Ningún candidato en las elecciones de Racing puede reivindicar el paso de Fernando Marín por el club. Es una buena señal en tiempos donde los gerenciamientos muestran todas sus caras, incluso los ocultos, como el de Víctor Stinfale en Riestra.
El documental, que se puede encontrar en YouTube y que debería ser visitado por hinchas de distintos clubes, exhibe con contundencia el desastre que significó el experimento empresarial en el club. A pesar, incluso, de que en su primer año de gestión se consiguió el título esperado durante 35 años, desarma la idea de que después de la quiebra el gerenciamiento era la única salida de Racing. Vuelve también el nombre de un jeque etíope, Mohammed Hussein al Amoudi, quien inyectó de dinero a Blanquiceleste desde empresas radicadas en paraísos fiscales, algo que reveló el periodista Gustavo Veiga, otro de los testimonios que recoge GerenciaMiento. Marín admite en la película que contó con esos capitales cuestionados por la Inspección General de Justicia. Quedan expuestas, además, otras maniobras y violaciones al contrato de gerenciamiento.
Lo que también (y sobre todo) cuenta el documental es la lucha de los socios y las socias de Racing. También las dificultades de pelear contra la corriente en medio de la euforia por el título de 2001. Y cómo se construye un club desde abajo consiguiendo los terrenos para lo que hoy es un orgullo, el Predio Tita Mattiussi, la fábrica de cracks por la que pasaron campeones del mundo como Lautaro Martínez y Rodrigo De Paul. Que la película se haya visto en Villa del Parque tenía también su carga simbólica: es la sede que sus hinchas defendieron del remate.
Uno de los que puso el cuerpo en ese tiempo fue Gustavo Costas, un símbolo, el jugador hincha, actual entrenador de Racing, que el próximo sábado jugará la final de la Copa Sudamericana con Cruzeiro. Gustavo fue parte del equipo que ganó el último título internacional del club, la Supercopa de 1988, también en una final contra Cruzeiro. Pero además del partido en Asunción, en Racing hay clima electoral. El 15 de diciembre se elegirá presidente entre Christian Devia, que es el candidato del oficialismo (Víctor Blanco irá de vice), Miguel Ángel Jiménez, que fue vicepresidente de la actual gestión pero ahora se postula por afuera, y el ídolo del club, Diego Milito, que plantea un nuevo rumbo para Racing.
En la proyección, organizada por el Departamento de Cultura e Historia de Racing, hubo representantes de todos los espacios. Estaba, por ejemplo, Julia Romano, candidata a vicepresidenta en la lista de Jiménez, la única mujer en los trinomios. Estaba también el cineasta y publicista Flavio Nardini, primer asambleísta de la lista de Milito, que llevó las remeras que todavía conserva de las marcas: “Fuera Blanquiceleste” y “Nunca más gerenciamiento”. Flavio es uno de los protagonistas del documental.
Con la moderación del periodista Santiago Lucía, participé de la charla post proyección junto a Daniel Roselló, actual secretario general de Racing Integrado y uno de los socios que peleó contra Marín, y Sebastián Bonino, fundador del Tita, también referente contra el gerenciamiento, y que por estos días anunció su apoyo a la lista de Devia y Víctor Blanco. Más allá del debate electoral, de las chicanas, Racing tiene un punto de cohesión: el repudio al gerenciamiento. Milito, incluso, que contó que mantiene un vínculo personal con Marín desde sus tiempos de jugador en años de Blanquiceleste, dijo en una entrevista con Tiempo que Marín no es parte de su armado político y que no está a favor de las sociedades anónimas deportivas. Luego de eso apareció elogiándolo en un documental que el propio empresario armó para autocelebrarse con un desfile de gente que sólo tiene palabras grandiosas para él. A eso se lo llama megalomanía. Milito, entonces, tuvo que reiterar su negativa, lo que llamó “un compromiso”, que Marín no tiene nada que ver con su proyecto.
Y este es el punto en cuestión: ningún candidato en Racing puede reivindicar el gerenciamiento. Todas las listas, además, tienen integrantes que lo enfrentaron. Es una buena señal en tiempos donde los gerenciamientos muestran todas sus caras, incluso los ocultos, los encubiertos, los que no se nombran o se nombran poco, como el de Víctor Stinfale en Deportivo Riestra, el que puso a un youtuber a jugar en Primera. El fútbol reaccionó repudiándolo. Deberían saber, a partir de este episodio de la latita, que así ven a este deporte desde esos lugares.
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