La artista ofrecerá un show especial acompañada de cuerdas, oboes y arreglos sinfónicos para festejar los 20 años de "Inconsciente colectivo". En diálogo con Tiempo, comparte sus fantasías de retiro, la necesidad de pagar el alquiler y adelanta cómo será su próximo álbum. fantasea con el retiro, pero ya tiene un disco terminado que lanzará en abril.

Aquel recordado trabajo de covers incluyó clásicos como “El anillo del capitán Beto”, “Inconsciente colectivo”, “Cinema Verité”, “Brillante sobre el mic”, “Tiro de gracia”, “Ya sé qué hacer”, entre otras canciones que marcaron generaciones. También reinventará temas como “Mi enfermedad”, “Detectives”, “Nada es para siempre”, “Una tregua” o “Mary Poppins y el deshollinador”, en versiones que abrazan lo orquestal sin perder la intimidad ni la emoción. Su voz, su marca registrada, sigue vigente y lo demostrará una vez más.
Cantilo tenía hace años ganas de hacer un espectáculo en formato septofónico. Pide que la llamen a su casa por teléfono para hablar sobre este show: “Estamos ensayando mucho, lo preparamos con Cay Gutiérrez, mi productor musical. Me encanta, tocaría siempre así. Con los arreglos de cuerdas, oboes y demás instrumentos clásicos, además de mi bajista y tecladista de siempre”, cuenta. “Va a haber también algunas cosas grabadas para que se asemeje a una orquesta sinfónica, es una experiencia hermosa, suena increíble. Es lo que siempre quise hacer. ¿Qué es lo que quiero hacer yo? Esto. Siempre quise eso y no me había dado cuenta”, asegura.
“Es que la batería me tapa la voz y estoy cansada. Sufrí mucho toda mi vida con los instrumentos que tocan fuerte. En este caso me siento más cómoda. Voy a tratar de seguir en esta línea, pero conmigo nunca se sabe”, bromea y estalla en una carcajada.
Últimamente está con insomnio, admite, porque se queda “paveando”, mirando la tele o haciendo cosas como si fuera la tarde. Es siestera y queda adormecida un rato al levantarse, pero lo pilotea bien. Vive el día a día y comenta que no se hace historia con nada, al menos eso trata. “Por ejemplo, para la elección de los temas para este recital, trato de no darle muchas vueltas. Le fui diciendo a Cay lo que tenía ganas de hacer, hay canciones que me gustaban hace mucho y las metí en este formato. El año pasado lo armamos y nos dimos cuenta de que habían pasado dos décadas del disco de covers, y bueno, fuimos por ahí, pero lo importante era el formato”.
Fabiana tiene una energía particular. Cierta ciclotimia que parece solo regular el arte. La expresividad de su voz la destaca entre otras artistas, pero también sus contrastes entre la luz y la oscuridad. Por eso siempre está activa. “Un día aburrido en casa suena el teléfono y era Fito: tenía un Vélez o un River, un estadio. A lo largo de nuestras vidas hemos hecho tantos lugares así que son todo lo mismo para mí. Pero bueno, cuestión que fui, salió bien, y al poco tiempo Fito me invita a hacer una canción en el Colón. Ahí fue que me di cuenta de la diferencia. Me gustaría hacer algo así, me dije. Y ahí me pregunté: ‘¿Por qué tengo una banda de rock si podría hacer algo diferente?’ Me sugirieron una batería electrónica o una base grabada. De ninguna manera, me gusta tocar sin batería. Ya me tienen harta las baterías. Porque algunas están bien y otras no. Son años de ruido, de potencia. Pero así, con este formato, mi voz es feliz. Porque yo no puedo gritar. Y si grito me sale cualquier tono. ¿Viste que hay gente que puede gritar y entonar? Yo no. Por alguna extraña razón. No soy Patricia Sosa, Claudia Puyó o Valeria Lynch: minas con polenta natural. Yo si grito hago un papelón”.
La nota con Tiempo se interrumpe porque llegó a la casa de Fabiana una amiga. Esperó con paciencia oriental 20 minutos en la puerta, pero ya logró ingresar. Acomodan unas bebidas cola en el freezer y la cantante continúa: “Tampoco me importa si a la gente no le gusta el formato sinfónico, pero sería mejor que guste, me parece”, bromea. “Ojalá que sí, para poder seguir haciendo esto, que es lo que quiero hacer básicamente el resto de mi vida. Tengo siete tipos de bandas diferentes: trío, banda de rock, todo un circo armado para tocar donde me contraten. Soy conocida, pero necesito hacer plata y ver cómo voy a sobrevivir. A esta altura de mi vida es para pagar el alquiler. Todavía no puedo elegir. Ojalá que algún día pueda. No soy tan famosa como para hacer lo que quiera. Fito, por ejemplo, sigue tocando porque no puede parar, pero yo si fuera Fito no toco más y me quedo en casa descansando. Pero bueno, ¿hace cuántos años que toco? Años. Y no es fácil, pero seguimos para tratar de estar lo mejor posible”.
Cantilo es una montaña rusa emocional. “Estoy muy sensible y todo me pega mal. Pero también me gusta mucho cuando me conecto con algo y me hace sentir bien. No es todo diversión en la vida de un músico. Afuera parece que estamos de joda, pero no es así. Por suerte hay nuevas generaciones. Ca7riel y Paco Amoroso me parecen geniales por lo que proponen como espectáculo; tienen muchísimo talento. También Wos. O algún otro que ahora no recuerdo, pero sé que le dan frescura al asunto. Nosotros, los de mayor recorrido, sentimos que podemos descansar en ellos, aunque lo que hagamos no tenga nada que ver. Eso es lindo”, reflexiona.
