Ian Fleming, el hombre que no pudo ser James Bond (y por eso lo inventó)

Por: Juan Pablo Cinelli

El estreno de "Sin tiempo para morir", película n°25 de la saga oficial del emblemático Agente 007, es la excusa perfecta para conocer un poco más sobre el escritor que le dio vida.

Con su estricta lógica, que pone en duda cualquier evento que se aparte del sentido común,  el agnosticismo puede ser una plaga. Una que así como cuestiona la existencia de dios, mira con desconfianza la posibilidad de un plano espiritual y hasta la mera perspectiva del destino. Y aunque es muy posible que ninguna de esas cosas exista, también es cierto que imaginar una realidad sin dios o sin destino equivale, de algún modo, a renunciar al poder de la poesía y a la importancia que esta tiene en la configuración de lo humano. Para saldar la cuestión sin renunciar al derecho de no creer, pero sin perder los beneficios de la esperanza, se puede decir que es cierto que el destino no existe. Pero que los hay, los hay. Un argumento a favor de ello podría ser la vida de Ian Fleming, el escritor británico creador de James Bond, personaje que gracias al cine se convertiría en uno de los grandes íconos de la cultura pop de los últimos 70 años. Que justo esta semana se haya estrenado Sin tiempo para morir, la película n° 25 de la saga oficial en torno al popular espía, es una oportunidad inmejorable para conocer la historia detrás de su hacedor y la forma en que este consiguió alcanzar un destino impensado.

Ian Lancaster Fleming  nació en el seno de una familia de la aristocracia inglesa. Su padre fue diputado conservador, pero la muerte lo sorprendió en 1917 en el frente de la Primera Guerra Mundial. Tal vez por esa orfandad prematura su madre, Evelyn Rose, creyó conveniente que tanto él como su hermano mayor recibieran una buena educación. Así fue enviado a los mejores colegios del Reino, incluyendo el prestigioso Eaton, en cuyas aulas dijeron presente varios miembros de la familia real, escritores como Aldous Huxley o George Orwell, el economista John Keynes o el actual premiere británico Boris Johnson. Pero Ian nunca llegó a destacarse como alumno. Pasó por institutos militares: lo echaron por quilombero. Lo mandaron a una de las mejores escuelas en Austria, con la esperanza de que pudiera ingresar al Departamento de Relaciones Exteriores, donde luego no aprobó el examen de ingreso. Pero mientras su desempeño académico acumulaba frustraciones, Ian se destacaba en los deportes y en el arte de la seducción. Algo es algo (y algunos dirán que no es poco).

Desesperada, Evelyn apeló a sus influencias para que el hijo descarriado encontrara un lugar en el mundo que fuera digno del estatus familiar. Así fue como Ian comenzó su carrera en el periodismo, integrando la redacción de la agencia de noticias Reuters, donde fue admitido no por haber demostrado virtudes para el oficio de cagatintas, sino porque su madre presionó al jefe de la compañía. Es cierto que no duró mucho en el puesto, pero fue ahí donde aprendió a usar con eficiencia dos herramientas que le serían muy útiles en el futuro: el manejo de la información y la escritura. Sin embargo el joven Fleming aún no tenía idea de lo que el destino (sí, el destino) le tenía reservado.

Con el comienzo de la Segunda Guerra, Fleming es reclutado para trabajar como asistente de  un almirante con un alto cargo en la división de inteligencia naval. Pero aunque su currículum no incluía méritos que lo calificaran para ese rol, pronto comenzó a destacarse por su habilidad para manejar la información y proponer imaginativas operaciones de inteligencia. Entre ellas se destaca la Operación Carnepicada, en la que se arrojó un cadáver en las cercanías de una base enemiga, colocando documentación de inteligencia falsa entre su ropa, con el fin de hacerle creer a las fuerzas del eje que los aliados tenían planeado desembarcar en Grecia, cuando en realidad lo hicieron en Sicilia.

