Ping pong con Hernán Cuevas: “Mi fantasía sexual es Raúl Julia”

Por: Adrián Melo

Se ganó un lugar entre el público masivo a partir de su trabajo en "División Palermo". En su trabajo conviven el humor y una sensibilidad social que también atraviesa su mirada del mundo.

Es uno de los personajes clave de División Palermo. Pero también se destacó en la obra Jarana o la epidemia del baile, una pieza sobre una extraña epidemia del siglo XVI desatada en Francia, en la cual los humanos comenzaban a bailar histéricamente durante varios días hasta morir.

Hernán Cuevas tiene una amplia formación académica que incluye haber pasado por la Universidad Nacional de las Artes y haber estudiado con maestros como Javier Daulte, Susana Pampín y Pompeyo Audivert, entre otros.

Su debut profesional fue de excepción: en el Teatro San Martín, interpretando un papel en la versión de Calixto Bieito de La vida es sueño. Gay y feminista, dedicó una amplia dramaturgia a la expansión de derechos de mujeres y diversidades sexuales.

Urdapilleta y Tortonese.

—Ya que escribiste, actuás y dirigís una obra de teatro sobre la epidemia del baile de Estrasburgo de 1518. ¿Qué recordás de tu primer baile?

—(Risas) Fue genial por lo bizarro. En Lanús había un boliche muy conocido que se llamaba La Casona, que terminó cerrando por asuntos que todo el mundo sabía y porque terminaron linchando al dueño. Mis amigos querían ir a La Casona por un cumpleaños. Yo no quería ir porque sabía que me iban a rebotar. “No quiero ir, me van a rebotar”, les dije. Ellos insistían: que no, que no, que me hacían entrar. Entonces les dije: “Si me rebotan —éramos un grupo de cinco amigos—, todos ustedes me pagan diez pesos”. Eso era un montón de dinero a principios de los 2000. Fuimos, me rebotaron y al menos gané plata. Mi primer baile fue mi primer no baile.

—¿Qué representa el baile para las personas?

—Es un medio de descarga, es un sentir divino, hermoso, y es una situación de deseo. Vos no bailás cuando no querés. Bailás porque el cuerpo te lo pide, porque tenés ganas, porque hay algo dentro tuyo que te lo exige.

—¿Cuál sería tu epidemia soñada?

—Una epidemia de comida. Cosa de que todos tengamos más comida en nuestro plato.

 Niní Marshall.

—¿Qué escena de cine te hace reír irremediablemente?

—Una escena de Mujeres al borde de un ataque de nervios. Amo a Almodóvar. Hay una escena donde el personaje de Pepa, que interpreta Carmen Maura, le dice a una mujer que está llorando porque tiene miedo de que la acusen de algo: “Déjela que llore porque le parece mal el vestido de esa señora. Es horrible, es horrible”. Déjame agregar algo que no es de cine. Es un placer culposo, horrible, y me siento mal. El pelotazo de Mariana Fabbiani al niño cuando hacía Mariana de casa. Me río y no doy más. El nene da como una vuelta, se eleva en el aire y cae.

—¿Cuáles son tus referentes en el humor?

—Gasalla, en primer lugar, ni hablar. Toda la camada de Urdapilleta y Tortonese. Niní Marshall: no va a haber otra Niní Marshall. Creo que los referentes son esos que dieron en el clavo justo. Por eso se los admira. Se admira la cabeza de la persona.

—¿Una película preferida?

—Lejos, Mujeres al borde de un ataque de nervios.

Mujeres al borde de un ataque de nervios.

—¿Un libro favorito?

Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez. Ese comienzo: “El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5:30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo”.

—¿Un libro pendiente?

Cien años de soledad. Me dijeron que tengo que preparar papelito y lápiz para poder hacer el árbol genealógico de toda la familia.

—¿Un poema preferido?

—»Llanto», por Ignacio Sánchez Mejías. Lorca es uno de los mejores contadores de historias. “Se pararon todos los relojes… A las cinco de la tarde”.

Luis Luque en Tiempo de valientes.

—¿Unas vacaciones soñadas?

—Solo y lejos. Donde sea.

—¿El recuerdo de unas vacaciones pesadillescas?

—(Risas) Una vez, mi mamá —no teníamos plata de ninguna forma— trabajaba y yo era menor. Entonces se había metido, por dos mangos, en un centro de jubilados a Mar del Plata. Eran todos jubilados, mi mamá y yo. Caímos de pedo. El hotel, la comida, todo era un horror. Viste cuando decís “bueno, bonito y barato”; bueno, sacale bonito y bueno.

—¿Qué época no hubieras querido vivir?

—Siendo artista y puto, una época que no hubiera querido vivir es cualquier época de dictadura.

—¿En qué época te hubiera gustado vivir?

—Dentro de cincuenta años. La humanidad avanza a pasos chiquitos. Siempre dicen “Lo mejor está por venir”. Yo creo más en la frase contraria: “Todo tiempo pasado fue mejor”. Yo quisiera ver toda esa nueva época, los avances tecnológicos, cómo la gente se enamora, tiene sexo o come en otros contextos. Imagino un futuro sin mandatos ni cuerpos juzgados.

Raúl Juliá y William Hurt, en El beso de la mujer araña.

—Un personaje que te hubiera gustado interpretar.

—El personaje que hace Luis Luque en Tiempo de valientes.

—El hombre de tus fantasías sexuales.

—Raúl Juliá. Tiene que ver con Manuel Puig. Juliá interpretó el personaje de Valentín en la versión cinematográfica de El beso de la mujer araña. Lo terrible es que hubiera podido conocerlo tranquilamente porque estuvo en la Argentina en varias ocasiones, haciendo Tango Bar con Valeria Lynch. También hizo dos películas acá. Es mi fantasía sexual, estelar, todo. Si él es Valentín, yo soy la marica Molina. «

Ping pong con Hernán Cuevas

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