La frase pertenece al diputado nacional Leonardo Grosso, quien como presidente de la Comisión de Recursos Naturales y Conservación, encabezó anoche una videoconferencia con especialistas en medioambiente.

No es la primera vez que dirigentes del Gobierno Nacional opinan de manera contundente sobre el impacto de la contaminación ambiental en la biodiversidad. En días pasados, el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié calificó al glifosato de “veneno” y acusó a los empresarios del agro de “fumigar en la cara de los niños”.
En este sentido, Grosso consideró que “la política tiene una agenda ambiental postergada y es urgente construirla para trabajar en reglamentaciones que empiecen a resolver el problema”.
Luego abrió un debate que por lo general, en la política, se termina diluyendo: “Tenemos la obligación de pensar en las toneladas de veneno que tiramos cuando producimos, en realizar una transición energética, en cómo se producen los alimentos, en la destrucción masiva de especies”. Y agregó: “Esta crisis provocada por la Pandemia debemos aprovecharla para reflexionar y proponernos cambiar nuestros hábitos porque en cada desmonte de nuestro país tenemos una posible Wuhan”.
Por su parte, la bióloga argentina y experta en biodiversidad, María Elena Zaccagnini, explicó el círculo vicioso creado por el hombre que lo termina perjudicando: “La naturaleza brinda beneficios y contribuciones que el ser humano toma para su bienestar, y estamos notando que impactos indirectos como la contaminación o el mal manejo del suelo, dañan esas contribuciones que luego termina dañando a la gente”. Así, de esa manera, se entiende que existe una pérdida en la capacidad de la naturaleza para continuar generando bienestar por la intervención del hombre.
Zaccagnini, Co-presidenta de IPBES Americas Assessment, una institución creada por la Unesco para el estudio ambiental, propone algunos cambios en los hábitos de la sociedad y reclama generación de políticas públicas directas: “Modificar los patrones de consumo, la forma de producir alimentos, como las industrias y los ciudadanos procesan sus residuos, los tipos de energías que utilizamos, la actitud que asumimos frente a deterioro ambiental, los contenidos educacionales, cómo informamos y capacitamos a la sociedad y los cambios en la forma de decisiones políticas”.
Según un informe de Greenpeace, entre el 15 de marzo y el 15 de abril se desmontaron un total de 6.565 hectáreas en cuatro provincias: Salta (1.194 hectáreas de montes nativos), Santiago del Estero (con 3.222 hectáreas), Formosa, (1.132 hectáreas) y el Chaco (1.017 hectáreas).
“En las últimas tres décadas perdimos cerca de 8 millones de hectáreas y somos uno de los 10 países que más destruyen sus bosques. Es irresponsable y hasta suicida que, frente a la crisis sanitaria, climática y de biodiversidad que estamos sufriendo, se siga deforestando”, detalló el coordinador de la campaña de Bosques de Greenpeace, Hernán Giardini
Otro de los disertantes fue Carlos Zambrana Torrelio, un biólogo boliviano radicado en Nueva York, vicepresidente asociado de Conservación y Salud en EcoHealth Alliance, una organización no gubernamental que sufrió el ataque, sin fundamentos, del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de ser la culpable de la generación del Covid-19.
Zambrana Torrelio es un cazador de virus. Junto a otros científicos se dedican a sumergirse en las zonas más inhóspitas en busca de los próximos virus animales que pueden llegar a generar contagios a seres humanos. “Las enfermedades nuevas son una amenaza creciente: las zoonosis pasan todo el tiempo en todo el mundo, como la rabia, el ébola, la influenza, el chagas, o el dengue; pero hay 3 nuevas zoonosis cada año y ese aumento de la frecuencia de enfermedades se genera por los cambios ambientales como la deforestación o el crecimiento agrícola”.
La expansión del agronegocio superando las dificultades naturales que presentan los territorios sobre los que avanzan para los monocultivos está demostrando que provoca una variación muy dañina de la biodiversidad.
En este sentido, su diagnóstico es que “las pandemias son producto de nuestro desarrollo económico, sin adecuada planificación y sin seguimiento del uso de la tierra”. Y advirtió: “Mucha deforestación, en muchos lugares inadecuados y muy rápido, nos puede llevar a muchas otras pandemias”.
Por último, la periodista Marina Aizen, especializada en ambiente y confundadora de la red Periodistas por el Planeta, hizo un llamado a la autocrítica de los medios masivos de comunicación porque no le dan el espacio suficiente a la temática ecológica. “Es imprescindible poder desarrollar la comunicación y conectar la problemática ambiental con la sociedad”, opinó.
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