La cifra de fallecidos ya llegó a 13 y equipos de rescate todavía buscan personas desaparecidas. Una ciudad que necesitará reconstrucción profunda. Más localidades en jaque por la tormenta.

Familias que lo perdieron todo. Llantos por casas que ya no volverán a ser lo que eran. Autos apilados y amontonados, hospitales colapsados, árboles caídos, puentes, caminos y rutas destruidos, negocios inundados, y amplias zonas todavía sin luz. La desesperación y la angustia se sienten en el corazón de una ciudad desolada que comienza a volver a entrar en razón después de un nuevo golpe que obliga a un largo camino a la normalidad. “El problema ahora es que baja el agua y, básicamente, hay que reconstruir una ciudad, darle contención y asistencia necesaria a aquellos que perdieron todo, la casa, los muebles, los recursos; es un trabajo muy doloroso y triste, y que requiere de muchísimos recursos. Vienen días complejos”, expresó el ministro de Gobierno bonaerense, Carlos Bianco, en Futurock.
Si bien en la noche del 6 de marzo los bahienses sabían por el aviso del desmantelado Servicio Meteorológico Nacional del alerta naranja por tormentas eléctricas, abundante caída de agua y vientos fuertes, lo que sucedió fue mucho más duro de lo esperado. Pese a que las clases ya estaban suspendidas por el anuncio, la ciudad amaneció bajo el agua después de que cayeran más de 250 milímetros en sólo cuatro horas. Según el relevamiento de la Policía Bonaerense, de las 13 personas fallecidas ya identificaron a once de ellas, pero el número podría variar en las próximas horas.
«Los equipos municipales ya realizan tareas de limpieza, remoción y ordenamiento y junto con el gobierno provincial, Ejército y Armada continúan trabajando en la asistencia a la población», indicó el Municipio de Bahía Blanca en su último reporte. La zona más afectada es la localidad de Ingeniero White, al sur de la ciudad, y Cerri, al suroeste, de donde «ya se evacuaron 850 personas», según los últimos partes.
Mientras múltiples familias aún buscan a personas desaparecidas, en el Hospital Penna trabajan desbordados para seguir con los cuidados de bebés y pacientes trasladados tras la inundación. Sin suministro de agua potable en casi toda la ciudad, con la energía eléctrica cortada y con intermitencia constante en la señal de la telefonía celular, los bahienses continúan paralizados, con el servicio de transporte público suspendido, así como también la recolección de residuos.
La preocupación más grande de las autoridades es la situación de las menores Delfina y Pilar Hecker, quienes se encontraban en un auto que conducía su padre Andrés cuando fue alcanzado por el torrente de agua desde la Ruta 3 y luego arrastrado. Con buzos tácticos del Ministerio de Seguridad de la Provincia las buscan con intensidad.
El Municipio habilitó cuatro centros de evacuación para asistir a los afectados: Calle Belén (Güemes 250), Club Sansinena (General Daniel Cerri), Centro Natán (Villa Caracol) y División del V Cuerpo del Ejército (Florida 1450), entre otros. Mientras tanto, rescatistas junto al Ejército, la Gendarmería y la Prefectura Naval, además de personal de Bomberos y de la Policía Bonaerense, se ocupan desde que comenzó el temporal de las tareas en las áreas más afectadas.
Además, desde el municipio habilitaron un espacio para la donación en el que se reciben alimentos no perecederos, productos de limpieza e higiene personal, agua potable envasada, frazadas y abrigos, colchones, ropa de cama y toallas y alimento balanceado. Por otro lado, habilitaron una página web para seguir la cantidad de evacuados en tiempo real y otro sitio para consignar los datos de las personas buscadas.
Bahía Blanca sufrió la peor catástrofe climática en su historia, pero no fue la única ciudad que padeció las duras inundaciones. Una fuerte tormenta afectó a la provincia de Tucumán y provocó inundaciones y familias evacuadas en distintas localidades, como la capital, Lules, Las Talitas y Banda del Río Salí.
Las calles de San Miguel de Tucumán quedaron anegadas después de las fuertes lluvias, mientras continúa la alerta naranja por tormentas para el resto del fin de semana para todo el noroeste argentino. Las precipitaciones que se produjeron igualaron los registros históricos promedio de marzo (cayeron 130 milímetros y el promedio es 134) e hicieron que se desborde el río Santa María, lo que derivó en un corte de la ruta nacional 40.
«Evitá salir durante la tormenta o circular por zonas anegadas. Desenchufá y no manipules artefactos eléctricos. No saques residuos a la calle porque tapan los desagües», pidieron desde el Municipio de la capital tucumana.
En Mar del Plata, por su parte, también la lluvia generó calles anegadas, comercios cerrados, barrios sin luz y la suspensión de los eventos nocturnos. Desde el Municipio confirmaron que no tuvieron que evacuar personas, pero que las próximas horas serán claves para intentar recuperar la normalidad de los destrozos.
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