Organizaciones sociales, políticas y de derechos humanos, familiares de las víctimas del terrorismo de Estado, vecinos, funcionarios locales y provinciales participaron del acto en memoria del asesinato de ocho militantes por parte de la Triple A, pocos días antes del inicio de la última dictadura cívico-militar.

El 21 de marzo de 1975, ocho militantes de la Juventud Peronista (JP) fueron secuestrados en sus casas por un comando de la Triple A, llevados a un baldío de Temperley, fusilados y sus cuerpos inertes dinamitados. Pasó a la historia como “La Masacre de Pasco” y hasta la fecha el hecho sigue impune.
Este lunes se conmemora el 47° aniversario, se recuerda a los compañeros Rubén Bagninia, Aníbal Benítez, Alfredo y Eduardo Díaz (de 14 años y 16 años), Héctor Flores, Germán Gómez, Héctor Lencina -su viuda, Coca, que falleció en 2020, fue directora de Derechos Humanos en Lomas de Zamora- y Gladys Martínez.
Organizaciones sociales, políticas y de derechos humanos, familiares de las víctimas del terrorismo de Estado, vecinos, funcionarios locales y provinciales se acercaron al lugar en homenaje a los militantes asesinados. “Los recordamos siempre haciendo memoria, buscando verdad y exigiendo justicia”, dijo Carlos Ricardo «Poly» Flores, hijo de Héctor Flores, una de las víctimas.
El monumento había sido vandalizado en 2021, por lo que la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Lomas de Zamora y familiares de víctimas realizaron una denuncia penal por intimidación pública y daño agravado. «Terroristas» y «asesinos» fueron las palabras que escribieron en las paredes, a pocos días de cumplirse el 46° aniversario. La restauración estuvo a cargo de la pintora y muralista Victoria Guggiari.
La historia de la masacre
El 21 de marzo de 1975 ocho vehículos frenaron en la calle Donato Álvarez, a metros de la Avenida Pasco, de Temperley. Algunos autos llevaban balizas sobre el techo, al igual que los utilizados por la policía.
Un grupo de hombres armados y con capuchas negras ingresó a la casa de Héctor Lencina y secuestó al edil y a su amigo Aníbal Benítez. A pocas cuadras de allí, buscaron a la vicepresidenta del concejo, Irma Santa Cruz, quien no se encontraba en su domicilio, pero sí estaba Héctor Flores, su secretario, a quien también se llevaron secuestrado. Esa misma noche se llevaron también a Pedro Maguna, Germán Gómez, los hermanos Alfredo y Rubén Díaz y Guillermo Caferatta.
Los militantes fueron fusilados en un terreno baldío en la localidad de José Mármol, en la esquina de las calles Sánchez y Santiago del Estero. Luego de matarlos, apilaron los cuerpos contra un paredón y los dinamitaron dos veces. Luego colocaron una bandera sobre los cuerpos sin vida con la inscripción “fuimos Montoneros, fuimos del ERP”.
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