Acoso sobre Venezuela: Brasil y Colombia militarizan fronteras y Perú arremete contra Maduro

Por: Boyanovsky Bazán

No sólo presiona EE UU, a través del Comando Sur y del secretario de Estado, Rex Tillerson: también el Grupo de Lima, que logró la declaración de persona no grata al presidente venezolano para que no concurra a la Cumbre de las Américas, junto a la actitud de los países limítrofes ponen en un lugar complicado al gobierno, que pretendía zanjar las diferencias con la oposición en un diálogo frustrado.

Esta semana, el gobierno venezolano presentará pruebas que demostrarían la existencia de un supuesto plan para montar un «falso positivo» en la frontera con Colombia, y crear así una situación de conflicto entre ambos países que abra nuevamente la hipótesis de una intervención militar extranjera. Así lo analizan sectores del gobierno chavista y el propio presidente Nicolás Maduro, que denunció esta supuesta maniobra en la conferencia de prensa del jueves. «Recibí la información de una fuente A1, extremadamente confiable de Colombia, con pruebas físicas de este plan para activar un falso positivo contra Venezuela y la paz de los dos países», aseguró. Este fin de semana tenía previsto comunicárselo oficialmente a su par colombiano, Juan Manuel Santos, quien días atrás le formulara una invitación para dialogar sobre proyectos de interés común.

Maduro dijo que ordenó a su ministro de Defensa, Vladimir Padrino, que consulte con su homólogo colombiano sobre este plan. En el mismo acto público aseguró que «llueva, truene o relampague» irá a la Cumbre de las Américas del 13 y 14 de abril, en Perú, pese a que a instancias del llamado Grupo de Lima se le canceló la invitación y el gobierno peruano sostiene que «no puede entrar ni al suelo ni al cielo peruano».

La amenaza de una intervención militar volvió a cobrar vigencia la semana pasada, con la presencia en Colombia del secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, un abanderado del antichavismo y con una posición favorable a la salida militar. La agenda del funcionario de Donald Trump durante su recorrida por cinco países de la región tuvo un notable sesgo de confrontación con Maduro. Tras el viaje, los nexos entre el Ejército de EE UU y estos países se potenciaron. Incluso el fin de semana pasado, el almirante Kurt Tidd, jefe del Comando Sur, se reunió con el Ejército de Colombia en Tumaco, en el departamento Norte de Santander, cerca de la frontera con Venezuela, para «contrarrestar amenazas de seguridad» en la región.

Días previos a su visita, Tillerson había sugerido en la Universidad de Texas, en Austin, que los militares, en este caso venezolanos, podían intervenir para solucionar la crisis en el país. «En la historia de Venezuela y de los países latinoamericanos, los militares han sido a veces un agente de cambio cuando las cosas estaban tan mal que los líderes ya no podían seguir sirviendo a su pueblo», dijo en el contexto de un discurso de presentación de la estrategia del gobierno de Donald Trump para las Américas. Incluso bromeó con la idea de que Maduro podía conseguir fácilmente «asilo en Cuba».

«La arremetida contra Venezuela incluye desde hace años diversas estrategias orientadas a desestabilizar al gobierno bolivariano y posicionarlo negativamente ante la opinión pública y ‘experta’ internacional, a los fines de legitimar diversos mecanismos de injerencia a través de presión política, diplomática, mediática y económica. La amenaza de intervención militar, no obstante, no es nueva pero se suma a esta dinámica de presión permanente y creciente para ‘castigar’ al proceso de cambio, operando como un factor de desestabilización más, cuyo fin último pasaría por un ‘cambio de régimen’ que, por el momento, no se ha logrado'», señalan los analistas del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) Aníbal García Fernández, Silvina Romano y Arantxa Tirado en su informe publicado esta semana en el sitio de la organización. 

Allí se consigna también que Tillerson «habló de la posibilidad de redireccionar recursos destinados a aliviar la crisis humanitaria en Venezuela hacia Colombia, pues reconoció el peso que la llegada masiva de venezolanos le está causando al país. Otro alto funcionario del Departamento de Estado afirmó que el gobierno de EE UU estaría dispuesto a dar ‘ayuda técnica’ a Brasil y Colombia para atender el problema. 

Ambos países denuncian que existe un éxodo masivo de venezolanos a sus territorios, lo que justifica movimientos militares ya puestos en marcha en la frontera para ejercer «el control» de la zona. 

Dentro del chavismo consideran que esa tendencia no es tal y que los números son, al menos, exagerados. «Con Colombia, por ejemplo, hay un flujo permanente, las relaciones entre ambos pueblos son fluidas y los ciudadanos van y vienen todo el tiempo», afirman las fuentes a Tiempo. «Es bueno que Santos se encargue de cuidar sus fronteras y que lo haga de la frontera hacia dentro», asumen cerca del gobierno de Maduro. Colombia ya había entrado en crisis diplomática cuando en 2008 realizó un ataque comando contra las FARC –Operación Fénix– en territorio ecuatoriano, en el que murió uno de los líderes históricos, Raúl Reyes.

La supuesta migración masiva llevó incluso al gobierno argentino a manifestarse a favor de «facilitar» los trámites migratorios a venezolanos que quieran radicarse en el país (ver aparte).

La visita de Tillerson dejó también otro frente abierto. La fallida firma del acuerdo electoral entre el gobierno de Maduro y la oposición coincidió con la presencia del secretario de Estado en Bogotá. De hecho, tal como informó este diario, fue esa visita lo que habría determinado el fracaso de la negociación para acordar una fecha de elecciones presidenciales, que finalmente fue fijada para el 22 de abril, sin la firma de los representantes de la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD). El intento intempestivo de que el Grupo de Lima (integrado por 12 países y de neto corte antichavista) fuera veedor de las elecciones hizo frustrar todo acuerdo. Por esa razón este grupo, que es apenas un encuentro de varias naciones sin institucionalidad regional, se pronunció en contra de la decisión «unilateral» de adelantar los comicios porque la forma en que fueron impuestos, dijo, «imposibilita la realización de elecciones presidenciales democráticas, transparentes y creíbles, con la participación de todos los actores políticos venezolanos, con observación y estándares internacionales, y reiteran que unas elecciones que no cumplan con esas condiciones carecerán de toda legitimidad y credibilidad».

Más tarde, el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski decretó la prohibición de ingreso al mandatario venezolano para asistir a la Cumbre de las Américas, a pesar de que le había cursado una invitación oficial en días previos. 

Argentina y el éxodo

A tono con sus colegas de similar color político en la región, el gobierno de Mauricio Macri emitió una disposición para «facilitar» los trámites migratorios a venezolanos que quieran radicarse en la Argentina. La Dirección Nacional de Migraciones lo puso en vigencia el viernes, luego de que Brasil anunciara movimientos militares en sus frontera con Venezuela tras declararla «zona de vulnerabilidad”»debido a un flujo migratorio creciente y en coincidencia con Colombia. 

El gobierno argentino, que también forma parte del Grupo de Lima junto con Brasil, Canadá, Chile, Colombia, entre otros, suscribió el documento que afirma que «frente al incremento del éxodo de miles de venezolanos que huyen de la grave crisis que se vive en ese país, (los estados) acuerdan coordinar esfuerzos para afrontar de una manera ordenada, solidaria y segura esta difícil situación». En ese texto crítico de la convocar a elecciones para el 22 de abril, los países «reiteran su preocupación por el creciente deterioro de la situación humanitaria y exhortan al Gobierno de Venezuela a que permita sin demora la apertura de un corredor humanitario».

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