Ofrece entrenamiento recreativo y competitivo para la comunidad LGBTIQ+. “Somos más que una escuela de boxeo: somos una red de contención y empoderamiento para salir a la calle más fuertes”, dice su profesora.

“Boxeo Queer LGBTIQ+ nace ante la necesidad de generar espacios seguros y amables de entrenamiento”, explica la profe Florencia Mariel, Jueza Nacional de Boxeo amateur y Directora Técnica de la Federación Argentina de Box (FAB). El proyecto inició como propuesta para FelizaAcoiris -referente de la cultura alternativa-underground disidente-, luego se sumó Batacazo Cultural (Almagro) y hoy funciona también en Zaguera Espacio Deportivo, Devoto.
“Con mi sobrino íbamos a entrenar juntxs hasta que nos cansamos de ser ‘los raros’. Un día me dijo: ‘Tía, ¿por qué no abrimos un lugar para la comunidad?’”, recuerda Flor. “Ahí entendí que era posible inventar un espacio que no existía más que en nuestra utopía: un lugar donde cada persona fuera valorada y celebrada por ser quien es”.
La referencia es clara: gimnasios, clubes y academias donde el comentario homófobo es chiste y donde la corrección técnica muchas veces funciona como disciplina identitaria. “Dentro del circuito convencional, siempre se me hizo notar que era diferente: por feminista, por marrón, por no binarie”, afirma.
Boxeo Queer es una escuela pionera que ofrece entrenamiento recreativo y competitivo para la comunidad. Para Flor, significa una conquista en un ámbito que, lejos de incluir, suele hostigar, ignorar o expulsar mediante lógicas binaristas, heteronormativas y falocentristas. Incluso, en espacios autodefinidos como antifascistas que terminan siendo apenas “gay friendly”.
Cada participante es escuchade, acompañade y respetade en sus objetivos personales. Además, la escuela sostiene una fuerte militancia en la calle: participa en marchas, se articula con organizaciones afines y promueve actividades interdisciplinarias donde circulan amistades, experiencias y redes de contención. “El taller es increíble; la enseñanza es de altísima calidad y, en estos tiempos, también se vuelve una herramienta fundamental de defensa personal”, cuenta une de sus alumnes.
Muchxs llegan de entornos hostiles marcados por la discriminación, las amenazas y distintas formas de violencia. En contraste, Boxeo Queer ofrece un espacio donde florecen la autoaceptación, la confianza, la autoestima, el amor propio, las amistades y, a veces, también los amores. Su impacto es tal que incluso ha motivado a algunxs alumnes a crear sus propios espacios deportivos orientados a la comunidad.
“El boxeo es una disciplina completa: cardio, musculación, técnica, reflejos, estrategia, velocidad y potencia. Y, sobre todo, es adaptable a todxs. En tiempos marcados por discursos de odio, entrenar no sólo fortalece sino que además empodera”, precisa Flor.
El cuidado está protocolizado en el espacio de entrenamiento. Lxs alumnxs firman un contrato de convivencia creado colectivamente que incluye un formulario anónimo de denuncias, un recursero de salud mental, física y legal, y pautas para detectar sesgos, microagresiones y comentarios violentos.
“Somos más que una escuela de boxeo: somos una red de contención y empoderamiento para salir a la calle más segures y más fuertes”, resume Flor.
El pasado 1 de noviembre, Boxeo Queer se sumó a la carroza deportiva LGBTIQNB+ de Ciervos Pampas Rugby Club, en la Marcha del Orgullo de Buenos Aires. Hubo combates de exhibición, participación abierta y un mensaje contundente: “Knockear a la ultraderecha”.
“Los derechos se defienden -dice Flor-. Ningún ataque de la clase dirigente hacia nuestra comunidad será tolerado ni ignorado. Somos queers, trolxs, jubiladxs, tortas, maricas, discas, médicxs, estudiantxs, obrerxs, laburantxs, docentes, profesionales, travas, travos, putxs, mostras y combativxs. No nos callamos más y no estamos solxs”.
Ciervos Pampas es, para ella, una organización “hermana”. Acompañó al proyecto desde el inicio y fortaleció la red de deportistas disidentes. “Tenemos proyectos importantes a futuro”, adelanta.
En Boxeo Queer, la identidad se vuelve fuerza colectiva y diversa. Cada cuerpx encuentra su ritmo, su pulso, su potencia.
En un mundo que insiste en expulsar, el problema no está en el ring. Está afuera. «
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