El gobierno busca que el FMI permita usar el nuevo préstamo en caso de fuga de capitales

Por: Randy Stagnaro

El Fondo estaría dispuesto a aceptar esa pretensión a cambio de un compromiso de sumar reservas. Ese es el problema central en discusión porque están estancadas.

El eje de la discusión entre el gobierno nacional y el Fondo Monetario es el uso de los dólares que vendrán con el nuevo acuerdo.

Es lo que se llama, eufemísticamente, política cambiaria. Mientras que la administración de Javier Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo, quieren que los dólares nuevos sirvan para cualquier uso que se les quiera dar, la organización que dirige la búlgara Kristalina Georgieva pretende poner algún tipo de límite.

La causa del entuerto se encuentra en la política de dólar barato del gobierno, pilar fundamental de su andamiaje económico. El dólar barato es una de las dos anclas de la inflación. La otra, la depresión económica, no se va a sostener en tanto la economía empiece a rebotar después del derrumbe de 2024. Cada aumento de la actividad implica una escala más en la presión sobre los precios porque crece la demanda de bienes y servicios en una economía que no ha invertido para ampliar la oferta.

Así las cosas, el dólar barato se torna central en este 2025 para mantener a raya la inflación y que eso derive en un éxito electoral para el gobierno.

Pero el problema con el dólar barato es que, al mismo tiempo, no permite la acumulación de reservas por parte del Banco Central. Ya no se trata de una teoría, sino de la constatación práctica de que desde hace un año, las reservas se encuentran en torno de los U$S 29.000 millones salvo en diciembre de 2024, cuando arañaron los U$S 33.000 millones por efecto de los préstamos en dólares de los bancos al sector privado.

La falta de crecimiento de las reservas es lo que más preocupa a los acreedores y a los que ingresaron al carry trade o la bicicleta financiera que animó al mundo financiero a lo largo del año pasado. La inquietud proviene de la certeza de que la demanda corriente de dólares excede cada vez más las posibilidades del BCRA de abastecerla. El rebote económico de este año implicará un aumento de las importaciones y se teme que el saldo comercial de positivo de U$S 18.000 millones que previó el gobierno para este año sea sólo papel mojado.

Se trata de un escenario complejo, más cuando se prevé que crezca la demanda de dólares para gastos personales en el exterior: según el último balance cambiario del BCRA, la demanda de reservas para este fin ya llegó al 30% en enero.

Pero también crecen las presiones de las empresas para que el gobierno avance en la liberación parcial del cepo, por caso, que permita que las transnacionales puedan girar dividendos al exterior.

Otra presión proviene del pago de intereses de deuda, tanto pública como privada. Los intereses de la deuda pública ya alcanzaron al 16% de los ingresos totales de enero y si no representan un porcentaje mayor fue porque el gobierno impulsa cada vez con más ahínco los bonos que capitalizan intereses y por lo tanto disimulan su peso en las cuentas fiscales hasta su pago total.

En ese cuadro, un incremento de la demanda de dólares por un hecho externo (el famoso cisne negro) o un problema interno podría derivar en una corrida cambiaria, con una mayor demanda de dólares a cambio de los pesos.

Algo de eso está sucediendo por estos días con la salida masiva de capitales de las acciones para posicionarse en fondos de inversión que tienen la característica de que el inversor puede retirar el dinero de manera inmediata. Es como estacionar los pesos en una posición más cerca de la posibilidad de transformarlos en dólares.

La experiencia de 2018

Con el nuevo préstamo del Fondo, de entre U$S 8000 millones y U$S 20.000 millones según la fuente, el gobierno quiere mostrar al mercado financiero que tendrá los dólares suficientes como para responder a cualquier demanda.

Sin embargo, la experiencia indica otra cosa. Cuando Caputo era ministro de Finanzas y Federico Sturzenegger presidente del Banco Central, en mayo de 2018, pergeñaron una idea: ofrecer al mercado U$S 5000 millones para saciar el apetito de los que querían dolarizar sus inversiones y abandonar el peso. Creyeron que con esa cifra podrían imponer un «muro» que convencería a los especuladores de que no valía la pena apostar contra el peso. El experimento terminó con el agotamiento de las reservas y la búsqueda del salvataje del Fondo Monetario. El resto es historia conocida.

Pero es muy probable de que el Fondo acepte tropezar de nuevo con esa piedra llamada Argentina. Según trascendió, aceptaría que el gobierno tenga un uso discrecional de los dólares a cambio de una hoja de ruta de ampliación de reservas. El tecnicismo no salvará a la actual conducción del organismo de la posibilidad de cometer una nueva gaffe, con otra deuda multimillonaria golpeando la economía nacional y la pretensión de que sea pagada por la población laboriosa. «

Foco en las compras a Brasil

El déficit de la balanza comercial bilateral con Brasil fue de U$S 384 millones en febrero, profundizado por el salto en las importaciones, que crecieron un 53,3% interanual. El sector automotriz fue clave en ese resultado, de acuerdo con un informe de la consultora Abeceb.

Este fue el séptimo mes consecutivo con déficit comercial, y contrasta con el déficit de U$S 221 millones en igual mes de 2024.

El flujo comercial bilateral total (el agregado del comercio que incluye importaciones y exportaciones) fue de U$S 2493 millones, con una suba del 50,5% anual, la más alta en cinco años.
Con el resultado de febrero, el saldo comercial acumulado en el primer bimestre de 2025 fue un déficit de U$S 711 millones, una caída de U$S 518 millones respecto al acumulado en el primer bimestre del año pasado.

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