
En particular en relación a quiénes tienen más exposición al contagio, tenemos que repensar los trabajos en función de la cercanía con otras personas y de las medidas de protección con las que cuentan. Visual Capitalist realizó un estudio en base a datos del Departamento de trabajo de Estados Unidos, que analizó los trabajos en función de la posibilidad de exponerse a un virus, la frecuencia de contactos con otras personas y la proximidad necesaria para realizar su labor.
Según este análisis se definieron tres categorías de profesiones en función del nivel de riesgo: alto, medio y bajo. Se observa en la distribución realizada como la mayoría de las profesiones relacionadas con la salud se consideran de alto riesgo, siendo los dentistas los de mayor exposición, seguidos por enfermería y personal de limpieza. La única profesión no relacionada a la salud que aparece en esta categoría son los y las azafatas.
Entre las profesiones con exposición media se encuentran los transportes de colectivos, docentes (están más expuestos los y las maestras de jardín de infantes que de niveles superiores), secretarias en establecimientos de salud, peluqueros y peluqueras, y cuidadores de niños y niñas.
Si miramos desde un enfoque de género nos encontramos que la mayoría de estas actividades, están realizadas por mujeres. En Argentina, el 69% del sistema de salud lo componen mujeres. Según un estudio del Population Reference Bureau, la proporción de mujeres y varones como azafatas/os era de 100 mujeres cada 26,4 varones en el 2007.
En cuanto a las profesiones de riesgo medio, tanto la docencia (70%) como el sistema de cuidado (sea de niños o niñas como de personas mayores) está feminizado (97%). La única profesión distinta es la de transporte, donde el 94% son varones.
En salud, según la Encuesta nacional a trabajadores sobre Condiciones de Empleo, Trabajo, Salud y Seguridad, realizada por el Ministerio de Trabajo en 2018, las mujeres están en mayor medida expuestas al contacto con personas infectadas que sus pares varones (55% vs. 47%), la mayoría indica realizar jornadas de trabajo más largas, lo que puede estar relacionado a que en mayor medida son jefas de hogar, además de realizar al menos 1h más de trabajo de cuidado (en contexto de pre-pandemia). Estos datos muestran el alto grado de vulnerabilidad en el que se encuentran, no solo por la exposición a contagiarse, sino además por el contexto, lo que aumenta los niveles de stress e incertidumbre.
En el caso de las trabajadoras de servicio doméstico y de cuidado, en nuestro país solo el 23% de las trabajadoras se encuentran registradas, lo que aumenta su precariedad laboral y su nivel de vulnerabilidad ante un contexto como el actual: donde se les exige volver a sus trabajos y exponerse.
Desde Grow, invitamos a reflexionar a los y las empleadoras sobre la corresponsabilidad de cada uno en el cuidado: no sólo por la posibilidad de contagio de COVID, sino también de todo el entorno de estos trabajadores y trabajadoras.
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