El crecimiento de la violencia contra las mujeres fue llamativo sobre todo en este último mes. "Es un hecho político", expresa Ariel Sánchez director de Promoción de masculinidades de PBA.

“Este crimen se puede entender como un hecho político. Hace tiempo que venimos exponiendo, sosteniendo y argumentando los femicidios en una trama de desigualdad”, dice el director de Promoción de Masculinidades para la igualdad del Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad sexual de la Provincia de Buenos Aires. La relación del femicida con una organización política de discursos antifeminista y contra la mujer, agrega, lo confirme.
“En primer lugar, aparece esa construcción de victimización en la que se piensa a los hombres ante un gran victimario que sería el feminismo”, analiza. “A la vez tenemos la negación de las violencias, que son estructurales, la negación de la reparación y la negación al reconocimiento de derechos que los lleva a pensar que están haciendo justicia”.
Para Sánchez, es el mismo femicida quien lo posiciona como un hecho político al construirse como un “perseguido”. “También es claramente político pensar que hacer justicia implica estar en contra de los derechos y contra las políticas de igualdad. La idea de que la batalla cultural es estar en contra de esa igualdad.”
De acuerdo al observatorio Adriana Zambrano de la Casa del Encuentro, en cinco días en la Argentina se produjeron ocho femicidios. Van de la mano con el negacionismo por parte del Estado a la violencia de género y al vaciamiento de políticas públicas destinadas a su erradicación. Algo que el feminismo denuncia desde incluso antes de comenzado el gobierno de Milei. “La legitimidad del Estado a la eliminación de las políticas de género, de igualdad de género, de erradicación de la violencia no es gratuita. Tampoco lo es la proliferación e intensificación del odio en las redes sociales”, denuncia Sánchez.
Tras diversos análisis sobre lo brutal de esta masacre que además del doble femicidio agrega el descuartizamiento de un conductor por parte del mismo victimario, llegó la voz de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich. La funcionaria en diversas ocasiones desestimó la figura del femicidio además de intentar incorporarlas a las cifras de seguridad. Pero esta semana, tras el doble femicidio, hizo gravísimas declaraciones.
“Si lo que vos hacés es generar una idea de que estás empoderada y sos capaz de pisotear a cualquiera, sea hombre, tu padre o tu madre; si a alguien lo pisoteás, finalmente lo que termina pasando es que te viene en contra (…) el desequilibrio que se generó con el feminismo extremo lleva a situaciones donde la violencia es tan fuerte que termina destruyendo a la misma persona que genera esa lógica”, dijo en la entrevista con el Gordo Dan.
“Repudiamos esta afirmación, que culpabiliza a las propias mujeres de la violencia que sufren. La violencia de género no es un problema individual: es estructural y el Estado tiene la obligación de prevenirla, sancionarla y erradicarla. Culpar a las víctimas no salva vidas. Financiar políticas públicas, sí”, dijeron desde La Casa del Encuentro.
Así como Pablo Rodríguez Laura, al ser consultado por una periodista, dijo que había hecho justicia, cuando fue consultado por el asesinato del remiserio Martín Palacios, dijo que se trataba “de un mártir”. Hasta ese punto llega su odio hacia las mujeres.
Este odio, organizado y avalado incluso por el gobierno es el eje de este doble crimen en el que además deja en completa desprotección a su propio hijo. Sánchez explica que desde la Dirección de Promoción de Masculinidades del Ministerio de Mujeres de PBA se viene discutiendo mucho sobre cómo incorporar definitivamente a los varones a las discusiones sobre la igualdad.
“Estamos polítizando en clave de género la vida de los varones, pensando en sus propias trayectorias, sus conflictos, no sólo cuando ejercen violencia, sino su conflicto en relación al cuidado, a la salud, en los espacios educativos, en los proyectos económicos. Qué les pasa hoy, qué les pasa en relación al feminismo en general. La diferencia con las otras narrativas, las de Varones unidos, por ejemplo, es que ese politizar la vida de los varones que ellos enuncian como defender los derechos humanos de los varones, es estar en contra de los derechos de otras personas que son las mujeres y diversidades”.
Es el motivo, expresa Sánchez por el cual se posicionan en la victimización. En el mismo lugar donde Bullricho puso al femicida. “El discurso es nos han dejado afuera, nos están persiguiendo, nos están borrando de la escena, ese es el planteo. Y ahí, el femicidio es un acto de justicia y venganza. Te dicen ‘me han llevado a esto’”. Agrega, “lo preocupante es que aparezca cada vez más o que se empiece a legitimar esto como viene pasando”.
