La directora Cinthia Rajschmir dedica un film a la artista y fotoperiodista argentina que retrató desde la vuelta de Perón hasta los grandes referentes de la cultura latinoamericana. Precursora y audaz, el documental repasa su vida y su vasta obra. Se proyecta el miércoles 10 de mayo en el Cultural San Martín.
-Y antes, ¿qué creías que era la fotografía?
-Para mí, en mi niñez y adolescencia, la fotografía era una representación de la realidad, unos recuerdos que se atesoran, ilustraciones de algunas temáticas en algunos medios. No la concebía como arte. La concebía como una expresión quizás representativa de ciertas realidades. El arte, en mi percepción, cobra mucha potencia a través de esos primeros contactos con la obra de Sara.
Tiempo después, Rajschmir le pidió a Sara las fotos de Julio Cortázar para completar el personaje de Julio Cortázar en su película Cortázar y Antín, cartas iluminadas. “Ella me las dio inmediatamente y me dijo: ‘estamos en el mismo barco’.” En 2018, Rajschmir es nuevamente impactada por la figura de Perón. La exposición de la obra de Facio sobre el peronismo la conmueve una vez más. Entonces, consideró que la travesía que compartían, sin reparar mucho en ello, necesitaba otro tipo de curso, o tal vez un encuentro en cubierta para ver cómo fue que la autora de María Elena Walsh: retrato(s) de una artista libre, había dejado semejante estela. Así que le dijo de hacer un documental, y Facio aceptó. “Ahí comenzamos la aventura de continuar encontrando tesoros: ella es un tesoro, y su vida y su obra son tesoros multiplicados. Y yo tengo la necesidad de que cuando encuentro un tesoro lo quiero compartir, y eso es el documental.”
El documental que se estrenó en el último BAFICI y llega también ahora al festival La mujer y el cine (que tendrá lugar entre 9 y el 14 de mayo) no evita, ni trata, de disfrazar su fascinada mirada sobre la vida y la obra de la fotoperiodista. “Puede ser que en el intercambio surja la sensación de que es como si se hubiera perdido una generación entre su mirada y la mía. Pero eso no lo podría decir, porque no es algo que haya estudiado y no quiero aventurarme, creo que merecería un estudio sociocultural. Sí que es mi mirada. Y de hecho, estoy en el documental para decir: estos son acontecimientos pasados por el tamiz de la mirada de la directora que está ahí, que soy yo. Porque eso para mí es el cine documental: es un punto de vista, no es la verdad. Sara puede tener 91 años, pero la vigencia de su obra, de su pensamiento, de sus expresiones, llega a gente muy joven. Hay una expresión que es atemporal.”
-¿Qué cambios en tu idea de ella o de tu mirada sobre ella hubo después de haber hecho el documental?
-En la medida en que hacés el documental te vas encontrando con sorpresas. Yo no la conocía personalmente a Sara y me pareció una mujer muy cálida, muy generosa, simpática, lúcida. Enamorada del cine. Y tampoco conocía el volumen de su trabajo personal. Me asombró muchísimo la cantidad de fotos que hizo a lo largo de su vida, que me abra un cajoncito y me diga: ‘este material está clasificado del 1 al cien mil’. Yo casi me desmayo. También su meticulosidad: tiene todo a mano, sabe dónde está cada cosa. Para mí fue un hecho histórico haber conocido personalmente a Sara.
Entre los datos que devela el documental y que permiten comprender mejor la personalidad, la obra y decisiones de vida de la fotógrafa, está el circo lindante a su casa en San Isidro, con el que convivió buena parte de su infancia. “En San Isidro el papá tenía un restaurante en su casa y alquilaba algunas habitaciones a un circo. Y yo me la imaginaba jugando con los equilibristas, con los hijos de los payasos, con los monitos. No es algo habitual en los niños y las niñas. Y creo que eso forma parte de su mirada. O que uno de los empleados del restaurante la llevara todas las tardes al cine. Imaginate, ver de lunes a viernes películas solita. Esas cosas me parecen fundamentales en eso primigenia, primario de la formación de su mirada.»
La película está llena de gemas del mismo tipo, aunque algunas menos explícitas. De esas que Georges Méliès ya describió en los orígenes mismos del cine al descubrir que el cine -la misma fotografía- no consiste en reproducir tecnológicamente caras, cuerpos, situaciones, sino en gestionar el espacio. Y eso Facio lo hizo sin igual. Ahí están sus palabras para decir que el Riachuelo de hoy puede seguir igual de paisaje, pero no tiene gente, o que ella en la escuela de Bellas Artes tenía que ir con el pelo atado y sin maquillaje, pero adentro era libre: esas concepciones del arte y la libertad tan de otro tiempo son también el documental. Sí, quien es mirada y quien mira están en el mismo barco. Y viajan juntas.
Un documental de Cinthia Rajschmir. Miércoles 10 de mayo a las 22 en el Cultural San Martín, Sarmiento 1551.
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