La cantante está preparando un disco nuevo: “Seguramente lo lanzaremos en marzo, tiene todos temas nuevos, míos. Algunos con invitados especiales. Me ayudó el hijo de Cay, Ishi Gutiérrez. Tiene 20 años y es un capo. Y entonces nada, hicimos unos temas. Eso es todo. No te voy a contar nada porque no te puedo contar nada: es todo sorpresa. Lo único que puedo decir es que no hay reggaetón, trap ni nada de eso. Creo que va a quedar más onda Peter Gabriel que otra cosa. Hay algunas cositas exóticas. Es mi estilo, pero más raro que antes. Ya veremos, no nos adelantemos”.
Saber que estará bastante ocupada en el futuro no le da tranquilidad. En tiempos de incertidumbre generalizada, tener un proyecto a mediano plazo (como girar para presentar canciones nuevas) tampoco relaja a Cantilo. “Yo soy una depresiva que sufre todo el tiempo. ¿Qué tal, no te esperabas? ¿Qué querés que te diga, que está todo genial? Pasa que digo la verdad, hay otra gente que no lo dice. En general, los que somos un poco conocidos tenemos que estar espléndidos y no nos pasan cosas como a cualquiera. Eso es cualquiera. Últimamente estoy sufriendo bastante, pero bueno. Son épocas, o momentos del día. Hago meditación y yoga, pero si tengo ganas. Hoy le di de baja porque estaba muy dormida, me acosté a las 4 de la mañana porque soy pelotuda. Esas que miran la tele y hacen fuerza para no dormir. Pero por suerte hay ensayos, ahí se me pasa todo», admite.
“Cada uno tiene que encontrar su forma de surfear la ola que le toque -reflexiona-. Es por ahí, me parece”. «
Fabiana Cantilo celebra los 20 años del disco Inconsciente colectivo el 19 de diciembre a las 20:30 en el Teatro Margarita Xirgu, Chacabuco 875 (CABA).
Lo presentó con una fiesta inolvidable en el Teatro Gran Rex. Era 2005 y esas 17 canciones fueron un antes y un después en su carrera. Fue un disco que la devolvió a la cresta de la ola y la consolidó como gran cantante e intérprete del rock argentino. Con Inconsciente colectivo, Fabiana Cantilo marcó su carrera, mostrando su versatilidad y capacidad de crear versiones únicas. En 2006 recibió el premio Gardel y fue disco de platino al superar las 60 mil unidades vendidas.
El álbum está dedicado a Charly García: de hecho, se llama Inconsciente colectivo por el tema, pero sobre todo “porque Charly fue un faro para muchos de nosotros. Fue un maestro, un verdadero maestro que me abrió la puerta a componer”, comenta la cantante. La selección de los temas siguió un método novedoso: Cantilo realizó una selección inicial de 30 temas, y entre ellos, los oyentes de una radio de puro rock nacional eligieron los definitivos. Además contó con la ayuda de amigos: Gustavo Cerati, Fito Páez (en cuatro temas), Hilda Lizarazu y Daniela Herrero. El disco incluye joyas como “Amanece en la ruta” de Miguel Zavaleta, “Me arde” de Andrés Calamaro, “La Bestia Pop” de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, “Eiti Leda” de Serú Girán, “El Anillo del Capitán Beto” de Luis Alberto Spinetta, “Spaghetti del rock” de Divididos, y “Prófugos” de Soda Stereo. “Todos los himnos, no hay mucho que decir. Recuerdo que fue un boom y que me trajo algunos problemas porque a veces el éxito no es fácil de manejar. Pero las canciones son preciosas”, comenta la cantante.
En su casa en Martínez, zona norte del Conurbano Bonaerense, hay una sola regla: no ver los noticieros. “No me interesan los problemas que otros generan, las mentiras y las operaciones. Menos las que se arman en las redes. El otro día dije que no me gustaba un tipo de música y mencioné algo de L-Gante, y se armó un lío bárbaro. Yo no tengo nada en contra del pibe, pero bueno, no me gusta el género que hace. Pero todo se tergiversa”, explica la cantante.
Cantilo prefiere recordar otros proyectos, que quizás no tuvieron una difusión masiva: “Escribí un libro de poesía, Desvío. Durante la pandemia saqué un cajón con poemas que tenía desde los 18 años, empezamos a seleccionar y me lo publicó Sudestada».
El año pasado estrenó una película de ficción llamada Lágrimas de fuego. También compuso la banda de sonido. La protagonizó junto a Gastón Pauls, Andrea Rincón, Claudia Puyó, Pipo Cipolatti y las hermanas Lula y Marilina Bertoldi. El director fue Gabriel Grieco. “Me dijeron que es candidata para venderla a las plataformas -revela-. Esto me pone muy ansiosa, pero bueno. Es una película donde la fuerza de sus personajes, la intensidad de su trama y los guiños a la realidad se mezclan en un mundo disparatado, con actuaciones salvajes que construyen un universo vibrante, emotivo y desbordante. Eso es mucho mejor que la política o de lo que yo pueda opinar de lo mal que estamos”.
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