Rodrigo Rey: «Si alguien se burla puedo ponerle un freno porque sé que no soy menos»

Por: Roberto Parrottino

A los 31 años, una de las figuras de Gimnasia La Plata reflexiona sobre su disfluencia en el habla, la visita de Wado de Pedro y sus intentos para generar conciencia. "Lo que rodea al fútbol es muy cruel", dice.

Rodrigo Rey tiene 11 años y es el arquero de Argentino de Las Parejas. Juega la final de la liga infantil ante Campaña de Carcarañá. 0-0. En la última jugada, un tiro libre, trota en busca del centro al área rival. Como si estuviese adentro de un cuento de Jorge Valdano, también nacido en el pueblo santafesino de Las Parejas, saca un derechazo tras una serie de rebotes. Es el gol del campeonato. “Es -dice- el único gol que hice hasta hoy”. A los 31 años, Rey es el arquero de Gimnasia La Plata después de que dejara Las Parejas para vivir en la pensión de River, donde jugó desde la Novena hasta la Reserva. Y después de debutar en Newell’s, asentarse en Godoy Cruz y experimentar en PAOK Salónica de Grecia y Pachuca de México. Rey habla de qué es ser arquero, de la selección argentina y de Dibu Martínez, del micromundo del fútbol y las situaciones que se naturalizan -como las burlas que sufrió en el clásico ante Estudiantes por su disfluencia en el habla-, del suicidio de su amigo el Morro García, y de ese margen de crecimiento que lo puede hacer volver a River.

-¿Qué es ser arquero?

-Representa mi forma de vida. Hoy, de grande, sé que elegí ser arquero porque me gusta vivir medio al límite desde la toma de riesgos, desde la intensidad que tiene el puesto, porque estás todo el tiempo bajo presión. Me mueve esa sensación de proteger al otro. Sin querer, uno tiene la responsabilidad de cuidar al equipo. Hoy que soy padre me doy cuenta de que me sale ese instinto de protección. No solo es el puesto, es la forma de jugar al fútbol que más me gusta, la de que no nos hagan daño. Lo lógico sería que me gustara hacer goles, como a la mayoría. Pero me gusta cuidar, estar atento, metido.

-¿Cuánto hay de técnica y cuánto de personalidad?

-Si tenés más técnica que personalidad, no es suficiente. Es muy importante tener una personalidad fuerte en un puesto que está en constante presión, que a la mínima falla es gol y que muchas veces un gol te cuesta hasta un título. Se necesita de una personalidad distinta. Estar parado bajo los tres palos ya es un riesgo.

-¿De chico usabas el pelo largo por el Mono Burgos?

-Un poco sí. Después por Costanzo, que era el arquero de River cuando era chico y empezaba a entender un poco más del juego de los arqueros de Primera. Pero el que me llevó a querer jugar en ese puesto fue el Mono Burgos. También miraba a (Óscar) Córdoba. Y en el último tiempo veo a Buffon, a Oblak. También miraba a (Juan Pablo) Carrizo. Cuando estaba en las inferiores en River atajaba él. Varias veces iba de alcanzapelotas detrás de su arco para aprender.

-En el plantel del Mundial Sub 20 de Colombia 2011 coincidiste con Andrada y Dibu Martínez. Ellos llegaron a la selección.

-¿En cuántas camadas de la selección juvenil los tres arqueros llegaron a hacer carrera en Primera? Muy poquitas. La competencia era pareja. Después, el fútbol tiene sus idas y vueltas. Depende de que te encuentres en el momento justo en el lugar indicado, como le pasó al Dibu, que se le dio la chance. Cuando yo estaba por debutar, River descendió. Siempre tengo el sueño presente de algún día poder también jugar en la selección.

¿Cómo es el micromundo del fútbol?

-Es un ámbito que no es fácil, en el que tenés que convivir con la crítica y la mirada del otro. Tenés que formarte para que eso no te saque del foco, que es jugar al fútbol. Conlleva una preparación mental grande para llegar a Primera. El fútbol me mueve. Pude sortear todas las trabas por el amor por el fútbol. Lo puse siempre por encima y por delante de todo cuando no me iba bien, cuando alguien te decía que no. Tuve que irme de River a Newell’s. Me decía: “Hasta que no logre lo que quiero, no paro”. Es clave estar fuerte mentalmente para no bajar los brazos, porque “el que abandona no tiene premio”, como dice la canción de los Redondos. En la profesión del fútbol hay un punto en que se pierde lo lindo de jugar porque hay muchas cosas por fuera. La prensa, los hinchas, la presión de ganar. Pero jugar, ir todos los días a la práctica, cumplir metas y ver que pasan los años y crezco y tengo un margen de crecimiento, me lleva a seguir.

-¿Se naturalizan muchas situaciones en el fútbol?

-Te escupen, te insultan, y está mal. Mi hijo va a la cancha conmigo y veo que putea y no le digo nada porque está en la cancha. Ahora, si lo hace afuera de la cancha, en la plaza, sí. ¿Por qué en la plaza no y en la cancha sí? Hasta yo le genero un mensaje contradictorio. No está bien que se naturalicen cosas que están mal. Y peor cuando a través de la discriminación se le quiere hacer daño al otro para sentir que sacás una ventaja. Hay un nivel de ira… Hoy es una palabra y mañana una piedra. Si no se corta, es una bola que crece todo el tiempo.

-¿Cómo reacciona el fútbol ante las diferencias?

