Arde la UTA: choferes de 40 líneas fueron a la sede a reclamar un plan de lucha y que renuncie Roberto Fernández

La Unión Tranviarios Automotor (UTA) atraviesa una crisis de envergadura. El derrumbe de los salarios puso al rojo vivo la disputa por la conducción de la organización sindical y el profundo desgaste de su secretario general Roberto Fernández. Se trata de uno de los dirigentes de la CGT calificado como “oficialista de todos los gobiernos”.

Esa estrategia, combinada con la intransigencia del gobierno de Javier Milei y su decisión de imponer un cepo salarial sobre el movimiento obrero llevó a un congelamiento salarial que se sostuvo desde diciembre a mayo de este año cuando, luego de dos conciliaciones obligatorias, la conducción de la UTA se vio obligada a definir un paro de 24 horas.

Rebelión y paritaria a la baja

La medida, concebida en forma pasiva, desbordó a la conducción y decenas de cuerpos de delegados definieron cortes de calles y accesos a la Ciudad de Buenos Aires. Allí, además, instalaron un pliego de reclamos propio que incluía un salario básico de $2 millones de bolsillo contra el reclamo oficial que se conformaba con $1,7 millones brutos.

El 13 de mayo, sine emargo, el sindicato acordó con las cámaras y el gobierno un incremento que llevó el básico hasta $1.270.000 en mayo que llegarán en junio hasta los $1,3 millones brutos.

Días después vio la luz una declaración firmada por los cuerpos de delegados de 37 líneas del área metropolitana en el que denuncian que “la conducción de la UTA volvió a cerrar paritarias de manera inconsuluta y a la baja”.  Para los delegados de las mismas líneas que se movilizaron durante el paro del 7 de mayo, el octogenario dirigente “aceptó mansamente el techo salarial que quiere imponer el gobierno nacional”.

Allí, además, denuncian que en el acta acuerdo la conducción de la UTA incorporó un ítem mediante el cual se incrementaba el aporte que el sindicato recibe de las patronales como una suerte de bonificación por paritarias. El texto señala que “delegados de diferentes líneas venimos coordinando acciones para reclamar a la conducción que de continuidad al plan de lucha por la recomposición salarial, por las mejora de la obra social y contra el cepo a las paritarias como se vio en las distintas concentraciones que llevamos adelante”.

El texto plantea que el próximo congreso de la UTA a realizarse en junio debiera ser el ámbito en el cual se expresen los delegados y de base y los trabajadores como un canal para deliberar un plan de lucha.

Sin embargo, el descontento se puso de manifiesto hoy cuando, decenas de cuerpos de delegados se movilizaron a la sede central de la UTA en el barrio de Once para expresar al consejo directivo su reclamo a viva voz y en forma directa.

Allí centenares de trabajadores y delegados exigieron un plan de lucha y, caso contrario, la renuncia de la conducción para dar lugar a un renovación en el gremio.

Una de las líneas que sostiene el protagonismo opositor y empuja a la articulación del resto es la línea 60. Néstor Marcolín, uno de los miembros del cuerpo de delegados, señaló a Tiempo que “movilizamos con todo un grupo de delegados y trabajadores del transporte público de pasajeros hasta la central de la UTA donde reclamamos una recomposición salarial de $2 millones de bolsillo y que se inicie un plan de lucha para la eliminación del cepo paritario y que la UTA llame a un congreso de delegados para ver cómo se lleva a cabo ese plan de lucha ya que en junio se tiene que volver a discutir la paritaria”.

Efectivamente el acta firmada por Roberto Fernández y el Consejo Directivo sostiene que las partes deberán reunirse nuevamente durante este mes para pactar el nuevo tramo de aumentos. Allí, también se fija un compromiso de paz social hasta ese momento que, en rigor, se quebró hoy con la mira puesta en Roberto Fernández.

Marcolín señaló que el objetivo de la movilización fue “mostrar ese descontento a todo el Consejo Directivo y decirles que, si no están a  la altura de las circunstancias, como dijo Fernández en una reunión de delegados, den un paso al costado. Si no pueden ofrecer un plan de lucha y romper el cepo a la paritaria entonces que renuncien”.

La presión salarial por abajo choca con la intransigencia del ejecutivo y pone a las conducciones sindicales dialoiguistas en una encrucijada que parece no encontrar salida. Héctor Daer, por su parte, aseguró a los medios que a pesar de los decretos antihuelgas que dispuso el gobierno, “no hay clima para un nuevo paro”.