Bolivia va a las urnas: demasiado tarde para lágrimas

Nueve candidatos, ocho hombres y una mujer, se medirán este domingo en las elecciones generales en Bolivia, comicios que pueden marcar un cambio de rumbo rotundo tras décadas de hegemonía del Movimiento al Socialismo (MAS).

La fragmentación del principal movimiento popular que inició su historia en 2006 con la primera presidencia de Evo Morales, las disputas internas y un hastío reflejado en las encuestas, dan como resultado el posible retorno de la derecha al país, a través de otro hecho inédito: una segunda vuelta electoral prevista para el 19 de octubre.

Según los sondeos publicados en los últimos días, los dos candidatos favoritos para esa contienda son el empresario y exministro Samuel Doria Medina (Alianza Unidad) y el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga (Libertad y Democracia), quienes muestran un “empate técnico” en torno a los 24 puntos.

El escenario recuerda a las últimas elecciones en Perú, sobre todo las de 2021, donde entre numerosos candidatos, los primeros apenas superaban los diez puntos en los sondeos y Pedro Castillo, un desconocido que apenas contaba con 6% de intención de voto a seis casilleros de la delantera, fue uno de los que accedió al balotaje y luego se alzó con la presidencia, más allá del destino trunco que atravesó por el golpe parlamentario (que algunos califican de “autogolpe”) que afrontó y le costó la cárcel. En este caso, quien podría equiparar la situación de Castillo es Andrónico Rodríguez (Alianza Popular).

La diferencia es que el actual presidente del Senado es bien conocido en Bolivia. Para la derecha es ineludible su estirpe evista. Mientras la izquierda se divide entre quienes lo siguen por vocación propia; los llamados a anular el voto, según la proclama de Evo Morales (entre ellos quienes lo consideran un traidor a Andrónico) y los que engrosan las filas del voto indeciso. Otrora mano derecha de Evo y señalado como el heredero legítimo del movimiento cocalero, Rodríguez recibió las esquirlas de la disputa entre el expresidente y el actual, Luis Arce, por la conducción del partido, que acabó en una fractura irreconciliable con mutuas acusaciones de difícil retorno.

Con un discurso popular de defensa del trabajo y los bienes públicos, Andrónico cerró su campaña en la histórica ciudad de Sacaba, en El Chapare, departamento de Cochabamba, con una impronta indigenista. Sin embargo las principales organizaciones campesinas no lo apoyaron oficialmente, algunas en oposición a la elección de su candidata a vice, Mariana Prado. Según las últimas encuestas, la intención de voto de Andrónico ronda el 8,5%, integrando el mismo pelotón de Rodrigo Paz (Partido Demócrata Cristiano), 9%, y Manfred Reyes Villa, (APB Súmate) 8,8 por ciento.

Más atrás figuran Jhonny Fernández (Alianza Fuerza del Pueblo) con un escueto 2,44%; Eduardo Del Castillo (el candidato oficial del Movimiento al Socialismo), con apenas el 1,83%; el exministro de Arce y representante del oficialismo, Pavel Aracena (Alianza Libertad y Progreso), que no superaría el 0,33%, y Eva Copa con 0,20 por ciento. El voto no definido —entre blancos, nulos e indecisos— asciende a 20,75 por ciento.

Fragmentación

Tras su renuncia a ser candidato, el presidente Arce respaldó como candidato oficial del MAS a Castillo, abiertamente enfrentado con el bando “evista” y gran promotor de la causa por supuesta trata que se le sigue al expresidente. Evo en tanto esgrime que los comicios no tienen ninguna legitimidad y pide el voto nulo, apuntando incluso que si el porcentaje es alto él será el verdadero vencedor moral en las urnas.

En una lógica “peruana”, el sector campesino señaló que el 17 de agosto habrá «sorpresas» en los resultados, que no coincidirían con los datos de las actuales mediciones de opinión. Lo cual no sería extraño de esperar dada la experiencia de las últimas elecciones en distintos países de la región, en las que hubo severos fallos de medición.

Los punteros

Doria Medina, uno de los empresarios más ricos de Bolivia y candidato por cuarta vez, propone un ajuste a los gastos del Estado y concentrarse en la explotación del litio para potenciar la economía. La receta que trae Quiroga no es diferente. Hasta dijo en una entrevista que para efectivizar ese ajuste usaría, al estilo de Milei en Argentina, “motosierra, machete, tijera”. Ambos tienen propensión al desguace de las empresas estatales y a las alianzas con el FMI.

Ante este panorama, el diario La Época editorializó este fin de semana que “Manfred Reyes Villa, Samuel Doria Medina y Jorge Quiroga son miembros prominentes de esa generación que fracasó en la política y en la economía nacional, aun cuando les haya ido muy bien en sus finanzas particulares, en gran medida originadas en el saqueo de la cosa pública”. En esa edición, el analista Gabriel Campero consideró que “estas elecciones nos pueden dar una sorpresa muy buena o muy mala, ya que dará un panorama de continuidad de un modelo con un horizonte en favor de las mayorías con el MAS; tomará el errático rumbo que plantean los dinosaurios de la derecha o apoyará una línea tibia, pusilánime, que está perdiendo su única ‘fuerza electoral’: la de identidad cultural”.

Con estas previsiones queda claro que habrá una segunda vuelta el 19 de octubre, hecho inédito desde que la Constitución de 2009 introdujo esta ronda final en caso de que ningún candidato obtuviese más del 50% de los votos o un 40 con una diferencia de diez puntos sobre su rival más directo.