La organización Aves Argentinas advierte sobre los peligros que acechan y convoca a voluntarios de zonas costeras para integrar el equipo de científicos que releva cuerpos que llegan a la orilla para recabar datos que nutran la investigación.

En el Día Mundial de los Albatros, la organización Aves Argentinas advierte sobre los peligros que acechan sobre estas aves –indicadoras de la salud marina- y convoca a más voluntarios y voluntarias de zonas costeras para integrar el Equipo Costero de Observadores de Fauna y Ambiente Marinos (ECOFAM), que releva cuerpos que llegan a la orilla para recabar datos que nutran la investigación científica.
Entre las distintas especies de albatros que existen, la que tiene mayor presencia en el Mar Argentino es el albatros de ceja negra. Su ruta es casi una defensa de la soberanía: “Anida en las Islas Malvinas y usa todo el Mar Argentino, de punta a punta. Nos hace de puente”, grafica el biólogo Leandro Tamini, Director del Programa Marino de la ONG Aves Argentinas.
“Los albatros tienen dos grandes amenazas –explica Tamini a Tiempo– Por un lado, las especies introducidas en los lugares donde anidan. Como Estado no tenemos muchas formas de accionar sobre esa amenaza, porque las únicas colonias están en Malvinas y obviamente no tenemos cómo acceder”. Esas especies introducidas son principalmente ratones y ratas. También gatos y en algunas islas cabras, que terminan comiendo el pasto que el albatros necesita para hacer el nido. “Donde hay muchos ratones grandes a veces se pueden comer vivo un animal entre varios en una noche”.
La otra amenaza tiene que ver con la “captura incidental en pesquerías”. En zonas de pesca comercial con grandes buques, unas de esas embarcaciones son los palangreros, que tiran líneas de miles de anzuelos. “El albatros ve el anzuelo encarnado, piensa que es sólo el pescado o el calamar, lo agarra y se hunde, se muere”, señala el especialista.
En el Mar Argentino la práctica que más lo perjudica tiene que ver con las redes de arrastre de fondo: “Los barcos arrastran las redes con dos cables. Los albatros golpean contra esos cables y mueren”.
“Es lo que estudiamos e intentamos mitigar. Se ponen líneas espantapájaros a babor o estribor para espantar a los albatros de la zona donde los cables entran al agua. En 2017 el Consejo Federal Pesquero sacó una resolución haciendo obligatorio el uso de esas medidas en una determinada flota. Eso está vigente, pero los controles no son muy efectivos”, advirtió Tamini. Y agregó: “Se necesitaría tener controles más fuertes. Es una flota muy grande y el cuerpo de controladores es muy pequeño. Dependen de la Subsecretaría de Pesca. Históricamente es chica esa dirección de fiscalización. Con el achique de áreas del Estado creo que se achicó aún más”.
En el marco del Día Mundial de los Albatros, el pedido de ayuda apunta a las poblaciones de zonas costeras. Los cuerpos que aparecen en las costas “aportan datos cruciales que permiten a los científicos comprender las amenazas que los acechan y el estado de conservación del Mar Argentino”. Por eso se busca ampliar el alcance del ECOFAM, un “programa de ciencia ciudadana” que impulsa a voluntarios y voluntarias a recorrer las playas de la Costa Atlántica registrando el hallazgo de aves, tortugas, y mamíferos marinos sin vida. Esos datos “se integran al trabajo de científicos profesionales. Cada registro, por pequeño que parezca, es una pieza clave en el rompecabezas de la salud oceánica”.
Ya hay 60 participantes voluntarios en nueve nodos, desde la provincia de Buenos Aires hasta Tierra del Fuego, incluyendo localidades como Pinamar, Mar del Plata, Necochea, Las Grutas y Ushuaia. La idea es que las caminatas por esas playas sirvan para recabar datos con medidas y fotos y funcionen como “ojos de científicos” en el territorio.
“Esa información está disponible para el investigador que la necesite. Y en el Programa Marino somos todos biólogos y podemos encarar trabajos científicos. Entre dar datos a científicos y analizarlos se va armando un buen background” para conocer más sobre la situación de los albatros.
Todo esto, con las dificultades de hacer ciencia en tiempos de cientificidio. “El problema que estamos teniendo es que el dólar está tan caro que los fondos que vienen de afuera no rinden. Pero la situación de desfinanciamiento repercute mucho más en el Conicet que en nosotros. La situación grave la está atravesando el Conicet”, dice Tamini sobre las políticas del gobierno de Javier Milei sobre la Ciencia.
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