Esa y otras 50 tretas destinadas a venderle pescado podrido al enemigo, fueron desarrolladas por Fleming en un documento oficial denominado convenientemente como Memorando de la Trucha. El curioso nombre tiene su explicación en la pesca con mosca, variedad deportiva en la que el pescador atrae a su presa ocultando el anzuelo dentro de un vistoso señuelo. Que todo esto resulte demasiado parecido a las películas de James Bond no es mera coincidencia.

Tras la guerra, Fleming volvió al periodísmo como jefe de corresponsales en el grupo editor del diario Sunday Times. Pronto comenzó a trabajar en un viejo anhelo, que alimentaba desde sus años en el mundo de la inteligencia: escribir una novela de espías que reflejara su propia experiencia, lúdicamente magnificada. Así nació Casino Royale (1953) y con ella la figura del agente 007 con licencia para matar y una particular obsesión por los martinis agitados, no revueltos.

El éxito del personaje fue tal, que Fleming escribió otras 10 novelas con Bond como protagonista antes del estreno de la primera película, El satánico Dr. No (1962), donde el famoso espía es interpretado por el inolvidable Sean Connery. Para entonces, el presidente John Kennedy se había declarado fanático de las novelas de James Bond, llevando a las nubes su popularidad en Estados Unidos. Pero Fleming murió en 1964 y apenas llegó a ver en lo que se convertiría su creación. Le había tomado apenas 56 años encontrarse con su destino.

Compartir

Entradas recientes

La gigante Mondelez paró la producción de su planta de Pacheco por la caída del consumo

Será por al menos 14 días, aunque la producción plena recién volvería el 5 de…

7 horas hace

El mileísmo allana el terreno en el Congreso para avanzar con la «motosierra profunda»

El debate sobre cómo podrían conformarse las comisiones que tratarán los dos proyectos centrales del…

7 horas hace

La producción de autos y utilitarios se desplomó casi un 30% en noviembre

Es en la comparación contra el mismo mes de un año atrás según los datos…

7 horas hace

The Brian Jonestown Massacre hizo temblar el C Art Media con su psicodelia expansiva

El calor de la noche porteña se mezcló con los riffs hipnóticos y la psicodelia…

8 horas hace

La UTA advierte con un viernes sin colectivos: “Si no hay salario, no trabajamos”

Las empresas no aseguran el pago de sueldos de noviembre y el gremio aseguró que…

9 horas hace

“Sin agua, no hay desarrollo posible”: el enérgico rechazo de organizaciones civiles a la modificación de la Ley de Glaciares 

Más de 25 entidades lanzaron un documento conjunto donde desmitifican postulados lobbystas y resaltan la…

9 horas hace

Pobreza: la UCA dice que bajó más de 9 puntos pero aclaró que podría estar «sobredimensionada» por defectos metodológicos del INDEC

El Observatorio de la Deuda Social aclaró que en realidad la contracción es de poco…

9 horas hace

Kicillof participó de la marcha de las Madres de Plaza de Mayo en homenaje a Hebe de Bonafini

Fue en el marco de las actividades por la conmemoración del cumpleaños 97 de Hebe.…

10 horas hace

Una pareja de jubilados que cobran la mínima necesita más del doble de dinero para cubrir sus gastos básicos

Una pareja de personas adultas mayores necesitó en octubre $1.278.026 para cubrir sus gastos mensuales. Teniendo en…

10 horas hace

Guiño de la Cámara Federal a Spagnuolo y los Kovalivker: ordenan investigar el origen de los audios

Las defensas del ex titular de la Agencia de Discapacidad y de los dueños de…

11 horas hace

La Corte Suprema rechazó una apelación del Gobierno por el reparto de alimentos en comedores

Se trata de la causa que obligó a Sandra Pettovello a repartir la comida almacenada…

11 horas hace

El FMI sale al cruce de Caputo y reclama más reservas en el BCRA

El organismo le reclamó al gobierno un marco monetario y cambiario “coherente” y exigió cumplir…

13 horas hace