El guitarrista se presenta con su grupo este domingo para despedir el año. Habrá músicas nuevas y algunas de su padre, el gran Dino Saluzzi.

Para esta ocasión, el ensamble está formado por Matías Carazzo en clarinete y saxo, Patricio Villarejo en chelo, Juan Fracchi en contrabajo y Gustavo Chenu en batería y percusión. “Más allá de la época del año, me gusta estrenar música. Siempre algunas piezas o parte del programa que presento son estrenos. Y el resto es un volver a lo que venía tocando. Sobre todo, lo que me gusta para este concierto que vamos a tocar con otros músicos es utilizar esa oportunidad para tocar las nuevas. Porque le da un desafío particular a cada concierto, y una autenticidad cada vez que uno toca”, ya que, cree, “la música se desgasta con el tiempo”.
Entre lo nuevo para este show hay dos temas del gran Dino Saluzzi, padre del guitarrista. “Son dos arreglados por mí para el ensamble. También uno nuevo mío entre el resto del repertorio, que también es mío. Y como vamos a tocar por primera vez con Patricio (Villarejo) de alguna manera todo va a sonar a nuevo porque lo viejo se reinterpreta”. Los temas de Dino Saluzzi son “Minguito” (“es un tema que le hizo a Juan Carlos Altavista hace muchos años, y de tanto en tanto me gusta tocarlo”) y “Milongata” (“un aire de milonga muy lindo, también de una vieja época de él”).
Los temas del padre los elige en buena parte por recuerdo y en otra, más o menos igual, por la sorpresa creativa que le producen. “Me gusta retrotraer música, porque cada momento y los músicos que la interpretan la hacen algo distinto, casi como nuevo. Gran parte de la música de mi padre la conozco por haberla tocado. Y uno va cambiando su forma de tocar y ahí cambia el color y por eso la música nunca muere: siempre está en una suerte dinámica constante”.
Después de todo, José María se acercó y descubrió la música de la mano de su padre, que seguramente primero lo encandiló con el sonido de su bandoneón, y luego, a medida que aprendía, lo llevó de sorpresa en sorpresa. Acompañó a Dino en sus giras y grabaciones con el sello ECM (Mojotoro, 1991), y a los dieciocho empezó, puede decirse que en paralelo, un camino propio: estudios de guitarra con Walter Malosetti y Aníbal Arias, formación musical en el extranjero con los guitarristas y compositores Ralph Towner, Stanley Jordan y diversos maestros internacionales.
Después su rastro es mejor buscarlo en los discos grabados y desde allí profundizar, hasta corroborar la precisa definición que él mismo hizo de su música: “Es una música para acompañar la cotidianidad de las personas”. Pero un concierto es, casi por definición, un momento no cotidiano. “Me gusta que la gente la pase bien. Y para eso es importante que la gente se conecte de algún modo, se metan en el sonido y en la música misma, lo cual a veces es difícil. Uno viene con una inercia distinta del otro lado de la calle o las cosas que hace cotidianamente y se genera una suerte de automatización de todo. Y para escuchar música hace falta desenchufarse y entregarse a lo que se escucha. La música en vivo tiene eso. Uno se acostumbra mucho también culturalmente a escuchar discos o grabaciones, y la gente por lo general opta por eso porque es lo más fácil. Pero es lindo poder desenchufarse y concentrarse en lo que escucha en vivo”.
“Aprendí a tocar mejor”, resume su mayor logro anual este músico que también se apasiona con la historia de la música. “Me paso mucho tiempo estudiando para trabajar el sonido y la interpretación, y sentir que músicas que hice y estudié cambian; es como volver a leer un libro que se leyó de chico”, y entonces se entiende. Más en un país que parece un loop interminable: el logro de Saluzzi suena a bendición. Pero hay más. “Eso pasa en general con la música. Buena parte de mi generación y gente más grande lo que más escucha es música de otra época, pero el que es melómano a medida que escucha descubre tanto en lo nuevo como en lo que vuelve a escuchar. Porque además la música está conectada con el fenómeno social. Y la tecnología cambia la mirada sobre la música, lo que también afecta lo social: la forma de relacionarse, de hacer tal o cual cosa, conceptos. Lo que siempre hay es creatividad: el ser humano transforma lo que vive, y un sector social lo hace para algo positivo”.
Se presenta el domingo 15 de diciembre, a las 19, en Bebop Club, Uriarte 1658, CABA.
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