-Hay que entender que todos formamos parte de la sociedad y que todos tenemos derechos, como el de jugar al fútbol, seas negro, seas del género sexual que seas, tengas la dificultad en el habla que tengas. Es difícil separarse de la burla porque hay un montón de cosas que están normalizadas y que no están bien. La única forma de cortar con eso es tomando conciencia entre todos. Detrás hay personas, familias. Y capaz una historia de vida con mucho sufrimiento, alguien al que le costó mucho trabajo poder salir de la represión que eso genera. Va un poco por tratar de ser más empático y pensar un poco más en el otro.

-¿El fútbol pasa todos los límites?

-Se permite hacer lo que sea para generarle daño, miedo o desconcentración al otro y que no juegue bien. Le pasó a Andújar cuando le gritaron por la muerte del padre. El día que haya gente en la cancha que diga “che, flaco, pará porque te estás yendo de tema”, vamos a poder generar un cambio, que no haya gente que escuche eso y no diga nada. En el fútbol parece que vale todo. No. Todos saben cuál es el límite, cuándo se le puede hacer mal al otro, y más cuando es gente grande. Nosotros fuimos a jugar con Atlético Tucumán y el partido estuvo parado casi 25 de los 90 minutos porque no paraban de tirarme rollos de papel. Era la gracia. No dije nada. Eso tiene un nivel muy alto de inconsciencia, porque si me pega uno no se juega más y a la cancha de Atlético no va más gente por dos meses. Pero el fútbol entra dentro de un cambio de ideas sociales mucho más grande.

-Dijiste: “Yo no tengo que luchar contra la disfluencia, la tengo que querer y, sobre todo, me tengo que querer a mí mismo”.

-Lo que tengo en el habla lo tengo desde siempre. Para poder vivir bien siempre creí que ante todo tengo que estar bien conmigo mismo, quererme. Y saber que si alguien viene y se burla puedo ponerle un freno porque sé que no soy menos porque tenga algo que él no. Tuve la suerte de trabajarlo con terapia desde chico, con mis viejos, y una contención muy grande y una libertad de dejarme ser y nunca ponerme un freno. Pero hay muchos chicos que no tienen esa suerte. Lo sé, me lo cuentan. Hay chicos que no salen de su casa, que no se largan a tener una vida. Hay nenes de diez años que dicen que quieren perder su vida porque le hacen bullying. Y no, loco, pará. Acá el tema es que mucha gente la pasa mal. Hay que tratar de generar conciencia para que estas cosas no pasen más o que pasen menos. Fue una forma de decir que no vale todo en el fútbol. Por estas burlas hay mucha gente que la pasa mal en serio.

-¿Qué te generó la visita a Estancia Chica del ministro del Interior, Eduardo Wadode Pedro, quien tiene tartamudez?

-Estuvo bueno porque hizo que el tema tome mucha más repercusión. Está bueno que haya chicos que puedan ver que se puede salir del encierro y cumplir sus sueños más allá de que tengan una dificultad que otros no.

-Eras amigo del Morro García. ¿En el fútbol tampoco vale sentirse mal?

-El gran problema de él lo había dicho un tiempo antes, eso de que los futbolistas también sentimos, que no somos robots. Estaba en un momento de su vida en el que necesitaba mucho apoyo externo, sobre todo porque había pasado mucho tiempo sin ver a su hija y encima no le estaba yendo bien en el fútbol. Y nadie le facilitó las cosas en el ambiente del fútbol porque tenía que jugar y rendir y el contrato y todo. Nadie dijo: “¿Estás bien? ¿Qué te pasa? ¿Cómo te sentís?”. Eso hizo que llegara a un punto y explotara. Después ya fue todo tarde. El fútbol como juego es lo más lindo que hay. Ahora, la forma de proceder de lo que rodea al fútbol es muy cruel. Yo juego al fútbol en una cancha con 40.000 personas, pero vos lo jugás con tus amigos cuando podés porque es hermoso jugar. Lo que cambia entre mi contexto y el tuyo es lo cruel que es todo lo que lo rodea. El lío viene desde afuera del juego en sí.

-¿Para qué está Gimnasia?

-Para pelear cada fecha como si fuese una final, contra el que sea. No nos sobra nada, no tenemos un grupo lleno de jerarquía como otros clubes, pero somos conscientes de que tenemos un muy buen grupo, con mucho hambre, con muchísimos chicos con ganas de crecer. Toda esa fuerza es la que nos permite dar la sensación de que siempre tenemos una chance más. Por ahí cuando todos dicen “hoy pierden”, no perdemos. Se lucha y se saca algo. La gente te pide ante todo que puedan ver que das ese poquito más, ese extra.

-¿Vas a ser el sucesor de Armani en River?

-Siempre es lindo jugar en un grande como River pero no depende 100% de mí. Lo que depende de mí es que pueda hacer las cosas bien. Hace poco me quisieron para ser suplente pero quería atajar. Mi idea es crecer, tengo un margen, y se logra cuando se juega. A veces el momento y la situación no es la ideal. Los escudos no pesan, motivan. Andrada fue a la selección cuando estaba en Boca, no en Lanús. Armani cuando estaba en River, no cuando ganó todo con Atlético Nacional.

-¿Vivís el fútbol con una sonrisa?

-En la cancha la paso bien. Hago lo que me gusta. Muchas veces, cuando juego contra alguien que conozco, le tiro un chiste en medio del partido para cagarse de risa. No dejamos de ser personas que jugamos al fútbol. Siempre trato de ponerme desde ese lado y no perder eso. Si no, se sufre todo el tiempo y no está bueno. Llega un punto en que el fútbol se termina y si no la pasás bien mientras tanto, después se va y no hay más. Dentro de la seriedad y la responsabilidad de jugar en Primera, trato de darme ese espacio para pasarla bien y disfrutar.

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