Si bien las transiciones entre los diferentes presidentes pudieron marcar matices, hoy Senegal está frente a un cambio de fondo.

Es que las elecciones las ganó el PASTEF, sigla en francés de «Patriotas Africanos de Senegal por el Trabajo, la Ética y la Fraternidad», cuyo secretario general será el próximo presidente de Senegal: Diomaye Faye. Lo interesante es que este partido político estaba proscripto hasta hace poco tiempo, con los líderes en prisión y los militantes reprimidos en la calle. ¿Qué pasó? Veamos.
Todo comienza en 2005 cuando Ousman Sonko y el propio Faye, ambos inspectores de finanzas del Estado senegalés, decidieron crear un sindicato de funcionarios públicos. La combatividad demostrada así como los derechos alcanzados, les dieron la legitimidad necesaria para avanzar al siguiente paso: la acción política. Así, en 2014 Sonko y Faye fundan el PASTEF.
El programa del PASTEF comienza por definirse fuera de las concepciones comunistas, socialistas o liberales. El objetivo es claro: la toma del poder por medios democráticos, en el marco de elecciones libres y en total respeto por la Constitución. Para ellos «el interés del pueblo senegalés» reside en el compromiso entre la libertad de los ciudadanos en las esferas privadas y profesionales, respeto por las convicciones y la libre expresión pública junto con «el respeto del orden público que garantiza la cohesión social y la realización de todos». Reconocen también «el papel primordial del Estado en el desarrollo económico y social, en consolidar la Nación senegalesa, en el mantenimiento de la paz y de la seguridad».
«¿Para qué hacer política? –leemos en el manifiesto político del PASTEF– ¿en un país donde la política tiene tan mala prensa, donde ha sido desacreditada por el comportamiento de los políticos? Porque la política es la manera menos mala de ponerse al servicio del interés colectivo». En esa perspectiva proponen «des-mercantilizar la política, buscar nuevas formas de desarrollo económico y redefinir el contrato social que une a los senegaleses». Las medidas que proponen están a la altura de esas ambiciones. Como dijo Sonko –presidente del PASTEF– en un acto político, hay que «renegociar los contratos de explotación de los recursos naturales y mineros»; proceder a una «reforma fiscal, agrícola, pesquera, agropecuaria, educativa»; y «universalizar la cobertura médica a toda la población». «Ya no hay partidos políticos, el único partido político es Senegal», lanzó, antes de pedir a los militantes que «sean los profetas de nuestro programa para que llegue a todos los senegaleses». También quieren salir de la zona monetaria del Franco CFA, manejada por París, y emitir una moneda nacional. Una segunda independencia.
Frente a tales riesgos, hace años que el establishment senegalés y los socios internacionales trataron de frenar el crecimiento del PASTEF. Siempre con represión, aunque esta vez también con mecanismos de la guerra judicial. Acusado de diversos crímenes, entre ellos corromper a la juventud, una multitud acompañaba a Sonko cada vez que comparecía ante los tribunales, con lo que a partir de 2021 los disturbios fueron crónicos, sostenidos por sindicatos de trabajadores y estudiantes. En un país con una población en su mayoría joven, el PASTEF comenzó a construir una alternativa de poder. Hizo un uso inteligente de la «calle digital», también supo ganar y mantener la calle real, la que importa. De allí que el presidente Macky Sall intentara una última maniobra. Desde mediados del año pasado mandó arrestar la militancia del PASTEF, cerca de mil personas entre los que estaban Faye y Sonko, y propuso pasar las elecciones de principios de 2024 a fin de año. Pero ya había 60 muertos. La Corte Constitucional le obligó a realizar las elecciones y los diputados votaron una amnistía. Para muchos, Macky Sall perdió el momento del diálogo, y con eso el poder. Aunque logró que Sonko no pueda ser candidato, así que Faye va en su lugar. Después de la victoria electoral, el clero musulmán felicitó al PASDEF, cuyos dos líderes son devotos creyentes. En Senegal, trabajadores, estudiantes, así como las instituciones del Islam apoyan al nuevo gobierno. Los Estados del Sahel también congratularon a los vencedores, seguros del espíritu panafricano que predican. Ahora toca gobernar, lo más difícil y lo más apasionante. «No somos un partido político, somos una dinámica» dice Sonko. ¿Un movimiento nacional? ¡Mucha suerte, Senegal! «
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