¿Hay tregua para Alberto Fernández si gobierna sin el círculo rojo ?

Por: Dardo Castro

La pandemia ha vedado la calle como escenario de protesta y solidaridad, mientras las facciones más beligerantes de la derecha no dudan en ocuparla. Por qué la impunidad del establishment puede generar impotencia y desmovilización si no encuentra cauce. Los desafíos.

Desde la desgraciada aparición pública del Covid-19, que suspendió la globalización y la conectividad planetaria, en todas partes hubo pensadores que imaginaron la posibilidad de cambios sustanciales en la relación de la humanidad con la naturaleza y el cese de la “perturbación ecológica del capitalismo”. La crisis que trajo la pandemia parecía abrir el camino a una modificación radical del modo de producción, orientada en el futuro hacia la valorización de los bienes comunes, la conquista de la soberanía alimentaria, el “Buen vivir” y modelos emancipatorios inspirados en las corrientes del llamado neomarxismo, el ecosocialismo y el feminismo.

Estas perspectivas utópicas fueron abonadas por el fracaso del neoliberalismo y la capacidad destructiva del capitalismo financiero, que dejó a la intemperie e inermes a numerosos países frente a la pandemia, con economías fragilizadas al extremo y con sus sistemas sanitarios en las peores condiciones, ya sea por los procesos privatizadores o por el simple desfinanciamiento o, lo más frecuente, por la combinación de ambos factores. 

Entre nosotros, a la zaga del debate de los proyectos de salida a la crisis, dos categorías políticas heredadas del teórico marxista italiano Antonio Gramsci se han actualizado en estos días aciagos: correlación de fuerzas y frente de masas. La primera alude a las condiciones políticas y sociales, nacionales e internacionales, en que se desenvuelven los antagonismos de clase. El segundo, a la constitución orgánica de una coalición de fuerzas sociales y políticas, cuyo núcleo común es la conquista y defensa de reivindicaciones de vida y de trabajo consideradas indispensables. El frente de masas es, entonces, el programa que contiene esas reivindicaciones y, a la vez, los cuerpos en movimiento que lo sostienen y lo transforman en fuerza material. Los escenarios de acción de los frentes de masas han sido históricamente las fábricas, las universidades y, sobre todo, las calles. 

Correlación de fuerzas y frente de masas se entrelazan de manera estrecha en el debate sobre la situación política de este complejo presente. El acoso sin tregua al que la derecha somete al gobierno del Frente de Todos, que procura el derrumbe, cuanto antes mejor, del presidente Alberto Fernández, propone la acuciante pregunta de cómo se defiende, no solamente un gobierno sino la democracia misma, de una derecha que se reorganiza en todo el mundo, con particular ferocidad en América latina. 

Surge entonces la posibilidad y la necesidad de mejorar sustancialmente el equilibrio de poder entre los grandes grupos de poder de presión y un gobierno atenazado por la pandemia, sus enormes costos sociales y económicos, y la herencia demoledora de una economía esquilmada y una deuda pública impagable.

La esperanza inicial de una dilución progresiva de la grieta –ese abismo de odio y desprecio que separa a las clases propietarias del pueblo llano– y de un “abuenamiento” de sus representaciones políticas y corporativas fue desmentida a poco andar, cuando el empresariado más poderoso sacó ventaja de la emergencia con despidos, suspensiones, reducción de salarios y empeoramiento de las condiciones de trabajo, que puso en riesgo vida y salud de los trabajadores. 

A ello le siguió la demostración de la conocida capacidad de bloqueo del establishment financiero, que anula decisiones y proyectos o los demora al infinito, como las que afectan el manejo del crédito por parte de los bancos, el impuesto a las grandes fortunas y el sistema tributario en general y la intervención estatal en la cerealera Vicentin, entre otros desaires. 

Las tramas del despojo

Dos fenómenos nuevos, al menos en su visibilidad y magnitud, crearon un contexto político marcado por la confrontación: por un lado, la revelación de los nombres y los mecanismos perversos de la fuga de capitales que vampiriza la economía argentina desde hace varias décadas; por el otro, el nivel de degradación de sectores judiciales que, juntamente con los diarios de negocios Clarín y La Nación y el aparato de inteligencia estatal, configuraron un verdadero estado de excepción, a la altura de las peores dictaduras de nuestra historia. 

Lo que sobrecoge, lo que agobia al común, es que los mecanismos perversos de la fuga de capitales, al igual que la maquinaria judicial y mediática que garantiza la impunidad, continúan plenamente vigentes y son armas poderosas en manos de la derecha económica y política. 

La impunidad puede generar impotencia y desmovilización si no encuentra cauce. Algo o mucho de eso ha crecido en estos días. Pero, al mismo tiempo, la exposición de la maquinaria de depredación y la existencia de una clase privilegiada que piensa y vive en dólares, confrontada a la miseria y la desesperación en que sufre un enorme sector de nuestra sociedad, ha gestado una conciencia política y un anhelo de justicia que está madurando en medio de la pandemia, abonando una demanda que no se sabe a ciencia cierta hasta qué punto excede el poder real del gobierno de Alberto Fernández. 

