Después de seis años, la justicia absolvió a la mujer acusada del brutal crimen a su hija de 10 años. Una causa donde primó el racismo, la misoginia y el clasismo.

Recuerda que, durante esas dos jornadas del juicio, las dos últimas de un largo proceso, veía y escuchaba todo “como si fuera una película”.
Zaida es inmigrante boliviana y apenas se comenzó a investigar notó el racismo con el que se dirigían a ella. Incluso cuando estaba embarazada, “yo me di cuenta que era racismo porque había un trato denigrante, no quieren a los inmigrantes. Si ellos me metían presa ahora era por odio y por racismo”, aclara. “Querían meterme presa sin pruebas, sin tener nada y basados en falso testimonio. Era todo al revés. Incluso, mis declaraciones las usaban al revés, me daban ganas de levantarme y discutir. Pero confié en dios y en la gente que me acompaña. Fue muy duro estar en ese banquillo”, dice.
El 7 de enero de 2019, Zaida salió de su casa para ir al banco, en Longchamps, donde vivía, para cobrar la asignación. Ese día hacía mucho calor, por eso Joselin su única hija, le pidió quedarse en casa. Antes de irse, Zaida se despidió de ella y le dijo que cerrara con llaves. Volvió poco después porque no le habían depositado el dinero y encontró la puerta de la casa abierta y a Joselin tirada en el piso de la cocina, herida con arma blanca.
Una de las imágenes que recuerda siempre es la de su nena de 10 años apuñalada y en estado de agonía adentro de su casa, mientras la policía la apartaba a ella entre preguntas, mientras se negaban a auxiliar a la pequeña que finalmente murió en el lugar donde fue atacada. “Ese día la policía tardó media hora en llegar”, cuenta a Zaida a Tiempo.
“El primer policía me sacó de donde estaba mi hija hacia el patio y la dejó encerrada sola. Yo le pedía por favor que la lleve en su auto pero estuvieron una hora interrogándome mientras ella agonizaba. Cuando terminaron ella ya había dejado de quejarse”, cuenta Zaida.
La fiscalía primero apuntó a Carlos Correa, ex pareja de Zaida, con quien por cuestiones económicas seguía compartiendo vivienda. Luego fueron por Rubén Correa, hijo de Carlos y actual pareja de Zaida, y luego, la mujer señaló a dos vecinos: Belen Beloso y Jonathan Meriles. No la escucharon y la causa se centró en ella. La acusación a Zaida estuvo atravesada por una mirada racista, patriarcal y clasista. Rápidamente se puso atención en juzgarla a ella como mamá y como mujer. El resultado de ese sesgo es que hoy, seis años se sigue sin saber quién mató a Joselín.
“A todos ellos sólo le tomaron declaración testimonial. A mí me sometieron a pericias psiquiátricas y psicológicas, a ellos no los llamaron jamás”.
En las dos audiencias del juicio pasaron 20 testigos. Ninguno pudo probar que Zaida estuvo en la escena. No se presentaron peritajes telefónicos ni huellas. Tampoco apareció, a pesar del repetido pedido de la defensa, una tijera con manchas de sangre, el elemento cortante que se usó para asesinar a Joselín y que tendría los ADN del homicida. Esa tijera se perdió y, por lo tanto, no se puedo
La mujer estuvo imputada por “homicidio doblemente agravado por el vínculo y por alevosía” y la investigación de la causa estuvo en manos del fiscal Juan Manuel Baloira, de Lomas de Zamora.
“Lo determinante para la absolución de Zaida fue la falta de pruebas. No había nada contundente que indicara que ella sea la actora del asesinato Joselin. Lo único que había eran pruebas que la fiscal se encargó de mostrar durante todo el juicio de la casa, de los rastros de sangre en la pared, del vestido con sangre de Zaida. Nada más que eso que es lógico que una madre se arrodille a los pies de su hija cuando estaba tirada en el piso de sangrándose”, dice Gilda Mancuello, quien junto al abogado Ernesto Flores llevaron la defensa de Zaida.
Durante todo el proceso, cuenta la abogada, el elemento más fuerte que tuvo la fiscalía es el de supuestos celos de Zaida con Joselin por su pareja. Este argumento no estaba basado en ninguna documentación y en ningún hecho. “Lo único que tenían eran las fotos de la nena en la escena. Le tuve que tapar la cara a Zaida porque se me descomponía”, cuenta la abogada.
Zaida está decidida a buscar justicia. Pone sus sospechas en Beloso y Meriles que no fueron investigados debidamente, a pesar de que reconocieron haber visto a Joselin herida. Ese dato lo conoció tres años después, cuando consiguió un defensor particular (hasta entonces tenía un abogado del Estado) y pudo finalmente acceder al expediente. Allí se enteró que los vecinos reconocieron haber estado en la casa, vieron a Joselin y se fueron. Desde la hasta ahora, defensa de Zaida, apuntarán a que se investigue a Carlos Correa, Rubén Correa y a la pareja de vecinos.
“Sí o sí tiene que salir a la luz quién es el culpable de matar a mi hija. Voy a pedir que se investigue. A veces lloro, me quebranta mucho que mi hija haya fallecido de esa manera. Me quebranto, pero ella me da fuerzas por eso. Se va a hacer justicia”.
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