, cita pérdidas en las estatales Petrobras y Eletrobras y cuestiona al banco de fomento Bndes por financiar obras en otros países.
La campaña publicitaria, cuyo valor no fue revelado transcurre luego de que se conociera una encuestas de Ibope, según la cual el gobierno de Temer es respaldado por el 14% de la población y que el jefe del Estado carece de la confianza del 68% del electorado.
Es más, la encuesta indicó que aumentó de 25% a 31% la percepción de que el gobierno de Temer es peor que el de Rousseff.
En las elecciones municipales del domingo el PT tuvo uno de los peores desempeños de los últimos 15 años, al dejar de controlar 388 alcaldías, entre ellas la estratégica San Pablo.
En Río de Janeiro, el ex presidente Lula minimizó el resultado y dijo que forma parte de la «belleza de la democracia y de la alternancia en el poder», pero horas después la policía federal informó que presentó cargos por corrupción contra el ex mandatario por supuestamente beneficiar un contrato de la multinacional brasileña Odebrecht en Angola.
Temer fue compañero de fórmula de Rousseff en 2010 y 2014, como parte del sistema vigente en Brasil, calificado de presidencialismo de coalición, que repite el actual gobierno con varias fuerzas, entre ellas el Partido de la Social Democracia Brasileña.
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