No parece probable que un político de la trayectoria y experiencia del Presidnte ignore la inutilidad hablarle con el corazón a los tiburones de la AEA e IDEA: seguramente le responderán con el bolsillo, como lo hicieron con Juan Carlos Pugliese cuando fue un breve ministro de Economía de Raúl Afonsín. Esto es, con la exigencia de programas de ajuste en el estado, reforma previsional, rebajas de aportes patronales, exenciones impositivas, flexibilización laboral, libertad absoluta para traficar divisas, etc.

“Bancar a Alberto”

La áspera crítica interna a los gestos amistosos del Presidente con los protagonistas  más prominentes del saqueo dio lugar a la frase de Agustín Rossi “Bancar a Alberto”, que quizás sea la que mejor sintetiza esta difícil coyuntura, cuando el gobierno parece transitar un momento de debilidad frente al operativo mediático de demolición y cuando sus mejores iniciativas se estrellan contra el poderío de la derecha. 

Nada más simbólico de la impunidad que la risa burlona y desafiante que exhibió Alberto Padoán, uno de los dueños de Vicentin, cuando encabezaba la protesta macrista en la ciudad santafesina de Reconquista. 

Entretanto, ya es inocultable el descontento de amplios sectores de la base política del Frente de Todos, que miran con esperanza a quien han ungido como garantía de cambios progresistas, la vicepresidenta Cristina Kirchner, mientras piden que el gobierno avance en un programa de transformaciones que abarcan el control de la economía y las finanzas y una redistribución del ingreso y la riqueza mucho más equitativa. 

Semejantes objetivos demandan firmeza de voluntad, osadía en los liderazgos y, sobre todo, un amplio respaldo político y social, una fuerza material a construir no solo por las agrupaciones que componen el Frente de Todos sino por la suma de organizaciones que compartan el proyecto de una democracia de masas. 

La pandemia ha vedado la calle como escenario de protesta, de solidaridad y organización, mientras las fracciones más beligerantes de la derecha no vacilan en ocuparla. Pero la movilización política es una tarea inmediata y urgente porque la disputa por la salida de la pandemia es la disputa por los derechos de todos y todas. 

En la correlación de fuerzas cuenta no solo la base material de poder, aunque ella sea imprescindible, sino también la acumulación de fuerzas intelectuales e ideológicas, para lo cual es necesaria la movilización de las conciencias. 

Quizás este proceso ya se esté gestando en las agrupaciones políticas peronistas y no peronistas, en las centrales sindicales, las comisiones internas de fábrica y los cuerpos de delegados de la gran industria, en las organizaciones sociales y de productores de bienes y servicios del campo y la ciudad, en la intelectualidad, la cultura y el arte, la comunidad universitaria, en los colectivos feministas, en los organismos de derechos humanos y todos los sectores que comparten el imperativo común de que la derecha no debe pasar.

Compartir

Entradas recientes

Confirmado: «El cuento de la criada» tendrá su spin-off y apuesta a contar Gilead desde sus herederas

La secuela basada en la novela de Margaret Atwood apuesta por personajes que crecieron dentro…

52 mins hace

Ataque a Pablo Grillo: Confirmaron el procesamiento del gendarme Guerrero

La Sala II de la Cámara Federal porteña ratificó la decisión de María Servini que…

1 hora hace

Milagro Sala cambió su lugar de detención a menos de un mes de cumplirse 10 años de su encarcelamiento

Se venció el contrato de alquiler de la vivienda que la líder de la Tupac…

2 horas hace

Cristina continúa internada en el Otamendi con un cuadro de “íleo posoperatorio”

La expresidenta evoluciona de la cirugía de urgencia por apendicitis y peritonitis, pero el nuevo…

2 horas hace

Presupuesto 2026: en vivo, la sesión clave en el Senado

El oficialismo logró quórum y arrancó el debate para definir el Presupuesto 2026.

3 horas hace

Leo Genovese: de Nueva York al mundo, del jazz al rock cósmico y con la música siempre en movimiento

Con una carrera que atraviesa géneros y continentes, el pianista y tecladista sigue expandiendo su…

4 horas hace

Las navidades de Trump: ataca en Nigeria, se defiende en el caso Epstein

El presidente de EEUU fue muy activo, especialmente en su red social Truth, donde criticó…

4 horas hace

Mercedes Sosa vuelve a conmover con la edición de un disco perdido de 1980

"Suiza 1980" es una grabación restaurada que permite sentir la voz de la cantante tucumana…

5 horas hace

Gatillo fácil: quién era Gabriel, el hombre asesinado por la Policía de Jorge Macri en Lugano durante Navidad

"Familiero, trabajador, cariñoso y solidario", lo definen quienes lo conocen. Gabriel fue acribillado a quemarropa…

5 horas hace

Martin Sheen contra Trump: los graves riesgos de gobernar sin empatía ni moral, la falta de liderazgo real y el complot de los aduladores

El gran actor trazó un retrato demoledor del presidente de EE.UU. y su entorno. Sus…

6 horas hace

Hace un recalor: cómo estará el tiempo en el último fin de semana del año

El termómetro vuelve a subir en el AMBA con máximas que superarán los 30 grados.…

6 horas hace

Asfura, el presidente electo entre gallos y Nochebuena

El favorito de Donald Trump consiguió que el CNE lo diera ganador el martes y…

6 horas hace