La cumbre de la antigua capital brasileña plantea desafíos para un mundo en los países emergentes tienen la última palabra.

Hubo encuentros previos y preparatorios de la cumbre de los presidentes de este domingo y el lunes, con una cumbre de ministros de finanzas y presidentes de bancos centrales y la de los gobernadores del Nuevo Banco de Desarrollo (BRICS). Asimismo, hubo encuentros empresariales y reuniones bilaterales entre los primeros mandatarios.
Este domingo se inició la jornada con la llegada de los presidentes y máximas autoridades del BRICS. Estuvieron ausentes el presidente de la Federación de Rusia Vladimir Putin, el de la República Popular China Xi Jinping, representados por el Canciller Serguei Lavrov y el Primer ministro Li Qiang respectivamente. También falto a la cita, por razones obvias, el presidente de la República Islámica de Irán Masud Pezeshkian.
En la agenda de los encuentros se desarrollaron temas como:
Cuando todavía falta concluir la cumbre y analizar el documento final podemos adelantar algunas opiniones.
A pesar del esfuerzo de los grandes medios occidentales por ocultar o difamar esta cumbre, intentando mostrarla intrascendente, se ha incorporado Indonesia, con 280 millones de habitantes, como miembro pleno, además otros 10 países lo hicieron en calidad de socios, con derecho a voz, aunque no a voto, en ciertos temas. Se trata de Bielorrusia, Bolivia, Kazajistán, Vietnam, Cuba Nigeria, Malasia, Tailandia, Uganda y Uzbekistán.
Entre las decisiones más importantes tomadas hasta el momento se encuentran:
En la XVII cumbre BRICS quedó confirmada la vigencia del grupo como asociación que plantea un nuevo orden mundial policéntrico y multilateral. Otro tipo de globalización basada en la cooperación, el diálogo constructivo y la suma de esfuerzos para superar los conflictos y diferencias.
También consideramos oportuno desalentar la idealización de los BRICS, como es natural por las diferencias de políticas nacionales, procesos históricos, intereses coyunturales, distintos grados de relación y dependencia con los países más desarrollados de Occidente. El crecimiento e influencia del grupo se da dentro del marco de contradicciones donde conviven, y lo harán por largo tiempo, etapas de acelerados acuerdos y medidas trascendentes con otros donde pareciera que ese avance es demasiado lento.
Por lo tanto, vemos que en la cumbre de Río el proyecto BRICS avanza sin estridencias, pero de manera firme y continua.
Río no tendrá el brillo de la cumbre de Kazán, pero la asociación nacida hace 16 años en Ekaterimburgo sostiene y reafirma la esperanza de un mundo mejor.
*CEFMA, IADEG, IDEAL
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