La adolescente sueca ya es un ícono del activismo ambientalista. Tiene síndrome de Asperger y les dice a los políticos lo que no quieren escuchar.
Todo empezó en agosto de 2018, cuando esta adolescente sueca, que según sus perfiles en redes sociales padece el síndrome de Asperger, se instaló frente a la sede del Parlamento para protestar contra el cambio climático, o mejor, contra la parálisis de las autoridades ambientales que lo fomentan.
Fue, sin proponérselo, la chispa que encendió la mecha de un movimiento de huelgas estudiantiles que se propagó por toda Europa. Un año después, Thunberg es el ícono global de la lucha contra el cambio climático, da conferencias, se reúne con líderes políticos y una campaña la postula para el Nobel de la Paz.
«La mayoría de los políticos –dijo ante el Consejo Económico y Social de la Unión Europea, en febrero– no quiere hablar con nosotros. Muy bien, nosotros tampoco queremos hablar con ellos. Queremos que hablen con los científicos, que los escuchen. Nosotros repetimos lo que ellos llevan décadas diciendo».
Para sus críticos, Greta no aporta nada nuevo, y dudan de su solidez a la hora de argumentar. Después de todo, dicen, es una niña. Ella redobla la apuesta. Hasta aquí, militaba en los ratos libres que le dejaba el colegio. Ahora, como referente mundial contra el cambio climático, se toma un año sabático. Además de la cita en Nueva York, visitará Canadá, México y, finalmente, Chile, donde en diciembre asistirá a la Cumbre Climática de la ONU. «
Mensaje para Mendoza
«La fundadora del movimiento ambiental más importante en la historia de la humanidad y candidata favorita a recibir próximamente el premio Nobel de la Paz, les envía sus felicitaciones y toda la fuerza por su acción histórica para salvar a Mendoza del fracking», fue el mensaje que, a través de Esteban Servat, científico, fundador de Ecoleaks y autoexiliado en Alemania por las intimidaciones del gobierno de Alfredo Cornejo, les hizo llegar Greta a los Jóvenes por el Clima de General Alvear, tras la primera huelga estudiantil organizada «en defensa del agua».
Servat conversó con Thunberg durante un encuentro en Suiza. Le contó que Cornejo les envió a Gendarmería y que varios directores amenazaron a los chicos con duplicarles las faltas. «Me dijo que en cualquier país democrático eso no ocurriría nunca –recuerda Servat–. Hay que redoblar la lucha, me remarcó».
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