El arte es un reflejo de la sociedad, pero también influye en ella. Las historias de “The Modern Family”, “Transparent”, “Atypical”, “Pose” y “Sex education” proponen modelos de sociedades con menos prejuicios y estigmatizaciones.
Transparent (2014, Amazon Studios)
Acaso por su tono la más revolucionaria. Un año antes de la aparición en escena pública del #NiUnaMenos y tres antes del #MeToo, Transparent cuenta la historia de Morton (Jeffrey Tambor), quien ya ingresado en la vejez y después de haber formado una familia con Shelly, con la que tuvo dos mujeres y un varón, decide cambiarse de género. La conmoción es grande, pero el afecto que como padre supo cosechar durante su vida, logra que su ex mujer y sus hijos pueden ver en su cambio de género (ahora es Maura) todo un mundo nuevo de oportunidades que de otra manera no habrían conocido. Y también, aunque con dolor, revisar muchas de sus decisiones y acciones del pasado, que convierten al presente en un territorio lleno de dificultades para ir tras aquello que se quiere.
Pose (2018, Fox)
Como otras series hicieron con otros temas (por ejemplo Glow, un grupo de mujeres que empieza a ganarse la vida con un show de lucha por televisión), Pose encuentra en los 80 el origen (o al menos su exposición en superficie) de la explosión de la diversidad de género actual. En plena era Reagan (1987) la comunidad trans aprovecha el laissez-faire que el mandatario impulsa más que nada en lo económico, para mostrar que también vale para los géneros: un estallido de diversidad que trae aparejado un sinnúmero de problemas, entre los que el Sida aparece como uno de los principales, especialmente por cómo ataca a una comunidad que no tiene la misma protección del estado que “los normales”.
The Modern Family (2009, Fox)
Sobre el final de la primera década del XXI estableció, como parte de la “normalidad cotidiana” de las sociedades (o sea que a nadie le sorprendía su existencia) a las familias ensambladas, aunque con un toque de distinción: no sólo eran posible las maternidades/ paternidades gays, sino que podían formar parte de un colectivo familiar más grande, en el que el origen étnico y etario no fuera un escollo para quererse. Así, los Pritchett se convierten en una verdadera banda disruptiva. Los Pritchett están conformados por la segunda esposa de quien da el apellido, su hijo y su hijastro, así como dos hijos adultos y sus esposos e hijos. Entre ellos encontramos una pareja gay con una hija vietnamita adoptada, una pareja de edades bien dispares (ella encima de joven es extranjera), y miembros de origen étnico distinto, como los Delgado. Una diversidad bien amplia comandada por el tono de comedia como para que todas y todos pueden llegar a empatizar con la mayor cantidad de distintos posibles.
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