Un perseguido que dejaba huellas de barro

Por: Miguel Rep

Miguel Rep recuerda a Oesterheld a quien conoció poco antes de su desaparición. Una historia que ayuda a reconstruir sus últimos días y a conocerlo más íntimamente.

Tenía en mis manos un hermoso original de «Ticonderoga», Pero no podía leerlo. Prefería hacerlo con las filminas. Era una por cada página, y las tenía que trabajar con luz abajo. Con esa transparencia previa a la impresión, para mí, era más fácil seguir la lectura. Los originales de Pratt eran para quedarse cuadro por cuadro, con esas bellísimas aguadas de tinta, y encima páginas enormes. Encima estaban todas recortadas y pegadas con cemento de Villalba, por algún rearmado que había sufrido en el camino. Cuando llegaron a la Editorial Record, se mandaron a hacer las películas, reducidas al tamaño de la revista que las iba a publicar, Pif Paf. Ahí yo la leía, sin interrupciones, y luego me abocaba a limpiar los reverberos, con yilé o cúter o raspín, sobre las emulsiones. Un trabajo de mucha paciencia. O algún retoque, seguir con pluma o rotring la linea del gran Hugo hasta el filete del cuadrito. Y, a veces, enhebrar el título con letraset cuando este espacio llegaba ausente. «Ticonderoga». Qué gran historieta. De finales de los años cincuenta. 

El guión de Oesterheld. Héctor Germán Oesterheld. Para el verano de 1977, Oesterheld empezó a venir esporádicamente a trabajar a la editorial. Después empezó a venir casi todos los días. La editorial ocupaba un piso entero en la avenida más ancha, divididas las oficinas en la parte más extensa, que daba hacia la calle y donde yo trabajaba, y la parte de atrás, depósito, coordinación gráfica y administración. En el medio, la conexión era un pasillo estrecho, donde íbamos al baño de mujer y de varón, y una pequeña kitchenette. 

Oesterheld laburaba atrás. Su ceremonia era curiosa: redactaba sus guiones rápidamente como un taquígrafo, con esos signos raros, luego los leía en voz alta a un grabador de cinta, y una secretaria los desgrababa y transcribía a máquina. Una vez que ella tenía una hoja, o dos, el Viejo los leía y retocaba. Todo era muy rápido. Así producía el Oesterheld al que yo, a veces, mudo, me acercaba. Otoño del 77. 

Un mediodía me acerqué a su escritorio con un libro de la colección Salvat, tapa dura, a todo color, hermoso y caro, que había comprado en el Parque Lezica. Un huevo me había costado. Yo lo veía muy ceniciento y barbudo, triste, con la voz apagada, laborioso, pero en otra, a Oesterheld. En la editorial nadie le daba bola, no se le acercaban. Él entraba por la puerta de atrás, y su recorrido se limitaba al pasillo: el baño y la cafetera. Pero yo iba, lo saludaba, le ofrecía un café, y ese día le mostré el libro: Literatura Dibujada. Se sintió atraído, dejó de trabajar un buen rato, y yo aproveché para mirar junto con él las figuritas que recorrían la historia de la historieta. 

Hablamos de la guerra, de Hora Cero, de sus dibujantes, de lo que yo quería hacer. Lo percibí más animado. Y cuando apuré los trámites para volver a mi tablero, al escuchar el juego de llaves de mi jefe de arte al salir del ascensor, el viejo me pidió prestado el libro. Claro, dije. Y me obsequió una Rodhesia. Una cosa que me llamaba la atención era el reguero de tierra seca que dejaba en el pasillo. Se desprendían de sus borceguíes sucios. 

Un día no vino más. Pasaron las semanas, los meses. Yo lo extrañaba, y extrañaba mi libro. Nunca me lo devolvió. Seguí leyendo todas las maravillas que había escrito, y se me ocurrían nuevas preguntas. Más grande supe de su calvario, sus cuatro hijas muertas por la represión, y él mismo, chupado a un centro clandestino de detención. Supe del Oesterheld desaparecido y me enojé con mis compañeros de la editorial por cómo me habían ocultado esa información. La recriminación se fue atenuando, pero la conciencia había nacido para quedarse. Recién ahí pude dilucidar la ruta de un perseguido, un hombre que cambiaba de rutas. El guionista clandestino que dejaba regueros de barro seco sobre el piso encerado.

Compartir

Entradas recientes

El Gobierno pule la estrategia para aprobar el Presupuesto 2026 en el Senado

El oficialismo buscará sancionar la ley este viernes en la Cámara Alta y se entusiasma…

1 hora hace

Trabajadores de la educación se movilizaron contra digitalización del presentismo docente impuesto por Jorge Macri

La protesta fue realizada por la agrupación Vacantes Para Todos y gremios docentes como ADEMYS.…

1 hora hace

ExpoCOOP 2025: en tiempos de ajuste, las cooperativas patagónicas vuelven a escena

La ExpoCOOP 2025 reunió en El Bolsón a más de 35 organizaciones de la economía…

2 horas hace

César Milani: «La única salida a la embestida neoliberal del poder real es el peronismo»

El teniente general retirado del Ejército, César Milani, aseguró el problema no es la designación…

2 horas hace

Murió Chris Rea, un ícono del blues pop

El cantante y guitarrista británico falleció tras una larga carrera marcada por éxitos globales. De…

3 horas hace

Denuncian represión y detenciones de manifestantes en una protesta en Quilmes

La UTEP y el MTE sostienen que hay "compañeros heridos con balas de goma". Protestaban…

3 horas hace

La Justicia archivó la pista que vinculaba al diputado Milman con el ataque a CFK

Un testigo clave lo escuchó decir "cuando la maten yo estoy camino a la costa".…

4 horas hace

“Retratos” de Truman Capote: el arte de sacar el cuero como una de las bellas artes

Anagrama reedita el volumen donde el autor de "A sangre fría" disecciona a grandes personajes…

5 horas hace

La salud de Cristina Kirchner: detalles del último parte médico tras la cirugía

La vicepresidenta se recupera en el sanatorio Otamendi. Su cuadro no presenta complicaciones, según el…

5 horas hace

Revelan que Milei firmó un acuerdo confidencial con el impulsor de $LIBRA

El diario Clarín publicó en portada que Hayden Davis fue contratado como asesor ad honorem,…

5 horas hace

Cuando no se privatiza el petróleo, se privatiza la calle

Una ordenanza que se debate en el municipio bonaerense propone entregar el estacionamiento medido a…

5 horas hace

Otra vez el olvido nos roba el río

La Ciudad de Buenos Aires paga y seguirá pagando caro, en términos ambientales, económicos, sociales…

6 horas hace