Frente al macartismo estructural de la política norteamericana que estigmatiza al “socialismo”, Mamdani contestaba sobre la necesidad de una seguridad comunitaria que lleve tranquilidad a los barrios.

Las amenazas de Trump sobre el peligro del comunismo islámico combinado con la ideología woke -una nueva categoría del desprestigio político- las promesas de desfinanciar la ciudad si no se votaba contra los demócratas, la campaña de los billonarios que financiaron a los adversarios, los medios de comunicación que aportaron lo suyo, así como el bombardeo digital no tuvieron resultados. “Las elecciones las gana aquel que sabe transmitir al pueblo la parte de la historia común que desea escuchar”, decía Jacques Séguéla, el publicista de Francois Mitterrand. Mamdani supo establecer un relato creíble sobre la base de necesidades concretas insatisfechas como la ausencia de guarderías, o pervertidas por la lógica de mercado como los alquileres exhorbitantes. Cuando le preguntaban acerca de la pertenencia al islam, Zohran contestaba que financiará las propuestas de campaña en base a un impuesto de 2% sobre los ingresos mayores a un millón de dólares anuales. Frente al macartismo estructural de la política norteamericana que estigmatiza al “socialismo”, Mamdani contestaba sobre la necesidad de una seguridad comunitaria que lleve tranquilidad a los barrios. No aceptó la agenda que le planteaba el establishment, ni se demoró en contestar las variadas críticas y calumnias recibidas (si te gusta el poder, bancate la pelusa) y decidió dar la pelea en el terreno elegido por él y no por los contrarios. Porque si te pasás el tiempo en contestar los agravios o decir que los de enfrente son peores, es posible que no te sobre nada para la campaña más que una supuesta superioridad moral, que por cierto no gana elecciones. Destaquemos también la movilización realizada, puesto que al parecer más de 100.000 voluntarias y voluntarios hicieron campaña puerta a puerta, en un ejercicio similar al que conocimos los peronistas cuando éramos jóvenes y había Unidades Básicas. A eso lo llamábamos “timbrear” en el domicilio de cada afiliado, uno de los aspectos más lindos de la militancia. Tampoco por eso Zohran descuidó la “calle digital” ni la comunicación tradicional, donde lo podemos ver de traje y siempre sonriente mientras habla de temas importantes y camina por el escenario de la ciudad. Los esfuerzos para hablar en castellano al electorado “latino” en varios spots de campaña, así como “los detrás de escena” al repetir una y otra vez una determinada palabra contribuyen a humanizar al candidato en una clara señal de proximidad. Qué digo, a quién me dirijo, cómo lo digo… El medio es el mensaje.
No sé bien cómo tropecé con la cobertura de la NBC, una emisora que pronto cumplirá un siglo de existencia, pero me pareció una escena bastante sobria para lo que suelen ser las emisiones políticas en Estados Unidos. Una mesa conducida por dos periodistas mujeres, en la que desfilaron expertos, políticos y funcionarios, en cortos debates. El segundo de la vocería de Trump salió varias veces. Tal parece que a los libertarios los ensamblan en el mismo lugar y luego cunden: mismo amateurismo y prejuicios, altanería sostenida en base a “los resultados no son importantes”. Ajá. Quien mostraba las cifras a la audiencia era un nerd, vestido como tal y con gestos acordes. A tal efecto usaba una pantalla que permitía visualizar cada territorio, cada circunscripción, con el porcentaje de votos ingresados y comparación con anteriores compulsas. Así analiza los resultados del condado de Loudoun, en Virgina. Ganan los republicanos con 20% ingresado. Sin embargo el nerd dice que es el voto conservador de la mañana, hubo mucho voto por correo y la presencia de muchos empleados públicos afectados por el cierre presupuestario decidido por Trump deberían teñir de azul el mapa. Si aquí es más treinta puntos, ganan los demócratas, por menos, los republicanos tienen una chance. Todos tienen un distrito matancero en el territorio, y no hay como la sociología electoral en vivo: composición social del electorado, orígenes étnicos, porcentaje de participación, posibles motivaciones del voto, resultados esperables… un capo, el nerd. Y con ritmo de relato deportivo que no deja caer la atención. De la mesa a los datos, a las entrevistas, aparece un Bernie Sanders, que se despacha a favor de los trabajadores y contra la oligarquía. Y más tarde los resultados. Queda que la experiencia política siempre es de un lugar y un tiempo, cuyas circunstancias la hacen poco replicable bajo otros cielos. La campaña de Mamdani fue de manual. Quizás sería tiempo de fijarnos en nuestros propios libretos, tal vez renovarnos, como una manera de volver a las fuentes y no equivocarnos de manual.
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