Este tipo de discurso busca también, a través de la victimización, poner en tensión las instituciones que han avanzado en la protección de derechos y en construir vidas sin violencia. Lo que, sin dudas hizo este gobierno desde que asumió.
Yo no creo que ningún varón quiera ponerse en riesgo todo el tiempo. Entonces, estas narrativas que circulan mucho en el mundo digital pero porque es el mundo en que vivimos, alojan algunas incertidumbres, algunas inquietudes que tienen varones o algunas incomodidades con discursos sobre el feminismo y la igualdad de género.
Sánchez recuerda el libro Hombre blancos cabreados de Michael Kimell donde habla de un núcleo de varones agraviados en su derecho legítimo natural. “Explica que eso provocó una mezcla de te han quitado el lugar que siempre tuviste o que deberías tener. Hay ahí ese lugar de centro y con victimización, un encuentro muy explosivo entre esa victimización y este derecho que supuestamente era natural de los hombres.”
Uno de los trabajos necesarios para Sánchez y que ensayan desde la dirección de Masculinidades, es tratar de que los varones se involucren en las conversaciones que surgen cuando suceden estos atroces hechos. “Los varones tendemos a alejarnos de esa discusión, nos separamos como diciendo ‘no soy eso’. Y esa actitud a veces queda apoyada en el discurso del monstruo o la patologización de quien comete el femicidio.Creo que los varones tienen que involucrarse más en ese sentido. Dar cuenta que toda esa naturalización”, detalla.
“Está bien que los varones se organicen en tanto varones, pero para pedir más participación en los cuidados, para pedir más licencias, inclusive para pensar sus propias relaciones con otros varones que no estén atravesadas por situaciones de riesgo. Para pedir políticas desde el Estado, que piensen por qué son tres veces más los varones los que se suicidan, que se empiecen a pensar políticas destinadas a ellos. Tienen un montón de modos de organizarse. Y me parece que muchas veces, cuando aparece esta discusión y se empieza a discutir en todos lados violencia de género y los femicidios, muy rápidamente la reacción es de alejamiento. Este femicidio nos sirve para pensar cómo todos esos discursos que sí hacen mella en la vida cotidiana en muchos varones”, explica.
La minimización de la violencia o decir que las mujeres o el feminismo se pasaron de mambo no sólo son el resultado de los discursos oficiales, también son impulsores de más violencia. “Es común decir que el Estado se preocupa más por las mujeres que los varones y los varones ¿cuándo? El discurso de Davos de Milei tiene todos esos puntos de victimización. Es más discutió con la figura de femicidio”, dice respecto al discurso de Milei en Davos en enero de este año.
“Estas cosas hacen mella en varones que se sienten incómodos en todas estas discusiones. Tenemos que dar con ellos porque muchas veces ante la incomodidad, la incertidumbre en ciertos proyectos, quizá también económicos truncos o que no encontraron la idea de futuro, se dejan abrazar y alojar por estos discursos que eligieron como enemigo a las políticas vinculadas a la igualdad, el género, la erradicación de la violencia, para hablar de la propia incomodidad de los varones. Esto no es nuevo, pero creció mucho con la legitimación por parte del Estado nacional y civil”.
De su web Varones Unidos, Laurta hablaba de falsas denuncias. En la Argentina, los movimientos que buscan criminalizar a las mujeres que defienden a sus hijes abusados o violentados, o quienes denuncias casos de violencia crecieron exponencialmente. Incluso, desde el senado Carolina Losada busca aprobar un proyecto en este sentido.
“No hay en la Argentina un grupo como Varones Unidos. Hubo en su momento grupos de padres que se han juntado, que no todos tenían esta mirada pero en algún punto alguna narrativa era como de victimización. Incluso ponían como el punto inicial de la persecución hacia ellos en la Ley de Protección contra la violencia de género. No sé si hay grupo organizado aún pero sí uno ve la presentación del nuevo libro de la batalla cultural, por ejemplo, hay una masividad que está presente. Y que está en diferentes lugares”.
La agrupación Con mis hijos no te metas, dice Sánchez es una de las expresiones de eso. “Hemos tenido situaciones donde tenemos que actuar frente a grupos no organizados, como una organización política, social, pero que están organizados en redes tipo Telegram o de WhatsApp. Hay una comunidad digital pero no algo organizado fuera de eso”
Desde el Estado la pregunta debería ser qué les pasa a los varones con el patriarcado, define Sánchez. En la Argentina, a el Estado, a nivel nacional se fomenta lo contrario.
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